𝟬𝟬𝟴. tessaiga, la espada demoníaca

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'¡Inuyasha-sama! ¡Inuyasha-sama! ¡Por favor, tienes que darte cuenta! ¡Esa no es tu verdadera madre!' De la boca de Tsubasa salen gritos silenciosos; ninguna voz es capaz de sonar desde de su garganta, ni tampoco la de Kagome. Ambas solo pueden observar impotentes cómo Inuyasha se acurruca en los brazos de su falsa madre.

—Inuyasha, debo volver al mundo de los espíritus —dice la impostora con tristeza.

Inuyasha frunce el ceño.

—¿Por qué tienes que hacerlo?

La madre falsa levanta las manos, crea una flor de loto y la arroja al estanque junto al que se encuentran. La flor se rompe en pétalos y aterriza suavemente en el agua, creando ondas a su paso.

—Inuyasha, mira el agua.

Inuyasha se arrodilla junto al estanque y de repente se ve a sí mismo como un niño persiguiendo su pelota a través de un puente en el reflejo del estanque, luego corre hacia los brazos de su madre y ella lo abraza con fuerza.

—Estas imágenes... pertenecen a mi infancia.

—¡Entonces lo recuerdas! Siempre te abrazaba así cuando solo eras un niño pequeño —la falsa madre acaricia el largo cabello blanco de Inuyasha y lo abraza—. Ahora, volveré a abrazarte a ti y a tu tierno corazón —Inuyasha mantiene una mirada distante en sus ojos antes de finalmente darse la vuelta para mirar a su madre, enterrando su rostro en la curva de su cuello. Sin embargo, los ojos de Tsubasa y Kagome se abren cuando ven las manos de la madre falsa hundirse en su espalda—. Estaremos juntos. Siempre estaremos juntos.

—Madre... —Inuyasha se tambalea un poco. Su mente da vueltas, su respiración se entrecorta y se desmaya en los brazos de la falsa madre.

'¡Inuyasha-sama...!' Tsubasa se siente impotente y enojada consigo misma. Pero este no es el momento de castigarse. Tiene que salvar a Inuyasha o, de lo contrario, quién sabe qué podría hacerle esa mujer falsa. No quiere quedarse más tiempo para descubrirlo. Intenta luchar, mover sus extremidades, cualquier cosa para tratar de causar una conmoción para captar la atención de Inuyasha, pero de repente, aparecen cadenas de la nada y envuelven su cuerpo, seguidas por los pequeños diablillos que una vez aprisionaron a la madre falsa. Lo mismo le pasa a Kagome mientras grita silenciosamente. El negro se extiende por el estanque como un virus y lentamente, el bosque entero queda envuelto en una oscuridad enfermiza mientras los cadáveres de animales emergen de la superficie del estanque negro.

'¡Todo esto es una ilusión!' Kagome piensa para sí misma, sorprendida.

—¡Tsubasa! —dicha chica desliza sus orbes hacia un lado solo para ver que Myoga aparece de la nada y aterriza en su mejilla—. ¡Despierta, rápido! ¡Soy yo, Myoga! ¡Nunca creí que Sesshomaru-sama se atreviera alguna vez a profanar la tumba de su padre! ¡La situación es muy grave! Pobres muchachas, os han hechizado y no podéis moveros. Os liberaré antes de que sea demasiado tarde —él mira su piel y se le corta la respiración cuando el olor demasiado dulce llega a su nariz—. Huele deliciosa —Myoga traga la saliva acumulada en su boca antes de morder el cuello de Tsubasa, quien hace una leve mueca por el dolor que le pica antes de sentir que su dedo se contraiga. Con los ojos muy abiertos por la sorpresa, Tsubasa aprovecha esta oportunidad para sacar su daga y atacar a los diablillos que se acercan, obligándolos a correr para salvar sus vidas.

Kagome siente que puede moverse de nuevo mientras se sienta, justo después de que su prima aleje los diablillos de ella también.

—Gracias, Tsubasa-chan. Por fin puedo moverme.

—Sí —Tsubasa aplasta a Myoga con su mano cuando chupa demasiada sangre hasta el punto de que su estómago se hincha como un globo. Ve como Myoga se desliza de su palma y cae hacia la hierba.

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⏰ Última actualización: Nov 11 ⏰

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Devil in My Arms︱INUYASHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora