Capítulo 24

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---¿Por qué, Hidan?---Empezó preguntando el rubio con la mirada baja, estaba tenso, se sentía completamente idiota por no haber estado más atento, uno nunca sabía cuando esa mujer albina se metía con alguien, solo Hidan era el único que podia decirle todo lo que su madre le hacía---

El albino se quedó callado unos segundos, no quería que Deidara se entera tan rápido, pero gracias al idiota del moreno ahora estaba pagando las cosas. Antes de que pudiera responder exaló un poco de aire.

---Solo no quería que te preocuparas, no quiero que sigas teniendo esos sustos y enfados por culpa de mi madre---Hidan quizo ser el más sincero con sus palabras, él no era una persona muy abierta con sus emociones, se le dificultaba un poco explicar con detalle el acto que quería provocar en ese puente, sino fuera por Kakuzu, ahora mismo hubiera estado en paz, con su padre quizas---

---Hidan---Llamó el rubio mirandolo de reojo---No me molesta para nada en ayudarte, somos amigos, ¿lo olvidas? Tus asuntos, son mis asuntos, al igual con Itachi, nos apoyamos juntos, no dejes que tú madre vea que puede controlarte a su antojo, tienes que buscar la manera de ser libre de ella---Aconsejó Deidara, odiaba tener que escuchar más problemas en la vida del albino por culpa de esa mujer, nunca habia ni un día en el que no pensará lo que haría en esos momentos---

---¿Cómo se supone que puedo ser libre de ella? Mi madre es rica, haría cualquier cosa con tal de tener lo que quiere, nunca seré feliz al lado de ella---Lo que Hidan no sabía era que todo lo de que es rica no es más que un engaño, toda la herencia de su padre estaba todo a su nombre, solo que la albina de había encargado perfectamente de ocultarlo y que no lo supiera nadie más, excepto su amante---

---¿En serio no hay manera de librarse de ella? Ya casi vas a cumplir los 18 años, ¿verdad?---Le recordó Deidara tratando de darle al menos un poco de esperanza para ser feliz---

---Así es---Respondió con un tono simple el religioso, sin haber cambiado su expresión seria---Pero mi madre es la que tiene todo el poder con su dinero, yo no tengo nada---

---¿Acaso tu padre no te dijo que serias el próximo en dirigir la empresa? Recuerdo que una vez me hablaste sobre ello---

El rubio recordó ese día, cuando tenían 15 años, recordaba lo muy entusiasmado que estaba Hidan cuando su padre le dio la noticia de que él sería el próximo en dirigir su empresa, cuando cumpliera los 18 años se encargaría de seguir poniéndola en pie como lo había hecho su padre por años. Los amigos amigos siempre bromeaban en que se gustarían todo el dinero en puro alcohol y en fiestas todas las noches, pero el albino no era asi, se iba a tomar ese trabajo muy en serio, con tal de que su padre estuviera orgulloso de él y que viera lo mucho que había crecido, le habría dejado ver el hombre en el que se había convertido, iba a ser paciente para que llegará ese dia, verse con un traje elegante y que su padre lo recibiera con la mirada llena de orgullo dirigida solo para él, había esperado con ansias ese día, pero ese sueño se derrumbó por completo cuando recibió la noticia de la muerte de su padre, todos sus sueños, esperanzas, motivación y sobre todo su propia confianza.... se habían ido por completo de él.

Ante ese recuerdo el albino apretó los dientes, ahogaba en sus garganta el grito que quería soltar en esos momentos, pero tenía que ser fuerte, no podía mostrarse débil, no quería que nadie lo viera en ese estado, no podía dejar salir ni una sola lagrima, tenía que soportarlo, guardarlo desde muy en el fondo de su alma, no podía dejarla salir.

Deidara al ver esto rápidamente actuó de inmediato, se arrepintió al instante al haber sacado ese tema, había sido un completo idiota al haberle recordado a su amigo los días del pasado en el que antes había sido feliz. Se acerco a él y lo abrazo poniendo la cabeza del albino en su hombro, puso su mano detrás de su cabeza, mientras que con la otra acariciaba su espalda.

---Lo siento, Hidan---Se sentía terrible al verlo así---Sí quieres llorar.....puedes hacerlo, no te juzgaré---El rubio quería que él religioso dejará salir ese dolor que tanto se había estado guardando por meses, quería que se desahogara para que al día siguiente estuviera al menos un poco más tranquilo---

Hidan tardo unos minutos en decidir si hacerlo o no, le daba vergüenza tener que llorar en frente de alguien que era igual de rudo que él, no quería que lo viera como un ser debil, pero al sentir mejor la muestra de afecto que le daba fue lo que lo convencio de dejar salir todas esas emociones que había estado contubiendo por lo que para fue..... una eternidad.

Lloro fuertemente, ahogaba sus gritos en la ropa del rubio, escondía sus lagrimas con la mirada baja, con cada lagrima que salía se aferraba más a su hombro apretando el agarre que tenía en los brazos de Deidara.

En cambio este se sentía fatal al no poder ayudar a Hidan lo suficiente con sus problemas, si pudiera pedir tan siquiera un solo deseo, sería que el albino dejará de sufrir tanto, no era su culpa que su vida se haya derrumbado de un día para otro, todo era culpa de esa mujer, como siempre.

Después de unos largos e infinitos minutos, el albino se había calmado y a la vez se había quedado profundamente dormido en el hombro del rubio, este al darse cuenta de eso con algo de dificultad logro cargarlo hasta llegar a su cama y acostarlo con delicadeza, se fijo en sus ojos y se notaba a kilómetros el dolor que sacaron hace unos momentos.

Se le quedo viendo unos minutos antes de taparlo y dejarlo dormir tranquilo, estuvo a punto de salir de su habitación, pero escucho unos pequeños sonidos de parte de Hidan, confundido por no escuchar con claridad que era lo que decía se acerco a él y pego su oido cerca de su cara.

---Por favor.....---Rogaba el albino desde en sus profundos sueños---No me abandones---Esas palabras fue lo que más hirió a Deidara, ahora que ya no tenía a su padre, él junto a Itachi eran lo único bueno que tenía en su vida y tras escuchar lo que el albino en sueños había dicho no lo iba a dejar solo nunca---

---*Nunca te voy a abandonar, Hidan*---Pensó el rubio decidido en cuidarlo mejor como si fuera el hermano que nunca tuvo, no iba a dejar que le pasara nada malo---

Al salir de su habitación no perdió más tiempo y saco su celular marcando a un número que él conocía muy bien, espero unos segundos a que le atendieran su llamada, al casi perder el tiempo de espera alguien había contestado, cosa que tranquilizó un poco al rubio.

---¿Qué pasa, Deidara?---Respondió un pelinegro del otro lado de la línea---

---Tenemos que hablar, ven a mi casa ahora mismo, es urgente---Ordenó el rubio, cuando había un problema serio siempre se reunían los tres para solucionarlo y en este caso no sería la excepción---

---¿Tan grave es?---Preguntó el azabache mirando el clima y el reloj, estaba un poco confundido por la petición de su amigo, si en serio era algo grave, entonces no podía sentirse tranquilo en ese preciso momento---

---Sí lo es, se trata de Hidan---Aclaró un poco más el tema para que el pelinegro fuera para su casa de inmediato---

El azabache al escuchar el nombre de Hidan, rápidamente entendió que no era nada bueno, se puso más serio que de costumbre. No perdió más tiempo y colgó la llamada poniéndose algo para el frio para después salir corriendo hacia la casa del rubio, no le importaba mojarse o que casi chocaba con la poca gente que se encontraba afuera a esas horas, no le importaba, haría cualquier cosa por sus amigos.

Kakuhidan~Me enamoré de mi hermanastro~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora