Capítulo 6

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- Estamos cerca - dijo Enju, observando el lugar desde lo alto

- Nunca habiamos pasado por este lugar, ¿o si? - pregunto Sango

- Creo que estamos cerca de dónde solía estar el monte de las animas, si mal no recuerdo

- El lugar donde se escondio Naraku

- ¡Es ahí! - dijo la alfarera, señalando un enorme árbol que se elevaba por encima de los demás

- Qué árbol tan grande - se asombo la exterminadora

- Jomon Sugi - dijo el monje - Es uno de los árboles más antiguos de la región

Descendieron lentamente hasta quedar al frente del gran tronco que sostenía sus inmensas ramas

- Señora Youmajo - dijo Enju

En ese momento, el tronco comenzo a emitir un brillo dorado, el cual provenia de su interior

- ¿Quién es? - respondio una voz garraspoza

- Enju, señora

El brillo comenzó a disiparse, volviendose la figura de una anciana de cabello dorado, vestido del mismo color, alta y de una linda figura

- Pequeña Enju, cuanto tiempo sin verte - emitio una leve sonrisa - ¿Qué te trae por aquI?

- Señora Youmajo - hizo una pequeña reverencia - Hemos venido hasta aquí porque unos amigos necesitan de su ayuda - los señaló

- ¿Un monje y una exterminadora? - los miró de pies a cabeza - ¿Para que quieren mi ayuda?

- Señora - dijo Miroku, haciendo una reverencia - Permitame explicarle todo desde el principioProcedio a relatarle todo lo ocurrido con el ataque de Yorunokagi y su poderoso hechizo

- Comprendo - dijo la mujer - Los poderes espirituales de esa sacerdotisa deben ser más fuertes de lo normal

- ¿Por qué lo dice? - pregunto Sango

- Cualquier otra sacerdotisa, ya hubiese muerto, claro, en caso de que su amiga siga con vida

- Entonces, ¿nos ayudara? - preguntó el joven

- ¿Y yo que ganaré a cambio?

- ¿Disculpe?

- ¿Crees que hago estas cosas por caridad, monje? - se cruzó de brazos

Los jovenes se miraron, casi resignandose a irse con las manos vacias

- Señora - pronuncio Enju - Por favor... viví con Urasue durante mucho tiempo, conozco como se manejan las brujas - miró al suelo - Pero también sé que usted no es como ella, ni como Soroshima... La sacerdotisa Kagome es una buena persona y no merece un destino como este

- Enju - dijo en un tono conmovedor - ¿De verdad esa mujer significa mucho para ti?

- Bueno - sonrio - Ella y sus amigos me ayudaron cuando más lo necesitaba... de hecho... de no ser por ella, probablemente no seguiría en este mundo

- Está bien - suspiró, cerrando sus ojos - Creo que tendré que conformarme con el simple hecho de arruinarle los planes a la hija de la arpía de Soroshima

Sango y Miroku se miraron, sonriendo

- De verdad, se lo agradecemos mucho - tomó las manos de la anciana, quién lo miró sorprendida

- ¿Qué está haciendo? - apretó su puño

- Sólo trato de ser amable, Sango - sonrio, incómodo

El Libro de las AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora