5:Te dije que no la matarás.

499 80 7
                                    

Lilith.

—¡Mátala! ¡Mátala! —los hombres gritan repetidamente lo mismo.

La mujer que tengo sometida con mis piernas pide que la deje respirar dándome palmadas en la pierna. Tadashi está frente a mí, quiere que la maté, lo veo en sus ojos, pero sabe perfectamente que yo nunca haría algo así. Voy soltando despacio, mi agarre y ellos abuchean, me pongo de pie viendo cómo el color regresa a su cara y luego miro a Tadashi. Su gesto me sorprende, porque sonríe y extiende su mano hacia mí.

—Te dije que era matar o morir.

—Pero sabes que nunca lo haría. —susurro levantando mi mano para alcanzarlo, pero justo cuando la punta de nuestros dedos se rozaron, siento un costado de mi cuerpo adormecido.

Los ojos de Tadashi se abren como plato mirando un punto fijo en mi cuerpo, miro lo mismo que él y ahí es cuando siento el verdadero dolor. Me apuñalaron.

—¿Qué hacen? ¡Ayúdenla! —la voz de enfurecida de Tadashi resuena por el lugar.

Caigo al suelo llevándome mis manos a las costillas dónde ejerzo presión en ellas respirando con dificultad. Me apuñaló buscando perforar mis pulmones, me atragantó con mi propia sangre y unos hombres se acercan a sostenerme.

La rusa está justo frente a mí, sonriéndome como si ella fuera la verdadera ganadora. Maldita mujer, le di una oportunidad y ¿así es como me paga? Ja, eso me pasa por confiarme, mi visión se torna borrosa porque mis ojos quieren cerrarse. Sé que Jiwon está a mi lado, pero todo mi cuerpo está débil y con la poca fuerza que me queda observo como Tadashi se pone detrás de la rusa y le pasa una navaja por todo el cuello, no logro verlo del todo bien, pero la carne de su cuello se abre con tanta facilidad me causa náuseas, el suelo se llena de un charco de sangre como si se drenará toda la sangre que habitaba su cuerpo mientras ella cae de rodillas intento débilmente sostener con ambas manos su garganta, la veo como se arrastra lejos de los pies de Tadashi con temor, pero su futuro ya está definido. El hombre que está frente a mí, tiene el gesto endurecido mientras que sus venas sobresalen como si quisieran explotar y su entrecejo de arruga, su mirada tiene odio y total desprecio hacia la rusa que hace unos momentos viroteaba.

—Te dije que no la matarás.

Eso es lo último que logro escuchar antes de quedar inconsciente.

***

Abro mis ojos despacio, los párpados me vuelven a pesar y ya se me ha hecho costumbre despertar así. Todo mi cuerpo parece estar dormido y no siento más que un cosquilleo en mi cuerpo, hay poca luz en la habitación, pero el reflejo de esos ojos rasgados en la oscuridad, nunca se podrían confundir. Verlo así, frente a mí me hacen recordar el pasado y creer fuertemente que lo que está sucediendo no es cierto, pero esa mirada que antes estaba llena de afecto, ahora es solo una totalmente vacía.

—¿Que haces aquí…? —mi voz sale rasposa y su gesto se endurece.

—¿No preguntarás qué te pasó?

— Me hicieron trampa. —consigo decir y él se ríe.

Valla, tanto tiempo sin poder escuchar su risa, no es una risa falsa o burlesca, es una risa auténtica.

—A ti siempre te hacen trampa. —comenta y yo sonrió.

¿Qué estamos haciendo?

La Obsesión Del Yakuza. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora