11. Riesgo

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Guadalajara, 11 de abril del 2006

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Guadalajara, 11 de abril del 2006.

Después de su exhausta limpieza de su cuarto y encontrar algo que le diera las respuestas para poder regresar a su época, está acostado en su cama en una clara posición de derrota–sus brazos y piernas como estrella por toda la cama–porque está cansado de limpiar todo el cuchitril que tenía por cuarto, encontrar nuevas especies existiendo entre su ropa, ser atacado por una cucaracha voladora y por hallar el teléfono sin batería, lo que era su salvación. Fácilmente debía esperar varias horas para que cargará y prenderlo.

Cómo tal, lo tenía todo y a la vez nada.

En eso, unos toque suaves en la puerta de su habitación hace que alce la cabeza y bailen sus rizos por el movimiento rápido de su cabeza, ahí está su mamá con una sonrisa y desviando su mirar al cuarto, viendo como en segundos esa sonrisa se borra para mostrar una cara de sorpresa al desviar la mirada directa que le dirigía.

Dios mío... nunca había visto este cuarto tan limpio—jadea la mujer asombrada.

Necesitaba buscar algo que me diera respuestas y de paso limpiar el cuarto para que una persona pueda vivir aquí—bromea con lo último soltando una pequeña risa.

Y lo dejaste limpiecito mi Paco, has madurado mucho...—dice la mujer conmovida.

Es parte de crecer ma, no es gran cosa—murmura con una sonrisa leve, sentándose en su cama.

Claro que es gran cosa, has cambiado mucho y tengo la sensación de que no eres el Memo que tú papá y yo conocemos.—menciona cruzada de brazos—Laurita lo notó también, no lo vas a poder negar—añade con voz seria.

...Eso me dijiste la última vez que te visite—murmura sentándose en la cama.

No me equivoqué al parecer, ¿qué es lo que te ha pasado? ¿que no nos quieres decir?—cuestiona acercándose a él.

Quiere colocar su mano sobre la de su hijo que está algo apartado de ella, huyendo de ella, de la verdad. Lo hace y Guillermo mira la mano dañada de su madre por trabajar tanto y luego a ella, esos ojos tan amorosos y confiables que le ofrece siempre. A diferencia de él, que le muestra unos ojos cansados de la vida y unas manos duras y algo callosas de tanto atajar los balones.

Memo no sabe que decir, porque ni siquiera sabe que es lo que no quiere decir exactamente, de todo lo que ha hecho y vivido. Se siente algo perdido con respecto a ese tema, no duda pero aún en el fondo lo sabe.

Desconoce su propio secreto y eso es irónico.

No sabes como soy, tampoco lo que fui—dice a la defensiva.

𝙈𝙄𝙀𝙉𝙏𝙀𝙎 || MESSICHOA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora