3. Sí que jode, sí

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Hyejin

Me quedé procesando su choque y su "jode, ¿verdad?" con sarcasmo incluido.

Imbécil. 

Se fue al armario del fondo, donde sacó un repuesto pulcramente plegado: una falda con sus medias. 

Espero que no se cumpliera nada de lo que estaba pensando.

Lo dejó caer en su escritorio.

-Quítate lo que llevas y cámbiate -ordenó, cruzándose de brazos con su traje. Se le marcaron los bíceps.

Me quedé mirándole confundida, con una palpitación de mal presentimiento. Al ver que no respondía, inclinó la cabeza de forma analítica, sus ojos bien fijos en mí. Dio un cambio totalmente narcisista.

Se puso las gafas y se alejó a la estantería del fondo. Cogió un libro fino antes de darme la espalda. Estaba increíblemente confundida y parecía tonta.

-En cuarenta segundos exactamente me giraré -explicó, y aunque estaba lejos, sentía su mirada arder a través de las gafas-. Si no tienes el uniforme reglamentario puesto para entonces, mandaré tu carta de expulsión a tus padres. No me defraude, Señorita Min.

-¿Pero...no se va a ir de la habitación? Privacidad... -mi voz se fue perdiendo ella sola frente el silencio y vacío al que me forzó-. Director... -insistí...pero de nada sirvió.

Pasar una página fue su contestación.

No le veía la cara y comencé a dudar muchísimo de su profesionalidad, pero la sonrisa ladina que surcaba sus pómulos me intrigó.

¿Qué ganaba él con esto? ¿Superioridad, ego? ¿Por qué quería que me cambiara ya? ¿Era impaciencia? ¿Quería ejercer su poder supremo?

-Director, por favor... -le pedí que me escuchara, con la falda entre mis manos temblorosas.

-Le quedan treinta segundos, Señorita Min -anunció gélido, aunque advertí el disfrute más sutil en su voz.

¿Iba en serio? ¿Me iba a hacer vestirme aquí?

-No mires -le reclamé sobrecogida, esta vez sin honoríficos.

Pasó otra página, y me pregunté cuántos segundos me quedaban. Estaba temblando.

Me puse de los nervios y me apresuré en bajar el pantalón intentando hacer el menor ruido posible. Cogí las puñeteras medias y me las subí todo lo que pude, ignorando el airecillo de la ventana que me dio un lengüetazo en las bragas. Me puse la falda lo más baja posible, y tras unos segundos de sentirme rara y comprobar que él seguía leyendo, me senté tan bruscamente que casi tiro la silla.

Me ardió la cara de la vergüenza.

-¿Has acabado?

-Sí -dije bajo, con las manos sobre los muslos, ahora desnudos. Se sentía raro.

Dejó el libro donde estaba y se acercó a la silla de nuevo, pero a mi silla. En vez de sentarse en su silla al otro lado, se apoyó en el escritorio, frente a mí y demasiado cerca para mi gusto. No era una distancia de seguridad profesional, desde luego. Me recordaba más a algún vídeo pornográfico donde la chica le iba a hacer una mamada al profesor.

Sentí algo bajar entre mis piernas. 

Tampoco había que fijarse demasiado en que el director iba al gimnasio a cuidarse. Intenté no mirar sus piernas atléticas, a pesar de que estaba muy difícil. Era...extraño que el director fuera tan guapo, le daba muchas licencias no-escritas.

Tragué saliva, todavía un poco mareada por el golpe en la nariz durante el patio. Por su culpa, que había frenado cuando yo caminaba tras él. Seguro que ni siquiera se había dado cuenta.

Éxtasis y chocolate ; jjk, cew [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora