Salí disparada nada más oír el timbre. Corrí a por la bici, monté en ella igual de rápida.
Conforme pedaleaba, dejaba atrás el instituto y también los agobios. Pensé brevemente en cómo Sora me mensajería porque no le había esperado para ir a casa. Pero ahora tenía otras preocupaciones.
Iba tan rápido porque iba en falda y el viento la levantaba. Aprendí la lección de ponerme shorts para el futuro. Me miraron varios adolescentes y hombres. Se me puso la cara roja de vergüenza e ira y casi atropello a uno de eso imbéciles.
-Aprende a respetar, gilipollas -le solté, alejándome sobre mis dos maravillosas ruedas.
La sensación de libertad y sentir el aire fresco en la cara me calmó antes de llegar a casa. Giré en una colina de cemento y hierba cuidada, típico de los barrios mejor establecidos. Lo cierto era que para ir a un instituto como al que yo iba se necesitaba el salario de dos padres acomodados.
No saludé a ninguno de mis padres, yo siempre era la primera en llegar, lo cual era mejor porque así me podía cambiar y estar tranquila. Hice la comida y me cerré en la habitación. Me cambié, me duché y eché las bragas al cesto de la ropa, sin mirarlas mucho...
Cuando me levanté de la siesta, acalorada y con humedad ahí abajo, confirmé que había tenido un sueño candente. De esos que ves a la perfección la espalda de tu amante, su pelo castaño chocolate, oh, y había tatuajes...pero ya no me acuerdo. Pero sí me acuerdo de ver un traje arrugado en el suelo...en el sueño.
Me toqué la nuca, con gotitas de sudor. Juré que todavía sentí los besos en la nuca, los del sueño...los de ese hombre tan sensual que sabía perfectamente quién era. Estaba enferma.
...
El miércoles y jueves fueron normales en el instituto. Bueno, "normales" porque yo fui con el uniforme, sin molestar, sin ofender a la autoridad; pero yo estuve de todo menos normal. Miraba demasiado hacia el cuarto piso, alerta. Si vi su perfilado rostro fue de casualidad, un fantasma que vigilaba el pasillo desde arriba... Oh, perdona, no he especificado de quién hablaba... ¿Pero realmente hace falta? Él me miraba de soslayo, con el mentón tan alto como en su despacho, un asentimiento de cabeza pero ninguna interacción más, obviamente.
Porque era el director y debía guardar la distancia. Aunque rompió la profesionalidad el momento que se me sentó así en frente de la cara... Qué complicada, la moral.
-Ey chicas -la voz tímida de Naoko me devolvió a la realidad. Estábamos en clase, en el cambio entre álgebra y economía. Para pegarse un tiro. Los alumnos ya tenían ganas de salir de la cárcel escolar, sobre todo porque hoy la noche prometía fiesta en casa de Jackson.
-Dinos reina -le alenté.
-¿Crees que debería traer a Namjoon a lo de esta noche? -inquirió, pidiendo consejo.
Hice una mueca suave, y Sora también.
-¿Cuántos años tenía él?
-Veintiuno...
No era tanta diferencia de edad.
-Yo no lo llevaría, teniendo en cuenta lo poco que lleváis conociéndoos, no llega a una semana -dije, protectora-. Primero tiene que pasar otras pruebas de 'mínimos' de novio. No vale cualquiera.
-Yo también pienso que es muy pronto -reforzó Sora-. Además, ¿vas a venir a la fiesta? Siempre te sueles quedar en casa.
-Ya... No sé si iré...
Una cabellera negra merodeó por donde estábamos sentadas, y Eunwoo hoy estaba social.
-Qué, ¿hablando de la fiesta de esta noche? -se hizo el machito y me hizo gracia a la vez que vergüenza ajena.
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Éxtasis y chocolate ; jjk, cew [+18]
FanfictionDicen que las normas están para romperse... Min Hyejin no es una estudiante rebelde ni tampoco una santa, pero un día decide alzar la voz en el instituto y quejarse de las injustas normas sobre la falda del uniforme. La vida no solo le da una reprim...