25. Despacito

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Hyejin

Me quedé en blanco mientras Eunwoo me guiaba al sofá beige. Me hizo sentarme en el borde y él se colocó sentado detrás de mí, sus piernas kilométricas a mis lados. Los pelos erizados de mis brazos sugerían muchas cosas: nervios por la cercanía e incertidumbre de qué iba a pasar, pero también un gran agobio existencial permanente que vivía en mi garganta, en forma de nudo.

Solo pensaba en Jungkook. No solo nos acababa de ver muy juntitos, sino que también se me había caído la colilla a su terraza. Sabía que contento, desde luego, no estaría. Y en lo más profundo de mí, temía que se acordara y ejerciera su injusto trato. También pensaba dónde narices se había sacado la carrera de Psicología, debía ser en la Universidad de los Deseos, porque en otra... Cuanto más lo pensaba, más red flags veía en la personalidad y acciones del director. Demasiadas. ¿Por qué las ignoraba?

Eunwoo

Hyejin estaba perdida y jodida en sus pensamientos. No avisé y puse las manos en la rígida curva que trazaba sus hombros, sabiendo que necesitaba una distracción, que desde luego, yo le iba a dar. Aprecié su piel suave y cálida bajo mis palmas, frotando hasta lo que su blusa me permitía. Lo poco que pude tocar, lo noté más duro que una p...(piedra).

-¿Te quitas esto? -fui muy cauteloso para no presionarle y esperar.

Se quitó la blusa y la dobló en el aire, y me fijé en sus brazos tonificados. Se quedó con una camiseta de tirantes negra. Me lamí los labios y me mordí la lengua a propósito, simplemente absorbiendo las vistas. Me crují las manos y el cuello en un intento de que mejorara mi concentración al tener las vistas que tenía.

-No me va a doler si aprietas -avisó dura, apartándose la mata de pelo a un lado.

-Tienes buena espalda -comenté, un poco distraído con los lunares que bajaban por su piel. Me recliné hacia atrás para apreciar mejor lo que me gustaba que se me sentara así entre las piernas...debilidad de hombre. Fui incapaz de disimular el deseo y gusto que habitaba en lo más profundo de mí (y en mis pantalones), como un gran elefante en la habitación: se veía, se notaba-. Empiezo, eh -le advertí, poniéndome recto para hacerle correctamente el masaje. En ese momento me gocé la diferencia de altura, porque pude ver dos buenas montañas. No me caí muerto porque estaba sentado, y simplemente espiré profundamente.

Empecé acariciando sus hombros, su trapecio, toda su espalda, y cuando apliqué más presión, algunos puntos crujieron.

-Joder -cada suspiro de alivio de Hyejin era una pequeña satisfacción. Me empezó a gustar oír ese tono sensual y crudo, y enganché los pulgares con precisión en sus rígidos hombros para que se repitiera.

-Tienes esto durísimo -comenté un poco tonto por el doble sentido, apreciando el perfume que se había aplicado detrás de la oreja. Me estaba poniendo burro estar a centímetros de su piel, y no decía nada por miedo a soltar alguna parida de heterobásico. Oí que se rio, tal vez porque había notado lo excitado que estaba contra su espalda baja. Joder hermano. Después de medio minuto haciendo el bobo, sin aviso ni autocontrol, presioné las palmas sobre su clavícula para recostarla contra mi pecho.

-¿Uy? -inquirió confusa con el cambio.

Pasé las manos por sus brazos, pequeños contra mis manos largas, masajeando su estrés fuera. Su pelo me caía por el pecho y se enredaba en pequeños torbellinos contra mi camiseta, y el tacto contra Hyejin me (re)ponía.

-Qué bien se está así -le eché un par de huevos y pasé mis largos brazos por su estómago, en un abrazo de adultos, y recostándonos mejor en el sofá. La realidad era que le tenía unas ganas terribles a Hyejin y que me estaba poniendo duro duro duro con tantos estímulos de su cara, reacción, perfume, piel, etc. . Lo único en lo que pensaba era en darle un buen beso, porque el primero me supo a poco por la localización (cuartito de materiales de Educación Física).

Éxtasis y chocolate ; jjk, cew [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora