Capítulo 18

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¡Advertencia! - Mención del suicidio.

Aquel día sería, hasta el momento, el más importante para ambas jóvenes. Era el día donde Roseanne manejaría nuevamente por la calle donde se le había arrebatado la vida hace ya casi un año. Nuevamente iba en compañía de Jennie.

Aunque ya había pasado ciertos meses donde la rubia había vuelto a manejar, esta solo manejaba a los sitios cercanos y menos transitados. En todos esos meses, nunca se atrevió a caminar, menos manejar, otra vez por esa calle central.

El motor se prendió, la radió sonó y el auto comenzó a avanzar al momento en que Roseanne empezó a manejar.

Park apretaba el volante fuertemente, enterrando sus cortas uñas en el proceso. Por otro lado, su copiloto apretaba aquella pelota antiestrés amarilla, ocultándola bajo sus brazos cruzados.

Las primeras calles fueron tranquilas, apenas pasaban algún que otro auto. Pero al momento de doblar en la sexta calle, los nervios y tensión aumentaron.

El auto se detuvo por el semáforo rojo junto a muchos otros autos. Veían pasar camiones, buses y otros vehículos moverse frente a ellos, aprovechando el semáforo en verde de la dirección contraria.

El color del semáforo cambió a amarrillo. Roseanne aguantó la respiración y apretó más fuerte el volante con una de sus manos y la palanca de cambio con la otra.

—Roseanne —nombró aquella voz que la tranquilizaba siempre. Miró a Jennie con claros nervios— Puedes hacerlo, tranquila —la mencionada asintió y volvió su vista a la calle frente a ella.

El semáforo cambió a verde.

Los autos empezaron a avanzar.

El sonido de la radio se volvió baja ante los oídos de Roseanne. Ahora solo podía escuchar sus latidos. Las bocinas de algunos vehículos de atrás, y el del motor de los demás.

El auto se movió por la calle, pasando justo por el lugar donde aquel camión chocó contra esos jóvenes que iban felices conversando, esperando dirigirse a casa como cada noche luego de sus jornadas de trabajo.

La voz del locutor de la radio volvió a escucharse, anunciando la hora una vez más. Las bocinas se disiparon y los latidos se calmaron al momento de cruzar aquella calle y seguir el camino sin interrupción.

Habían logrado pasar. Habían logrado cruzar la calle donde dejaron sus antiguos cuerpos, donde habían dejado atrás sus anteriores vidas únicamente por la irresponsabilidad de otra persona.

No soltaron suspiros aliviados, no todavía.

No fue hasta que llegaron al departamento que se permitieron sonreír y suspirar aliviadas.

—¡Lo hiciste! —exclamó emocionada Jennie, sonriendo feliz, soltando su pelotita antiestrés en el auto para abrazar a la rubia.

—Lo hicimos —dijo Roseanne, mirando sonriente a la copiloto, correspondiendo el abrazo.

Ambas se miraron con sonrisas, separándose solo unos centímetros.

Y en el momento que Jennie pensaba volver a esconder su cara en el hombro de la menor, la rubia no se lo permitió al haberle tomado de la cara con una de sus tiernas manos.

¡𝑬𝒔𝒕𝒆 𝑵𝒐 𝑬𝒔 𝑴𝒊 𝑪𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐! - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora