☆UNO☆

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POV KAGOME

El clima era gélido.
Mis piernas dolían y estaban entumecidas de tanto caminar.
Momentos atrás un séquito de Naraku nos atacó y mi grupo se separó; ahora intento encontrar algún lugar donde resguardarme de la eminente tormenta que me sigue de cerca.
La nieve hace más dificultoso mi andar, pero a pesar de eso no quiero detenerme, no hasta estar a salvo.
A lo lejos, logro divisar la entrada de una cueva, y no pensé dos veces en dirigirme a ella, por lo menos podría esperar allí hasta que el clima cediera y pudiera continuar o que Inuyasha veniera por mi.
Estos últimos meses se ha comportado extraño, y su frialdad es cada más difícil de ignorar, pero a pesar de eso, estoy segura de que aún le interesa mi bienestar.

El camino se hace cada vez más largo,me siento mareada y débil, mi poder espiritual se está esfumando y mi cansancio apenas me permite seguir andando, hasta que así senti el frío de la nieve bajo mi cuerpo. Me estaba desvaneciendo y en mi pensamiento solo pasaba la idea de que a Inuyasha le hubiese ocurrido algo malo..

Desperté con pocas ganas, parecía que mi cuerpo pesaba más de lo normal, pero me sentía caliente y reconfortada; pues su estola me envolvía dándome una agradable sensación.
Miré alrededor y veo que me encuentro en una cueva, y más lejos de mi, Sesshomaru miraba hacia el exterior de ésta, con su clásica expresión intimidante.

-Al fin depiertas miko..- me dijo sin moverse de su lugar.

-Sesshomaru..- susurré.

-Te encontré no muy lejos de aquí. Estabas agotada- me interrumpió.

No solo me sorprendió que el me trajera, sino que aún estaba allí conmigo..

-Tu grupo no está muy lejos, pero la tormenta..no creo que sea prudente- se refería a mi condición.

Yo no era tan fuerte como ellos. Seguramente enfermaría aún peor si salía con lo débil que aún me encontraba.

-¿Te quedarás conmigo?- le pregunté sin pensar demasiado.

Lo mal que estaba pasándola con Inuyasha me estaba pasando factura y pedía desesperadamente algo de compañía.

-Hmp- solo me respondió y supuse que eso era un sí.

Esa tarde, pronto se volvió noche, y Sesshomaru estuvo a mi lado en todo momento, salvo cuando salió un instante para traerme algo de comer a pesar que fuera de la cueva, el cielo caía a pedazos.
No podría decir que hablamos mucho, en realidad yo conversaba y el me respondía en monosílabos, pero me sentí muy bien a su lado.


Mientras tanto..

-Sango, deberemos pasar la noche por aquí cerca- decía el preocupado monje viendo la gran tormenta que se acercaba a ellos.

-No. Inuyasha y Kagome están por ahí, tu espérame y volveré con uno de los dos- aseguraba la cazadora mientras montaba su querida Kirara.

-Después que pase la tormenta iremos juntos, Sango. - trató de hacerla razonar en vano

En silencio, la chica se dirigió al norte en busca de sus ausentes amigos.
Aunque Miroku quedó esperando allí, un sabor amargo invadió su boca.

Sango recorrió bastante distancia en pocos minutos pero logró ver la conocida vestimenta roja de su amigo cerca de un paraje lleno de árboles secos.
No dudó en bajarse de Kirara y llamarlo por su nombre, hasta que después de varios intentos él la miró de forma extraña.
Sus ojos se encontraban rojos, sus garras eran más largas de lo normal y su expresión daba miedo. Inuyasha estaba siendo controlado por su bestia y Sango tragó grueso por un momento.
Él se acercó hasta ella y la olfateó tal cual un perro, mientras la morena no se movía ni emitía sonido alguno,salvo el de su agitado respirar.

Cuando la chica quiso pestañear, Inuyasha la había arrinconado contra un árbol y sus manos se deslizaban sin control contra su apretado traje de combate.
En pocos minutos éste estaba rasgado en su parte superior, gracias a las filosos garras de inuyokai, dejando los voluptuosos senos descubiertos de la joven que a estas alturas gemia sonoramente.
Por un segundo Inuyasha trató de tomar el control y le habló al odio.

-Corre Sango..vete..- le rogó y freno su cuerpo para darle oportunidad de que se fuera rápido.

Pero lo que lo terminó por descolocar fue Sango misma fue quien terminó de desvestirse frente a su confundida mirada y fue lo que necesitó para volver a perder los estribos una vez más.

-Inuyasha...ahhh..- gemia si parar.

El híbrido tocaba todo su cuerpo sin reparo ni delicadeza, la giró y la dejó de espaldas a él, y pronto pudo sentir su miembro rozando entre sus glúteos.

-San..Sangooo.- gruñia en su oído para luego lamerlo.

Ella cerró fuertemente sus ojos al sentirse invadida por el enorme pedazo de carne que iba entrando sin cuidado por su apretado ano.

-Grrr...- Inuyasha la follaba como un verdadero salvaje mientras sus dedos tocaban sus heridos pechos que rozaban contra la dura corteza del aquel árbol.

-Aahh..ssiii..así...- la chica se había entregado totalmente a las sensaciones de placer de su nuevo amante.

-Vamos Inu..dame más!- la voz de Sango resonaba en el desierto lugar e Inuyasha solo gruñia enceguecido por la lujuria.

Hacía tiempo que entre ellos había una especie de juego en el cual sus miradas discretas y toques no accidentales encendió algo que ahora querían apagar, y nos les importó nada más.

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