☆TRES☆

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Mientras Sango e Inuyasha vagaban por el sentido contrario de sus amigos, la noche también llegó a ellos, y la discusión seguía latente como el primer momento desde que la habían iniciado.

-Tu también eres culpable, basta de querer echarme toda la culpa- Sango estaba demasiado enojada.

-Te diste cuenta que mi bestia me dominó y aún asi seguiste con..seguiste con eso, Sango!- retrucaba el híbrido en el mismo tono.

-Ahora somos tu y yo, y no podemos cambiar lo que hicimos- enfatizó la última palabra con bronca.

-Conseguiré el perdón de Kagome a como dé lugar. Sé que me perdonará, ella lo entenderá- se autoconvencia a sí mismo.

La mirada fulminante de Sango le dió a entender perfectamente que en ella no existía ni un ápice de remordimiento o culpa. Así que siguieron caminando hasta dar con una vieja choza abandonada la cual serviría como refugio para pasar la fría noche.

...Al otro lado del bosque...

-No- simplemente decía el orgulloso demonio blanco.

-Sesshomaru, por favor! Entiende. Nos matarán en poco tiempo si no accedes!- renegociaba una alterada azabache.

-¿Y?- preguntó despreocupado

-Grr! Somos amigos y debería importante si algo me pasa!- le gritó enojada

Ante la mención de una amistad entre ellos, Sesshomaru solo levantó su ceja algo sorprendido por curioso adjetivo que ella tenía de él.
Miroku era otro descolocado en aquella extraña escena.
¿Kagome, Sesshomaru, amigos? Este día sin dudas era bastante paranormal para todos.

Kagome estalló en pocos segundos y se quebró en un llanto lastimoso y bastante sonoro. Entre lágrimas y mocos le trataba de explicar a Sesshomaru, porque había decidido viajar sin su hermano a su lado. De aquella explicación muy poco se le entendía, pero cualquiera podría notar el disgusto con el cual lidiaba la chica.

POV SESSHOMARU

No tolero escucharla. No puedo soportar verla llorar, más allá de la molestia que causa a mis sensibles oídos con su aguda voz, mi pecho arde con una sensación diferente, amarga.

-Ya cállate. Está bien- accedí y realmente pienso que estoy enloqueciendo.

Ella saltaba y gritaba eufórica, sonriente alrededor del otro humano.
Del llanto extremo a una felicidad desbordante en cuestión de segundos.. seguramente la humana había perdido la razón, y sé que no soy un especialista en la materia.

-Habrán condiciones- le hablé, logrando su completa atención mientras asentía exageradamente.

-Ambos, se volverán más fuertes. Iremos a mi castillo y serán entrenados por los mejores del Oeste- no me place estar cuidando dos humanos inútiles,  tenía que volverlos más fuertes.

-Y una cosa más, harás lo que yo diga, donde quiera y cuando quiera, sin quejas ni objeciones- ella parecía dudar pero no por mucho tiempo, ya que aceptó nuestro trato colgándose de mi cuello desvergonzadamente.

Después de explicarles que el camino al territorio del Oeste sería de unas dos semanas, decidí pasar la noche en el bosque con ellos. Ya los había aceptado, no me quedaba de otra que cumplir con mi palabra; después de todo mi honor era lo primero en mi años de vida.
El monje se alejó al río que estaba cerca de nuestro paraje, para tratar de conseguir algo de comer y me dejó a solas con aquella curiosa mujer.

-No se como agradecerte Sesshomaru- me dijo mientras acomodaba unos leños para prender fuego.

-Hmp- salió forzado de mis labios.

-Es verdad, te estaré en deuda siempre, tú resultante ser mejor que tú hermano en muchos sentidos- a pesar de la tenue luz de la hoguera, noto su sonrojo y sus ojos cristalinos.

-Es época de celo yokai. No es fácil resistirse a los impulsos, cuando eres débil- nose porqué le expliqué

-No me parece excusa, esto viene desde antes y pude aceptarlo solo después de verlos..asi- junto ambas piernas para abrazarlas con sus brazos y siguió indagando. -¿Y tu como haces para resistirte a esos "impulsos"?- se animó a preguntar 

-Yo no soy débil. Además no he sentido tal deseo por nadie, como para perder los estribos- le confesé.

-Ya veo..- susurró y parecía decepcionada

-¿Puedo preguntarte algo..personal?- volvió a hablar.

Solo la miré esperando a que preguntara lo que la mantenia nerviosa, ya que sus manos no dejaban de moverse por sí solas.

-¿Te parezco una mujer deseable?- soltó sin más.

-No- le contesté sin demora.

No entendía como esta humana en particular podría cambiar tanto sus emociones en tan poco lapso de tiempo. Rin no era así, y solo podía compararla con ella, ya que era la única humana que toleraba cerca.
Con el rostro encendido, y las lágrimas ya cayendo por sus mejillas, se disculpó y salió corriendo..

-Mujer loca- murmuré estresado.

Al cabo de una hora, el monje apareció con unos peces que logró sacar del frío río. La nevada estaba cediendo pero aún el clima era muy frío y el conseguir comida se hacía difícil con ese panorama.
Noté que volvió solo, quise ignorarlo pero no pude quedarme tranquilo.

-¿Dónde está la miko llorona?- le pregunté al monje que saltó solo de escuchar mi voz a sus espaldas.

-Sesshomaru sama, ella pidió privacidad, quería asearse a orillas del rio- explicó brevemente

-Miko estúpida- y salí en dirección al aroma que se hacia más fuerte a medida que me iba acercando.

Su piel jugaría una competencia con la misma luna, totalmente pálida y perfecta, sin marcas, ni un poro podía notarsele a pesar del frío y su desnudez completa.
Su cabello era brillante, negro tal cual la noche y la armonía con la que se bañaba en la orilla, parecía practicada desde antes.
Me encendió la sangre, nubló mis pensamientos solo al girarse y darme una primera plana de sus pechos con algo de sus cabellos sobre ellos..por primera vez en mi vida experimenté la necesidad.

En micro segundos me vi a su lado, ella nerviosa, tratando de taparse y gritando mil cosas de las cuales no escuché ni la mitad..

-¿Porqué rayos me miras así, pervertido?- fue lo que más repetía -¿que tanto miras a una humana que no deseas?- siguió gritando.
Su orgullo estaba herido, y lo dejó en evidencia.

-Cambié de parecer..- bastó solo decir eso, para callarla de una maldita vez.

La jalé de su brazo contra mi y la acerqué a mi cuerpo, éste parecía calentarse al instante que realice esa acción.
Puedo oler su nerviosismo, su pudor y algo más...

-Te haré mia- le aseguré sin pedirle permiso y la besé.

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