V. Lumière

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—¡¿Y así se supone que irás, Hoseok?!

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—¡¿Y así se supone que irás, Hoseok?!

—¿Qué hay de malo?

—¡Que ¿Qué hay de malo?! ¡Esa barba qué ¿crees que vamos a una fiesta de disfraces y que tú eres papá Noel? — un bloque imaginario siente el menor caérsele sobre la cabeza —, esa cara de abuelo qué ¿Dónde está tu juventud muchacho? — otro bloque —, y esas ojeras que me recuerdan a los hoyos negros de los que habla Stephen en sus libros, qué! —esta vez fueron tres bloques de un golpe— ¡Por Dios! ¿Sabes cuánto tiempo me llevó el lograr que Vears aceptará una colaboración con nosotros? — ahora sí que los bloques lo han derrumbado hasta besar el suelo rechinante de limpio—. Ven acá.

Y Hoseok ha sido arrastrado por una ola furiosa llamada Kim Namjoon, una tan violenta que lo ha zarandeado en cada ocasión que puede. No hace ni dice nada cuando le embarran crema para depilar en la mandíbula y en la parte superior de sus labios resecos, tampoco cuando lo zambullen en la tina completamente desnudo—para el estar en bóxer es estar como Dios lo trajo al mundo— y le enjabonan el cuerpo, mucho menos cuando le maquillan el deplorable rostro del que poco a poco se ve alejado.

—Puedo hacerlo solo, hyung — habla y es callado por unos largos dedos.

—Créeme que ese rato no se notaba que podías hacerlo—. Las manos canelas de Hoseok toman del spray para acomodar perezosamente su cabello rebelde —. Naru es una amiga de secundaria a la que le tengo gran respeto, ya sabes, es una de esas mujeres que sabe de todo —el menor escucha al contrario arreglándose la corbata, pues en realidad no le importa tanto las colaboraciones con otros, pero Joon le aconseja siempre que es lo mejor para crecer—. Y, por cierto, feliz vigésimo séptimo cumpleaños, después de que terminemos esto prometo darte una noche de locos.

—Si tu noche de locos se refiere a contratar mujeres que se restrieguen en mí como la vez anterior no quiero nada.

—¡Qué aguafiestas te has vuelto!






[...]

Lo primero que hace al llegar a su empresa es ir directo a su oficina, a ese espacio que parece más un basurero que un lugar de trabajo mismo. Una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en su cara cuando se deja caer completamente estirado en su silla con más de cinco años de servicio.

—Este es mi hogar.

Sus párpados se cierran agudizando más sus demás sentidos, en especial su olfato donde percibe el fuerte olor a tabaco. Se siente en casa, tal vez los demás no lo comprendan, pero el caos y desorden allí presentes le recuerdan lo jodido que está por dentro, le muestra su cruda realidad para que no se drogue con idealismos falsos. Él está así, polvoriento, viejo, desarreglado, lleno y a la vez vacío. Así se ha sentido desde que tiene memoria, desde que su madre murió y desde que su padre hizo con él niño de seis años lo que quisiera, fue usado y modificado en contra de su voluntad, siempre había otros decidiendo por él, a veces se sentía como un mudo que no puede articular palabra alguna, un inválido incapaz de pararse sin que alguien le sostenga los brazos y le guie el camino entero. 

"UNVOLLENDETE" HOPEV       ☘ FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora