Capítulo 17

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- ¡HirayKotsu! - ambas mujeres lanzaron sus armas, las cuáles chocaron, emanando una gran densidad de energía

- Tenemos que hacer algo Kirara - dijo el monje - O si no ésto no terminará nunca

- Está bien monje - pronuncó Saishonomajo, miéntras observaba la escena - Si así lo deseas, todo terminará ahora

En ese momento, el espejo se desprendió de la pared y giró, en dirección de la exterminadora

- ¿Qué está pasando? - se quedó parada

No puede ser... lo mismo le ocurrió a Inuyasha...

- ¡SANGO! - corrió en su dirección, sin embargo, el reflejo de la jóven le lanzó su arma, obligándolo a retroceder

El espejo emitió una luz, al mismo tiempo en que los ojos de la mujer quedaban completamente en blanco y caía al suelo. El reflejo se deslizo e ingresó al espejo

- El alma de esa exterminadora ha quedado prisionera allí dentro - sonrió - Ahora, es tu turno monje

- Sango - murmuró

El espejo comenzó a acercarse al monje, sin embargo, éste se acercó a Kirara y clavó el cetro en el suelo, creando un campo de energía, que repelía el poder maligno de aquel adorno

- Demasiado astuto - bromeó - Está bien, luego terminaré con ustedes

El espejo se desvaneció lentamente

- ¡Sango! - corrió a su lado y la tomó en sus brazos - Reacciona Sango por favor - movía su cuerpo, sin embargo, la jóven no respondía

Kirara se acercó, besando la cara de su dueña

Es cómo si el espejo hubiera absorbido su alma

- Mi vida - susurró, miéntras acariciaba su cara - Vámos Kirara, debemos encontrar a Inuyasha y liberar el alma de Sango

El animal asintió, transformandose. Miroku colocó a su esposa sobre su lomo y comenzaron a caminar, sin tener clara una dirección

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Ese monstruo... tiene el mismo olor que Yorunokagi

Pensó miéntras observaba cómo se acercaba a paso lento

- Éste animal - pronunció - Es el mismo gato que traía Yorunokagi

- ¿Qué? - abrió sus ojos - ¿Qué le ocurrió?

- Saishonomajo lo ha transformado... ja, no me interesa, ¡Yo lo voy a destruir! - corrió hacía él

Dió un salto, golpeando con su espada una de las patas del animal, el cual retrocedió. Kagome 

puso en posición su arco, miéntras intentaba respirar

- ¡No lo hagas! - dijo al caer - No gastes tu energía

- Pero Inuyasha...

- ¡No seas necia! - la miró - Ya te dije que ¡Yo las voy a proteger! - volvió a correr hacía Higi

El gran animal lanzaba zarpazos con sus garras, las cuáles eran desviadas por la espada, aún sin sus póderes

- La densidad de esta átmosfera es demasiado para ti, sacerdotisa - sonrió la bruja - Realmente tu embarazo me ha facilitado mucho las cosas... aún así, lo que más me sorprende es lo fuerte que eres Inuyasha - rió - Siendo un humano insignificante, estás poniendo en peligro tu vida sólo para salvar a la mujer que amas... patético

El Libro de las AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora