Guadalajara, 13 de abril del 2006.
Al saber la vieja rutina de entrenamiento de Saúl, supo que lo único que podía sacarlo de dudas era el seguirlo, descubrir o recordar que es lo que con tanto esfuerzo quiere ocultarse a sí mismo, pero por el miedo quiere pensar que no es así. Que son solo ideas suyas y que los demás lo juzgaron mal por su actitud de víctima que había desarrollado.
—Vos no eres dramático.
Eso le habría dicho Lionel, pero solo por esta vez quiere pensar que su pareja pensó mal de Saúl y de él.
Se amarra bien las agujetas de los tenis y se acomoda bien la sudadera que lleva puesta, sale de su cuarto para bajar rápido las escaleras sin hacer ruido, va a la cocina donde deja una nota sobre que estaría afuera, la deja en la mesa apoyada con algo que sirva como un pisapapeles. Agarra una copia de las llaves de su casa y sale casi corriendo hacia la casa del Canelo.
Espera a lo lejos que se asome la cabellera roja.
Un rato después sale el susodicho con una maleta deportiva, alcanza a escuchar que se despide de alguien para irse caminando hacia el gimnasio donde es recibido por su entrenador, Memo procura no verse sospechoso así que constantemente está cuidando que nadie de las pocas personas que hay lo vea como un acosador o algo por el estilo.
Mira como es mandado a correr, como siempre puntual a las 5 a.m., lo sigue por detrás desde lejos, así se mantiene siguiéndolo para ver si hay algo relevante y claro que lo hay, Canelo se desvía en una calle cerrada donde se detiene para ver ese cambio, sabe que por nada del mundo este detiene su entrenamiento.
Mucho menos él.
Pero se lleva la sorpresa de que la causa es un chico de la edad de Álvarez, se saludan de modo amigable y empiezan una plática casual, agradece sus dotes de escuchar chismes ajenos adquiridos por Javier, de algo le sirvió convivir con aquél mexicano.
—Wey para que chingados te apareciste solo en la fiesta—reclama aquél chico enojado.
—¡Tu me invitaste pendejo!—exclama Saúl enojado.
—¡Si! ¡Te invité a ti y a MEMO OCHOA! Ese wey debía entrar contigo—aclara aún furioso.
—Te dije desde un principio que ese pendejo no iba a ir—se excusa mirando a otro lado.
No quiere recordar las palabras de Ana Laura.
Todo lo demás se torna en una discusión sobre lo descarado que fue Saúl al ir solo sin él, que la intención era embriagar al portero de las águilas, entre otras cosas que hacen a Memo retener sus ganas de acercarse y reclamar a Saúl. Desconocía las intenciones del que creyó era su mejor amigo de la infancia.
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𝙈𝙄𝙀𝙉𝙏𝙀𝙎 || MESSICHOA
FanfictionUna relación tensa entre Messi y Ochoa se abre paso gracias a un tema en específico que el mexicano prefiere no hablar. ¿Qué harías si tú pasado viniera por ti un día? Los recuerdos atormentan y las heridas sin sanar sangran en cualquier momento. «M...