☆OCHO☆

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  - Qué..mmm..¿dónde estoy?- Kagome despertaba sintiéndose confundida, pero bien descansada.

Su visión algo nublada pudo divisar el perfecto rostro que la acompañaba en silencio.
Sesshomaru estaba a su lado, con una especie de bata de fina seda, parte de su ancho pecho estaba al descubierto, y su postura relajada le dió una sensación de total intimidad entre ellos.
Un poco intimidada por la situación, se sentó de golpe y un mareo le hizo quejarse.

  - ¿Estás bien?- preguntó el peliplata

  - Eh, si. Creo que si. Creo que la siesta me sentó mal- sonrió despreocupada

  - En realidad llevas durmiendo tres días-

La azabache no podía entender a que se refería. Pronto los recuerdos la azotaron como si fueran interminables. Ella sobre el balcón. A la vista de miles de soldados. Sesshomaru sobre su cuerpo y como profanó su templo femenino sin ninguna delicadeza.
Por unos segundos se enfadó pero su amante comenzó a explicarle la situación ante la inminente explosión de su poder sagrado.

  - No pude contenerme. Lamento que fuera de esa manera. Por cientos de años controlo la época de celo pero contigo me fue imposible hacerlo..-

Escuchar al yokai disculparse le hizo sentir algo en su interior que desconocía...

  - Quería que fuera algo especial- admitió exhalando el aire contenido en sus pulmones.

  - Podemos hacerlo como desees a partir de hoy. Después de todo necesitamos intimar más seguido-

Kagome se sonrojó pero le pareció extraño que usara la palabra "necesitamos".

Temió preguntar,pero el demonio se adelantó antes que ella pudiese seguir indagando.

  - Ese día te marqué como mi pareja. Estamos unidos, si algo te pasa simultáneamente me sucederá a mi y viceversa, en pocas palabras, eres mi esposa ante las leyes yokai-
Kagome no acreditaba lo que escuchaba..  -Además necesitarás mi energía demoníaca para nuestro cachorro que llegará en la primavera- terminó por decir.

Para ese momento el mundo parecía detenerse. Su poder sagrado se iba incrementando poco a poco, logrando que Sesshomaru se pare a un lado de la cama.

  - Miko..- susurró

  - ¡¿A caso no se te ocurrió antes preguntarme si quería embarazarme?!-

  - Miko!!- gritó al presentir que eso no terminaría nada bien.

Furiosa, desde su interior una luz violeta simulaba salir en cualquier momento, amenzando la seguridad de cada yokai en el castillo.

  - ¡Kagome! Basta! Nos purificaras a todos!- eso último la hizo recapacitar.
¿Que culpa tendrían los demás?

  - Vete! No quiero verte Sesshomaru- El demonio no podía creer que esa humana lo estaba echando de su propios aposentos.

  - Déjame sola o no respondo de mi- dijo por último, antes que sumamente ofendido se retirara dando un fuerte golpe en la puerta, dándole la privacidad que quería.

Kagome no soportó más y se echó a llorar desconsolada. En sus planes aún no estaba ser mamá. Aún era muy joven, quería terminar sus estudios..aún tenía mucho por hacer.

Por dos días más se negó a salir de la habitación, al único que recibió en los aposentos fue a su amigo Miroku,  quien le habló sincero y de una manera muy dulce.

  - Los yokais son muy distintos que nosotros Kagome, Tori me ha instruido mucho acerca de eso y Sesshomaru te hizo su compañera de una manera egoísta si, sin consultarte pero te entregó su alma; si algo te sucede ,él también sufrirá. Sesshomaru te ama, a su manera y bajo sus costumbres pero te ama- fue la opinión del monje que limpiaba sus lágrimas

  - Te has vuelto muy cercano a Tori- dedujo ella.

  - Me gusta mucho. Y hace poco aceptó que la cortejara. Me siento feliz con ella así que no dudo que en poco tiempo mis hijos jueguen con los tuyos por el castillo-

Kagome sintió calidez al imaginarse esa  escena, y sonrió inconscientemente.

  - Vé y habla con tu esposo Kag, el está preocupado por ti-

  - ¿Como crees eso?-

  - Porqué fue él quien me pidió que viniera a verte- esa confesión la acongojó.

Y pocos minutos después salió de su hermetismo buscando al yokai siguiendo su tremenda presencia.
Sin permiso entró a una especie de biblioteca en la cual Sesshomaru la miraba algo sorprendido.

  - Quería hablar contigo- dijo algo agitada.

  - Lo siento- dijo él

¿Que? ¿Sesshomaru pidiendo disculpas? Eso sí era algo increíble.

  - Debí preguntarte antes-

  - Yo también lo siento. Quiero ser la madre de tus hijos, es que solo quería esperar un poco más...- admitió ruborizada.

  - ¿De mis hijos?..Apenas hicimos uno y estás pensando en más cachorros?-el yokai aprovechó la situación para bromear un poco.

La morena no sabía dónde meterse, sintió pudor al haber admitido algo así, pero su ahora esposo no le permitió pensar demasiado, en pocos segundos quedó a su lado y la besó con paciencia y delicadeza.

  - Vamos- y le tendió su mano

Bajo la confundida mirada de la chica le explicó sin nada de pena.

  - Al tener mi sangre,  el cachorro necesita de mi energía demoníaca para desarrollarse sano. Además quiero mostrarte como puedo ser delicado contigo..- refiriéndose al sexo.

Embobecida, Kagome asintió y solo siguió sus pasos.

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La mezcla de energías se sentía en cada rincón del castillo.
Kagome sudaba mientras se quejaba al recibirlo pero daba todo de sí,  para soportar semejante intruso dentro de ella.
Sesshomaru iba despacio, se notaba como intentaba controlarse y verls extasiada bajo su cuerpo no ayudaba en nada; sus caderas se mecían con un compás delicado y tortuoso.

-Ohh..Seshhh- las manos de Kagome rasguñaron la enorme espalda a la cual se aferraba con desespero.

El cabello plateado caía como cortina sobre ella, como si de un velo divino se tratase. La boca de su amante se detuvo particularmente en sus senos, alternando una lamida con alguna mordida que causaba cien espasmos a la vez.

Jamás se había imaginado esa situación con él. Sesshomaru Taisho, Lord de Oeste y el más temido yokai de la era se había perdido haciéndole el amor con delicadeza y sobre todo dedicación, robandole gemidos de placer, suspiros de extasis se entregó a un avasallante orgasmo que la dejó en otra dimensión.

-Ahh Kami! Kamiii..- exclamó liberando de sus poros una generosa descarga de energía sagrada.

Lejos de lastimarlo, Sesshomaru aceptó su energía la cual se fusionó a la su poder demoníaco, volviéndose una sola.
Estaba echo. Eran uno solo, en cuerpo, alma y energía...habían llegado a lo que ningún demonio y miko habrían echo jamás.
La noche los sorprendió mientras se seguían entregando y jurandose amor...y Kagome, nunca se había sentido tan plena como en esa oportunidad.

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