15

303 42 1
                                    

Tadashi.

Nunca me he quejado del frío, siempre me he sentido cómodo con el clima que ronda Tokio pero extrañamente hoy, no puedo con nada. Mi cuerpo se siente tan pesado, la ropa que llevo puesta está empapada ya que a estado lloviendo a cantaros todo el día, la vestimenta se a vuelto tan pesada debido al agua. No sé que hacer, me arde la garganta, con una sensación de opresión en el pecho, mientras que me contradigo una y otra vez. Debo verme patético, mis pasos suenan pesados a medida que subo las escaleras paso a paso, mientras que hay un ligero tintineo de las llaves chocar contra ellas mismas. Puedo ver la puerta de metal esperándome a final del pasillo y nisiquiera dudo cuando introduzco la llave correcta en la cerradura.

Frío, el frío me golpea la cara junto con una brisa fuerte y gotas de lluvia impactando con mi cuerpo, me tropiezo y caigo al suelo, realmente no tengo fuerzas para nada. No hago más, solo me recuesto totalmente en el suelo mientras que la lluvia sigue cayendo con fuerza encima de mi.

¿Paz? ¿Tranquilidad? ¿Felicidad? ¿Amor?

Ja.

Patrañas, todo es una vil mentira. El sabor amargo que se mantiene en mi boca desde que confirmaron que ella, esa mujer...es hija de él.
"Es la hija de Caín Sokolov"

Golpeó una y otra vez mi pecho con ira, rabia y dolor. Ella me mintió, estuvo jugando conmigo todo este tiempo, es hija de ese hombre, el hombre que asesino a mis padres a sangre fría, el hombre que me convirtió en su animal de caza cuando era niño. La odio, la odio profundamente, mis manos tiemblan con ira solo de pensarla, mis deseos más profundos me incitan a querer enterrarla viva, quiero hacerla sufrir, quiero que sufra justo como yo estoy sufriendo.

Pero...ni todo ese odio que acabo de crear evitan que la quiera cerca, quiero verla, necesito verla. Necesito que me diga que no es cierto, aunque sea  una mentira necesito que ella me mienta, lo sé, soy muy patético...

No sé si son lágrimas las que se deslizan por mis mejillas o simplemente son gotas de lluvia, pero no me importa, tan solo me levanto despacio, con el corazón destrozado por la traición, con un sabor amargo invadiendo mi boca, con mis manos temblorosas, mi garganta destrozada por gritar, mis nudillos abiertos por golpear tanto se me atraviese en el camino, todo eso, me impulsa a subir al muro de medio metro frente a mi. Apenas pongo ambos pies arriba, las lágrimas empiezan a salir, pensé que en algún momento las lágrimas se acabarían, pero no es así, a veces el dolor puede ser tan fuerte que no sabes si retenerlas o liberarlas; en ocasiones las lágrimas pueden ser infinitas. Estando aquí arriba, observando toda la las luces de Tokio brillar como nunca, observando que en cielo no está la luna, todo es de un color gris opaco, mientras que sí miro hacia abajo, todo está iluminado. Antes pensaba que las personas que tomaban la decisión de suicidarse, simplemente eran unos cobardes que no saben pelear por la vida.

Ja...que maldito hipócrita.

Hoy estoy aquí, en un edificio a no sé cuántos metros del sueño, dispuesto a dejar ir todo el dolor que me atormentado todo este tiempo. Dejaré ir la muerte de mis padres, me olvidaré del odio hacia Caín Sokolov, y enterrare a Lili junto con mi corazón, eso es lo único que me queda por hacer. Los que se suicidan no son unos cobardes, al contrario, estás personas quieren vivir más que nadie en este mundo, solo que...al parecer nadie puede permitirlo, nadie puede dejarlos vivir en paz... Yo creí que podría, de verdad que lo intenté. No quería luchar más, mi abuelo me suplico para que me alejara de mundo Yakuza y no morir como mi padre, le hice caso, quería que mi abuelo estuviera felíz y yo...yo también quería serlo, estaba conforme con mi vida; pero apareció ella. Apareció poniendo en desorden todo, metiéndose en mi camino una y otra vez, haciendo que haga cosas que yo nunca haría, ella me hizo ser ambicioso, desear mucho más de lo que tenía, deseaba amor.

La Obsesión Del Yakuza. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora