VIII. Unvollendete

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—¿Puedo pasar? — cuestiona tímido el rubio en un pequeño espacio abierto de la puerta

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—¿Puedo pasar? — cuestiona tímido el rubio en un pequeño espacio abierto de la puerta.

Hoseok que está fumando apaga el cigarrillo para abrirle la puerta al pequeño rubio de ojos acaramelados. Al verlo entrar frunce el ceño, el chico trae un instrumento en su estuche detrás de su cuerpo. Es inevitable después no sonreír cuando el chico le extiende un libro de partituras de la sinfonía octava de Schubert y más al notar como este tiene un estilo muy vintage que le sienta muy bien, parece haber salido de uno de esos libros de las épocas antiguas.

—Qué piensas hacer con ese violín ¿eh?

El chico entre risas desenfunda el instrumento hasta pararse bien erguido viendo fijo al hombre que tiene en frente, está feliz porque el contrario ya no ha desordenado su oficina después de que él lo limpiara la semana pasada, incluso ahora, se ve guapo sin barba y ojeras.

—Pienso interpretarte la inacabada —. A Hoseok un calor le sube por la cara, es la primera vez que le interpretan algo, de pronto se siente muy nervioso—. No — dice el rubio guardándose de nuevo el instrumento dejando confundido al colorado pelinegro. ¿A caso se ha arrepentido? ¿No era suficiente para este hermoso momento? Hoseok es un lío ahora mismo. Su mirada la baja hasta perderse en sus zapatos, de pronto se siente tan triste. Va a volver a encenderse un cigarrillo cuando el pequeño rubio le toma de la mano arrastrándolo por los pasillos —. He interpretado a tantas personas con mi violín, tú serás especial, para ti, tocaré el piano.

Y Hoseok siente la felicidad y ternura recorrerle el cuerpo. Quisiera besar al chico, pero no se siente merecedor por lo que mejor sonríe dejándose arrastrar por el chico.




[...]

—¡¿Me dices que tienes un estudio en esta calle y yo jamás la había visto?!

La verdad, es que apenas la adquirió, con el solo propósito de terminar con Hoseok una pieza musical, pero eso no lo dirá, por el momento claro.

—No perdamos tiempo, toma asiento y disfruta.

Hoseok obedece derrumbándose en un cómodo sillón verduzco, no pierde el contacto visual con aquel chico del frente que prueba los teclados del bonito piano.

Con una fuerte exhalación se pone a realizar el primer movimiento, el Allegro moderato que dura varios minutos. Los tonos graves, suaves, flotantes y las violentas le provocan despertar todos sus sentidos. Siente que vuela, que la sangre fluye lento como los primeros pasos de un bebé, su corazón está tan vibrante como aquellas teclas que son acariciadas y presionadas por esos dedos de dulces movimientos ¿Hace cuánto que no se sentía de esa forma? Libre, flotante, joven y lleno. Es como si la melodía le purificara el alma, como si dentro las piezas de su alma se pelearan haciéndose trizas para convertirse en una nueva imagen, como si se reparara.

"UNVOLLENDETE" HOPEV       ☘ FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora