Capítulo 16

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Desde que había vuelto a la vida, muchísimas cosas cambiaron. No era únicamente el hecho de que, ahora, ambas chicas debían planear como volver con sus familias y trabajos. Sino que también sus cuerpos, principalmente sus cuerpos.

Antes tenían la gran notoria excitación, y ahora eso no existía. Pero había algo más notorio en las mujeres que en los hombres: La menstruación.

Cuando Roseanne era Jimin no sufría nada de eso, ahora era bastante incómodo, pero podía pasar desapercibida. Ahora ¿Cómo podía disimular su incomodidad? Porque tener una mancha de sangre consigo no era para nada fácil de ocultar, además era molestosa.

Pero eso no era lo peor, ahora se encontraba completamente excitada. No había estado imaginando cochinadas, ¡lo juraba! Al menos no hasta que Jennie empezó a pasearse por el departamento solo con una toalla ocultando desde sus hombros hasta por sobre la rodilla mientras iba secando su cabello castaño mojado con otra toalla.

Apenas empezó a sentir como su cuerpo quemaba y sentía una cálida sensación en su interior, tomó una almohada y se cubrió.

—Hey, ¿todo bien? —preguntó Jennie mirando a Roseanne preocupada. La rubia estaba roja como un tomate, hasta podía jurar que había empezado a sudar.

—¿Qué si estoy bien? Sí, perfectamente. —respondió nerviosa e incómodo a la vez la contraria. Obviamente no estaba ni por poquito "bien".

—Roseanne, estás roja como tomate, e incluso sudas. ¿Tienes fiebre? —preguntó preocupada una vez más la castaña, acercándose a su menor para poner su mano en la frente del contrario para determinar si estaba muy caliente esa zona.

Esa acción solo hizo peor todo para Park.

La menor agarró la manta donde dormía plácidamente Kuma, haciendo que el cachorro despierte de su precioso sueño.

Abultó toda la manta de manera desordenada y la puso sobre sus piernas para disimular mejor, quitándose la almohada.

—¡Estoy perfectamente! —gritó Roseanne mientras se levantaba rápido, caminando de una manera extraña por el pasillo para encerrarse en su habitación.

Jennie frunció el ceño un tanto extrañada, más cuando escuchó como la rubia le ponía seguro a la puerta.

—Bien... Pediré comida —avisó mirando la puerta de la menor, sin recibir respuesta. Frunció más el ceño cuando escuchó como de esta habitación empezaba a oírse música que en menos de dos segundos ya estaba lo suficientemente alto como para no escuchar las posibles acciones de su compañera dentro de esta.

Jennie no era imbécil, ella ya había pasado por la tan sonada "menstruación y su inevitable calentura", así que no era como si no se hubiera dado cuenta de lo que le ocurría a la otra.

Si pensó que era fiebre lo que tenía su menor, pero luego de su camina y su dedicación en ocultar su entrepierna, pudo llegar a la verdadera razón de todo.

Dejó sus pensamientos de lado cuando el cachorro de un ladrido le llamó, el cual le miraba como si estuviera quejándose.

—Perdón, pequeño, pero tu mamá Roseanne necesitaba esa manta. Ven, yo te daré otra —le habló, tomándolo en brazos para llevarlo a su habitación, donde no solo aprovecharía de darle una mantita a su cachorro, sino que también vestirse de una buena vez.

[🍀]

El timbre del departamento sonó, anunciando la llegada del repartidor de comida.

Jennie corrió hacia la puerta para abrirla, recibiendo en manos una bolsa con comida donde había distintas cajitas, unas para el pollo frito y otras para las papas fritas.

Una vez firmó lo que le pidió el repartidor, cerró la puerta y caminó hacia la mesa para dejar todo ordenado.

Justo en el momento donde estaba colocando platos y dos botellas pequeñas de cerveza fue cuando Roseanne decidió aparecer luego de haber salido corriendo, después de unos minutos de su habitación, hacia el baño para darse una ducha.

—Llegas a tiempo. La comida ya está —dijo Jen mientras sacaba las tapas de las botellas y se sentaba en una silla— ¿Ya estás mejor?

De inmediato las mejillas de Roseanne empezaron a colorearse de tono rojizo al igual que sus orejas.

—S-Sí, todo bien —respondió evitando la mirada de la castaña.

—Por cierto, mañana debemos ir a comprar cosas de navidad si es que quieres armar el árbol. —decidió cambiar de tema, tampoco era su intención incomodar más a la rubia.

—Oh, claro. Podemos ir luego de salir del trabajo —contestó. Luego de eso, ambas empezaron a comer, pero una duda seguía en la cabeza de Roseanne desde hace pocos días.

Hace dos días habían ido a hacer las compras de la semana al supermercado, pero se encontraron en la situación donde un chico empezaba a coquetearle a la castaña de manera "sutil".

De sutil no tenía nada, al menos no para la rubia que, obviamente, se dio cuenta de todo y no pudo evitar sentirse un poquito celosa, incluso cuando Jennie ignoró al chico totalmente.

Sabía que Jennie era atractiva, vamos que sí que lo sabía.

Permítanle ser un poco egocéntrica; Sabía perfectamente que tanto Jennie como ella eran atractivas para otros, incluso cuando eran hombres. Las propuestas de salidas y noviazgo no les faltaban.

Aun así, ninguna aceptó en ese momento ya que se gustaban y no querían salir con otras personas. Aunque, claro, ese detalle no lo sabía la otra porque sus enamoramientos eran secretos.

—Jen —empezó Roseanne, recibiendo un "uhm" por parte de la otra mientras este comía un trozo de pollo frito— ¿A ti te gusta alguien?

Jennie la miró y asintió con su cabeza mirando atentamente la mesa, así no se sentía intimidada mientras terminaba de masticar y tragar.

—Sí, desde hace un tiempo —confesó.

—¿Es una chico? —preguntó sintiendo como su corazoncito dolía. Ilusa.

—No, ya no lo es.

—¿Cómo? ¿Es alguien como nosotros? —la contraria asintió— Y... ¿Cómo es?

La castaña soltó una risita y esta vez le miró.

—Pues... Es amable, tierna, un poco tímida y bastante despistada ahora que lo veo. Físicamente es muy atractiva, rubia, de ojos no extremadamente grandes ni muy pequeños, lindas mejillas y sus labios son muy llamativos al igual que esponjosos. También tiene una linda sonrisa que oculta sus ojitos.

—¿Hace cuanto que la conoces? —esta vez preguntó ya dejando de mirar a Jennie, tomando una papita frita y jugando con ellas entre sus dedos.

—Buah, ya es un tiempo considerable. Casi cuatro años, desde la universidad —la rubia levantó la mirada frunciendo el ceño.

—¿Qué? ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿la conozco? —Jennie le miró atenta, suspirando un tanto decepcionada al ver que Roseanne no captó que hablaba de ella.

—Da igual, Rosie. Come antes que se enfríe —ordenó para dejar de hablar, escuchando como la rubia chasqueaba con su boca y se disponía a comer de mala gana.

Las indirectas no eran lo de Roseanne, aunque Jennie no quedaba atrás. De por sí las indirectas no eran lo de la otra. 

[🍀]

ay ola, miren quién volvió

¡𝑬𝒔𝒕𝒆 𝑵𝒐 𝑬𝒔 𝑴𝒊 𝑪𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐! - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora