Hyejin
Las chicas llevan falda y los chicos pantalones. Era la narrativa que siempre se usaba para uniformes, educación y códigos de vestimenta. Hasta un día tal como hoy, que me cansé.
Mi fallo aquel día fue alzar la voz, revelarme contra el sistema.
Se disimulaban, los folletos que había pegado por todo el instituto. Los habían arrancado, tal vez por los chicos que nos miraban las piernas, tal vez por los profesores que también se remojaban los labios y no querían "feminazismo" entre las inocentes alumnas.
Algunas alumnas se negaron a vestir la falda del uniforme, se negaron a seguir las normas, y por eso fui a detención: por ser mala influencia.
-Eres una mocosa, ¡siempre dando problemas! -la profesora de matemáticas, que me tenía manía, aprovechó la excusa para tirarme del brazo. Me arrastró por el pasillo delante de todos; solo por llevar unos malditos pantalones-. ¡Hay que ver la juventud de hoy en día, siempre haciendo lo que os da la gana! ¡Bah! -exclamó como un boomer-. Te vas directa al despacho del director, ya te dará él el parte de expulsión.
-Pues genial -murmuré, acostumbrada a lidiar con boomers molestos y su tendencia abusiva.
Algunas chicas que no conocía más que de vista, cohibidas pero seguras con sus pantalones traídos de casa, me hicieron un gesto de apoyo que me hizo alzar la cabeza con orgullo.
A pesar de las miradas desaprobatorias, sabía que valía la pena luchar por aquello.
Y tenía razón en mi argumento, por lo que no me tenía que acobardar. Aquel que no quisiera ver el acoso sexual que sufríamos, es que era un ciego.
-¡Quédate sentadita y no te muevas hasta que te lo diga! -me empujó a una de las sillas de la sala de espera, silenciosa como un cementerio, mientras que llamó dulcemente a la gruesa puerta de madera. Qué hipócrita-. Director, ya se la he traído.
Vagamente oí una voz fuerte y tranquila de dentro.
Crucé las piernas y me miré las uñas fingiendo rebeldía y desinterés, pero lo cierto era que por dentro estaba a punto de desmoronarme.
Imprimir folletos animando a las chicas a ponerse pantalones y no la minúscula falda que nos obligaban a llevar parecía haber sido muy buena idea, ¿pero y las consecuencias? No todo era rosa. Era yo, a la que habían castigado por alzar la voz, a quien habían traído a detención, a la que iban a mandar a casa con un parte de expulsión.
-Pasa, y no se te ocurra vacilarle al director, que con lo maleducada que eres, te veo capaz.
Cerró la puerta del pasillito interior y me quedé en silencio, sola frente a la enorme puerta donde un grabado en negro rezaba "Despacho del Director". Tan quieto, recto y limpio que parecía el pasillo de sentencia.
Me levanté y llamé a la puerta con tres flojitos toques de nudillos.
Nunca había visitado el despacho, ya que (por lo general) era una buena chica y no me solía meter en líos. Nunca me habían pillado, y tampoco conocía al director. Llevaba pocos meses en el cargo y no tendía a pasearse por los pasillos, se rumoreaba que era un señor muy privado y reservado.
No me sentía culpable de mis actos, pues aunque había ido contra las normas había sido por una buena causa.
-Adelante -instruyó una espesa voz, estable, y tan calmada que no parecía que me fuera a reprender-. Cierra la puerta cuando entres.
Empujé la puerta y entré de espaldas como intentando retrasar el encuentro. No vi el momento de soltar el pomo y confrontar al director, pero exhalé sonoramente y me giré con la barbilla bien alta, lo que ahora creo que fue un gran error de soberbia; algo que encendió una chispa peligrosa en la habitación.
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Éxtasis y chocolate ; jjk, cew [+18]
FanfictionDicen que las normas están para romperse... Min Hyejin no es una estudiante rebelde ni tampoco una santa, pero un día decide alzar la voz en el instituto y quejarse de las injustas normas sobre la falda del uniforme. La vida no solo le da una reprim...