1: Tokio.

1.6K 108 10
                                    

Lilith.

Tokio.

Una ciudad que, por más tiempo que pase en ella, no deja de sorprenderme. Hace tiempo que no he pisado el continente asiático, pero he pensado que ya era hora de regresar por un corto tiempo, o pasar unas pequeñas vacaciones. Es una ciudad espléndida, repleta de muchas personas, mi japonés no es el mejor, pero puedo comunicarme de manera adecuada.

Las luces de la ciudad a veces se podrían considerar cegadoras para los que no están acostumbrados, aunque pase el tiempo, me recuerdan aquellos ojos que me niego a olvidar. Talvez sea mi condena y mi tortura tener que recordar el pasado siempre y no de una manera buena, talvez por eso vuelvo a una ciudad a la cual años atrás juré no volver. Pero aquí estoy, rompiendo por primera una promesa, algo que no se debería hacer, pero que hago solo por él. Suena irónico que lo haga, ya que en los 34 días que he pasado aquí, no lo he buscado ni una sola vez. No me atrevo. Talvez sea mejor así, dejar el pasado atrás y enterrar esos recuerdos, han pasado más de 7 años y él ya debió seguir con su vida, quizás tenga un gran trabajo, talvez formó una familia, talvez es más feliz que nunca y a mí… a mí me toca olvidar todo aquello que alguna vez nos unió.

Solo yo no he podido seguir con mi vida, por eso volví a esta ciudad; a pesar de que hace años le prometí a mi padre, a mis hermanos no volver, pero aquí estoy, para comprobar que todos siguieron con su vida y así yo poder seguir con la mía. Suena patético, no lo puedo negar. Incluso pensando en él, me siento egoísta, quiero que sea feliz, pero… No quiero que otra persona sea la causa de su felicidad, a lo mejor si lo verifico yo misma, todo esto quedará en el pasado. Conozco a varias personas en Japón, a la mayoría las conocí en mis primeras vacaciones acá, tuve experiencias buenas, y experiencias malas, pero todo eso me ayudó a forjar un mejor camino; a pesar de todo, me mantengo en contacto con algunas de esas personas, al menos sé que Aisha está aquí.

Ella fue la persona que me convenció de viajar a Japón hace 7 años, ignorando las advertencias y protestas de nuestros padres, nos fuimos con una mochila a pasar unas vacaciones inolvidables. Aunque yo me marche a final del verano, Aisha decidió quedarse a estudiar aquí, y por lo que sé, trabaja en una de las aerolíneas de su familia con sede aquí.

—¡No puede ser!. —escucho un chillido detrás de mí, volteo a mirar y por supuesto que es ella, una pelinegra despampanante con una sonrisa coqueta—. ¡Ahhh! ¡En verdad estás aquí!

Su voz suelta un chillido agudo y me sorprende que a las personas del café no les incomode sus gritos histéricos, no me resisto más y me pongo de pie abriéndoles los brazos y ella apresura el paso envolviéndonos a ambas en un cálido abrazo que tanto necesitaba.

Podrán pasar años, pero Aisha sigue siendo una persona muy importante para mí. La persona con la cual viví innumerables aventuras y con la cual pase los mejores años de mi vida. La chica que me motivo a practicar artes marciales para su propio beneficio personal, aunque viva negándolo.

—Por favor, no llores. —se lo pido antes de que empiece a llorar, pero ya la siento temblar en mis brazos, así que con suavidad me separó de ella sosteniendo sus manos. La evalúo y sigue tal y como hace 7 años, subo mis manos con cuidado y con mis pulgares aparto sus lágrimas.

—Estás guapísima. —le digo intentando animarla y ella sonríe.

—Aquí hay muchos tipos de dietas. —me río por su comentario y muy a gusto la invitó a sentarse frente a mí.

Ya había ordenado lo que comeríamos.

—¿Aún te gusta el americano helado? —pregunté viendo a la mesera acercarse a nosotras.

La Obsesión Del Yakuza. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora