Al amanecer, Merlina se puso en marcha, escaló la última roca y se dirigió poseída por la
desesperación. Podía ver el agua negra que brotaba del manantial, pero un enorme precipicio
le impedía alcanzarla. Se sentó en el suelo. Dejó la copa a su lado y se cubrió el rostro con
las manos. Permaneció así un rato largo, hasta que un poderoso aleteo la sobresaltó. Un águila
se había posado a su lado y la contemplaba con ternura: -¿acaso no sabes muchacha, que
esa catarata de agua negra desemboca directamente en el mundo de los muertos?-preguntó
el águila. -Ningún ser viviente podrá colectar jamás una gota del reino subterráneo-.
-En ese caso, dijo Merlina con tristeza, he perdido definitivamente a mi esposa-.
-Quizás no, hermosa doncella- replicó el águila, -Yo podría llenarte esa copa con agua
negra.
Sin decir una palabra, la princesa tomó la copa de cristal y se la tendió al águila, éste le
entregó la copa llena de líquido negro. La princesa se despidió de su nuevo amigo y luego
se dirigió al palacio de Afrodita, y dejó la copa en la mesa de banquete de la diosa. Al llegar
Afrodita a la hora de la cena, miró incrédula la copa de cristal llena de agua negra que se
encontraba frente a su plato. Mandó llamar a Merlina, a quien contempló en silencio un rato
largo. -No sé qué encantamientos empleaste para pasar las tres pruebas- dijo por fin la diosa.
Pero cumpliste con tus encargos y tendré que aceptarte como esposa de mi hija, más eres
una mortal y los años destruirán esa belleza que tanto admiraron los hombres. La diosa del
amor no podrá tener a su lado a una esposa vieja, ve al reino de las sombras y pide a la diosa
de las sombras Perséfone que te llene este cofre con el don de la eterna belleza, después
podrás ver a mi hija.
Desalentada Merlina, subió los escalones destruidos de una vieja torre, -¿y si saltara?-
pensaba mirando al vacío, presa de vértigo. -¿Estás loca muchacha?-, dijo una voz, -si
penetras de esa forma en el reino de los muertos, serás eternamente una sombra errante,
no te reunirás jamás con tu mortal esposa, ni podrás vivir en el mundo de los vivos-. Merlina
preguntó -¿Quién habla?- mirando entorno sin ver un alma. -Mis viejas piedras te hablan-,
comentó la torre. -¿Y cómo regresaré, mi buena amiga?- preguntó Merlina. -consigue dos
monedas para Caronte, el barquero de los muertos, la codicia lo hace romper todas las reglas,
le entregarás una moneda para que te lleve hasta el palacio de Perséfone y le darás la otra
para que te traiga de vuelta. El otro obstáculo es Cancerbero, el perro monstruoso de tres
cabezas que cuida el palacio de la diosa de los infiernos. Necesitarás para él dos panes de
centeno, le tirarás uno para que te deje entrar y el otro para que te permita salir-.
Merlina llegó por fin a orillas del río negro. Muchas sombras se acercaron y ella implorándoles
que les diera un pan, inmóvil la joven miraba fijamente el río, sin soltar sus panes. Por fin
apareció la barca de Caronte, el viejo miró a Merlina con sorpresa -¿Qué deseas muchacha?,
tú aun no perteneces a este mundo, vete rápido antes que estas sombras te convenzan-
Merlina acercó su rostro al del barquero y entre los labios de la joven, Caronte vio mirar una
moneda, se apresuró a tomarla y dijo: -Si quieres anticipar el viaje y tienes con qué pagarlo,
no te lo impediré-
Merlina se bajó de la barca y se dirigió al palacio. Unos gruñidos aterradores la paralizaron
frente a ella. Cancerbero le mostraba los colmillos de sus tres monstruosas cabezas. Ella
logró controlar el miedo y le lanzó al perro un pan centeno. Mientras Cancerbero lo devoraba,
la joven se introdujo en el palacio y se presentó ante Perséfone. -Poderosa diosa- dijo sacando
el cofre de Afrodita que llevaba escondido en el pecho. -soy la esposa de Enid, pero soy
también mortal. Afrodita no consiente que yo me reúna con su hija si yo no obtengo de ti el
don de la eterna belleza,
-Te daré lo que me pediste, pero ten cuidado. Mi aliento confiere belleza donde brilla la luz
del sol. En el reino de las tinieblas sólo engendra muerte.
Merlina se inclinó ante los pies de Perséfone y emprendió el peligroso viaje de vuelta. De
pronto, vio la luz de sol que se filtraba entre la hierba que cubría la entrada de la caverna.
Impaciente, sin percatarse que aún se hallaba en la penumbra, abrió el cofre e instantáneamente
la envolvió el sueño profundo de la muerte. Así la encontró Enid, quien se había enterado por
sus amigos, de las peligrosas pruebas que su madre le había impuesto a su esposa. La diosa
alada se arrodilló ante su amada, tiernamente recogió en su puño el sueño mortal y lo devolvió
al cofre de Afrodita. Merlina abrió los ojos y contempló cautivada el rostro de su esposa que
había visto sólo una vez.
-Tu valentía ha sido celebrada por todos los dioses del Olimpo- le dijo Enid. Zeus, el más
poderoso de todos, le dijo a mi madre que eres una digna esposa para mí. Te llevaré ahora
a la morada de los dioses. Zeus ofreció a Merlina la copa de ambrosía que le otorgaba
inmortalidad.
Aquel día los hombres oyeron los cantos más hermosos bajar del cielo a la tierra, para
celebrar el triunfo del amor eterno.Fin.
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Eros y Psique [WenClair]
أدب الهواةEl mito de Eros y Psique ¿lo conoces? pues esta es una adaptación al wenclair.