☆SEIS☆

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La luna nueva llegaba al Shingoku, junto con esa fase la humanidad de Inuyasha aparecía para borrar sus facciones de yokai.
Por persuasión de Sango quedaron esa noche en un bosque alejado de alimañas y posibles enemigos, dado su vulnerabilidad siendo humano, arriesgaban demasiado si esperaban cerca de las aldeas.

-Me daré un baño, ¿me acompañas?- sugirió la castaña en tono seductor.

-No. Hazlo tu primero- Inuyasha trataba de esquivar cada insinuación de su compañera, siendo cada vez más difícil llevarla a raya.

Sin vergüenza, Sango se desvestía con lentitud y sensualidad bajo la mirada oscura del ahora hombre, y por su expresión se notaba la incómodad sumando la mandíbula apretada podía ser una buena señal para ella.
Se dió su baño a orillas del río sin dejar de brindarle una escena pero lo último colmo la paciencia del joven.
Sango se tiró prácticamente en sus brazos y comenzó a besar su cuello con húmedos lametasos que lo hicieron erizar.
Sin poder soportar más Inuyasha, entre el deseo y la rabia la volcó sobre su cuerpo y con una voz desconocida le dijo

-Si tanto quieres ser mía, lo haré. Pero solo por hoy-

Convencida de ganar esta batalla, la chica lo envolvió con su brazos y lo atrajo para un beso demencial. La temperatura fue subiendo de a poco, los gemidos y las caricias se escuchaban sin tratar de mantener la discreción.
Inuyasha bajó su hakama y en un rápido movimiento entró en ella haciéndola chillar por la brusquedad que la había tomado. No era virgen, pero era bastante grande y acostumbrarse a él no le fue fácil.
Lo recibió con pizca de dolor y mucho placer, abría las piernas cada vez más para que la profundidad de las embestidas fueran más certeras.

-¿Querías que te follara así, no?- Inuyasha caía bajo la hermosa sensación de la lujuria.

-Ohh! Siii.. hazme tuya Inuyasha!- exclamaba para incentivarlo

-No querrás que te folle nunca mas- el hombre parecía hablar con cierto rencor.

-Marcame!- exigió Sango pero fue tarde para notar cierto detalle.

Inuyasha estaba en su fase humana.
No podría marcarla y volverla su compañera. Así funcionaba el enlace yokai y como hombre quizás solo con suerte quedaría embarazada esa noche.
Además que una vez echa la marca, no se anulaba, salvo que uno de los dos muriera, era un ritual tan poderoso, que ligaba la vida de los dos involucrados para siempre.
Si algo le sucediera a él,  ella también moriría.
Rogó para sus adentros mientras Inuyasha llenaba su interior de esperma, pero la oportunidad de ser la compañera definitiva del mestizo tendría que ser aplazada.
Ambos cubiertos por el sudor, dejaron que sus respiraciones se calmaran e Inuyasha fue el primero en cortar el silencio.

-Esto estuvo mal. Otra vez..-

-Vamos Inuyasha. Lo gozaste tanto como yo, espero que para la próxima vez pueda llevar tu marca en mi- mencionó sonriente y satisfecha.

-¡¿Mi marca?! A la única mujer que he querido unir a mi para siempre es a Kagome! Y mira a lo que me has llevado!- gritó enfadado

-Yo no te obligué a nada! Tu también me deseas! Además ¿que tiene esa mojigata que yo no? Dímelo!- la discusión subía de nivel para terminar con Inuyasha juntando sus pertenencias.

-¿A dónde vas?- preguntó extrañada

-A buscar a Kagome! A rogar su perdón y que me acepte como su compañero- explicó.

-¿Me vas a dejar sola?- fingió lloriquear.

-No. No lo haría. Ven conmigo y también podrás disculparte y recuperar su amistad-

Sango de mala gana se levantó y se preparó seguirlo.
~A quien le importa su amistad ~ pensó la castaña.
Pero en el viaje de vuelta seguramente tendría oportunidades para hacer lo que tanto la había encaprichado.

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-Déjame a solas con mi hembra- exigió el Lord a un Miroku que corría por las melezas hasta desaparecer por completo.

-Sesshomaru,  estamos muy cerca de llegar. Estoy cansada y...-

-Lo que yo quiera, cuando yo lo desee- le recordó su pacto.

Con su pecho al descubierto se acercó a la chica que ya estaba completamente sonrojada pendiente del próximo movimiento del yokai.

-Tócame- le pidió.

Kagome lo miró confusa.

-Tócame miko- y tomó una de sus manos y la guió por su duro abdomen.

Una escasa descarga espiritual hizo chispas al rozar la piel del demonio.

-¿Te dolió? Lo siento..-

-No. Es tu energía sagrada, que se está sincronizando con la mia- le explicó con algo similar a una sonrisa.

La azabache no podía entender cómo. Pero la sensación era maravillosa.
Siguió haciendo lo que Sesshomaru le había pedido y tocó sus brazos, su espalda, y cerca de su abdomen se detuvo nerviosa.

-Hazlo- le ordenó sabiendo de lo que se trataba

Su erección estaba palpitando a distancia.
Sin saber bien como proseguir, tomó coraje y siguió sus instintos; y con su mano abrió paso bajo las prendas del peliplata.
Éste largo una especie de gruñido al sentir su miembro rodeado de la piel suave de la sacerdotisa.

-¿Así.. así esta bien?- preguntó.

-Si-

La mano de Kagome envolvió su pene y comenzó a bombearlo suavemente. Era tan duro y suave a la vez, que sintió mojarse su entrepierna.

-Arg..- Sesshomaru no trató de ocultar el placer que sentía al ser tocado.

La intensidad fue aumentando a medida que Kagome se entusiasmó en querer ver tan doblegado al gran Lord. Se sentía poderosa, lo tenía a su merced y eso era estupendo.

-Así que..¿tu hembra?- se atrevió a cuestinarle

-Lo serás.- su monólogo en estas situaciones, desesperaba a Kagome.

Así que se dispuso a jugar con ello.
La velocidad que lo estaba masturbando comenzó a declinar hasta el punto de casi no moverse, desafiandolo.

-Sigue-

-No. Hasta que me digas que piensas-

-Sigue- su voz notaba la necesidad de su parte.

Despacio siguió bombeando el enorme pene que tenía entre sus dedos pero lo hacía de manera tortuosa.

-¿Que pasará conmigo y Miroku una vez que lleguemos a tu castillo?- seguía indagando.

-Los entrenaré-

-Ajá. ¿Y que más?-

La fuerza y seguridad con la que seguía masturbando era como la de una experta. Estaba decidida a sacarle las respuestas aunque sea de esa manera.

-Serás la Lady del Oeste- respondió para buscar sus labios de manera sorpresiva.

Kagome no dejó de corresponder el beso y mucho menos de tocarlo. Se sentía deseada, querida. Amó al vil demonio desde el primer día y no se comparaba a los sentimientos que hubiera tenido antes por Inuyasha.
En pocos minutos, Sesshomaru explotó en su mano.
La morena sacó su extremidad con cuidado, dándose cuenta que ésta,  estaba pegajosa y blanquecina.

-Debo lavarme-

-No hay ríos cerca- respondió él

-No puedes estar hablando en serio. ¿Y que hago ahora?- estaba nerviosa.

-Déjalo así. Mi olor te favorece- le contestó sonriendo abiertamente.

Kagome solo lo siguió embelesada por verlo sonreír de esa manera. Definitivamente el demonio del Oeste la traía a sus pies.

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