Capitulo 10

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Cuando ambos nos despertamos del sueño unas horas más tarde, mi estómago ruge con fuerza y Kook se aprieta a mí más fuerte.

—Tienes hambre —dice, su voz un poco áspera por el sueño.

—Duh —digo, mirándolo por encima del hombro y sonriendo suavemente—. ¿Quieres ir a cenar? Ordenaré con anticipación para que podamos recogerlo.

—¿Y volver aquí? —Pregunta.

—Claro, soy fácil.

—Sí, lo eres —dice, y empujo su pecho.

—Cuidado.

Lo empujo de nuevo, y él aparta mi mano.

—Soy más fuerte que tú, Jinnie. Yo tendría cuidado.

Por supuesto, eso me desencadena. Entonces, me lanzo hacia él, a horcajadas sobre su cintura con todo mi cuerpo desnudo pegado al suyo.

—Puede que seas más fuerte, pero yo soy decidido.

Resopla una carcajada y luego trató de apartarme de él, pero me aferré como si fuera un velcro.

—Tal vez debería atarte —digo, mordisqueándole su cuello—. Usar esas amarraderas de asesino serial que tienes escondidas en tu cajón. A ver si te gusta.

Kook trata de apartarme de él, pero yo solo aprieto mi agarre.

—No suena como que lo odiaras, estás rogando por ello.

Muerdo su cuello bruscamente, y Kook arquea sus caderas, tratando de sacudirme.

—Vas a tener que usarme como ropa ahora —Bromeo—. Nunca vas a librarte de mí.

Kook corcovea de nuevo y luego se da la vuelta, así que estoy atrapado debajo de él. Mi polla se retuerce contra la suya y él resopla molesto.

—Bájate, Jinnie —murmura.

—No, construiste tu cama. Ahora tendrás que yacer en ella, hijo de puta.

Kook se ríe de mi tono obstinado y vuelve a rodar sobre su espalda, y yo simplemente me pego a él.

—Eres detestable. Deja de chuparme el cuello.

Mis labios se retiran de su piel con un pop.

—Te encanta, bastardo cachondo —digo y luego lo agarro con más fuerza cuando se pone de pie, sus gruesas piernas nos levantan a los dos con facilidad.

Kook serpentea hasta la pequeña cocina y abre la nevera, sacando una cerveza.

—Podría hacer esto todo el día —dice, quitándole la tapa. Hace un tintineo en el mostrador, y se apoya contra la pared, descansando su cabeza contra los gabinetes y tomando un largo trago. Me subo unos centímetros más y cierro los tobillos detrás de él.

Mi estómago gruñe y Kook me mira. —Si te bajas de mí, podríamos vestirnos e ir a comer algo.

Debato los méritos de eso. Realmente lo hago, pero finalmente decido quedarme donde estoy.

—Oblígame.

Toma otro trago largo de su cerveza y luego se empuja de la pared.

—Podríamos ducharnos, entonces —dice y nos lleva al baño, que en realidad es de un tamaño decente para una casa rodante.

Mientras abre el grifo, le digo: —¿Sabes? Odiaba acampar cuando era un niño. Mi papá me metió en los Boy Scouts. ¿Te lo imaginas? Yo. En Boy Scouts. Acampando en tiendas de campaña. Cavando hoyos para hacer caca. Lo único bueno de todo, eran todos los otros chicos. Fue entonces cuando supe con certeza que era gay. Supongo que le salió un poco el tiro por la culata a mi padre.

APUESTA TEMERARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora