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Tal parece que el edificio de Jisung servía para una sola cosa, hacer fiestas. Minho miraba la cantidad de luces que había por todo el lugar, otra cosa que solo gente rica hace. Minho estaba ahí como su mejor amigo ayudandolo a organizar la fiesta de su mayor enemigo cinco horas antes de que todos llegarán.

Se sentía jodidamente bien.

Los dos llevaban una jodida nevera que pesaba quizá cien kilos, ambos agarrando un extremo mientras se dirigían a la gran terraza. Llevaban ahí todo tipo de carne cara inimaginable, bebidas, y los insumos.

— Esto pesa más que mi futuro. — Jisung jadeó, era increíble ver cómo estaba ahogado en sudor.

Minho rio de él, casi llegando al lugar donde deberían de dejar. — Falta poco mi pequeño débil amigo. Solo estamos jalando, exageras. — Jisung entre cerró los ojos, estaba cruzando la línea del bien y el mal justo en ese momento. — Bebito.

Jisung le sacó la lengua soltando todo el peso al mayor. — No soy un bebito. Soy un hombre.

Lograron dejar la gran y pesada heladera cercana al mini bar, de ahí siguieron  dando vueltas llegando con las demás cosas para poder guardar todo. De un momento a otro se había convertido en una competencia de quién podría llevar más cosas y más rápido. Ni siquiera ocupaban el elevador. Estaban siendo bromistas entre los dos, reían cómo dos pequeños niños sacándose la lengua haciendo probar su fuerza y hombría.

Jisung lo apuntaba gritando que esa no era la heladera de las bebidas. Y luego que las salchichas no iban ahí y muchas otras más.

— ¡Listo! — Minho fue el primero en gritar, sacando un brutal cantico felíz dejando caer el gran bulto de carne.

Jisung le siguió unos minutos después, con su pecho inflado en orgullo y hombría dejó caer el saco de salchicha. — ¡Yo no soy un Bebito!

Dejando detrás la chistosa rivalidad, el par de mejores amigos se dejaron caer de espalda contra espalda, aún jadeantes ante el cansancio y el gran esfuerzo. Los dos tomando de una botella con agua que había logrado sacar de uno de los servibar.

— Yo... Maldición, espero Jeongin siquiera me de boletos gratis para sus conciertos o algo así. — Los dos volvieron a reventar a carcajadas después de unos segundos.

— Yo daría todo por Jeongin, esto no es nada, aún así agradezco que me hayas ayudado. — Rodó los ojos agradeciendo que estaban de espaldas y Jisung no podría verlo. Intentó cambiar de tema mirando al cielo y joder, ¿Cuando había oscurecido?

— ¿Oye cuánto llevamos haciendo todo esto?

— Uh no sé, creo que estamos aquí desde las dos, son las siete. — Jisung se giró solo para verlp con su cara de ardilla sonriente. — Mira me quieres tanto que nisiquiera sientes la moción del tiempo.

— Sí, claro. Eso es justo lo que siento.

— Gracias amigo. Y gracias por ayudarme aquí.

Minho volvió a sentir con una pequeña sonrisa. — Para eso estoy, un día promociono un corrector de ojeras, otro me mancho con grasa y sangre.

Jisung soltó una diminuta risa, lo miró acomodarse en sus piernas, se sintió algo asombrado más no dijo nada y se dedicó a acariciar los cabellos de Jisung. — ¿Puedo decirte algo?

— Síp.

— Estoy orgullo de Jeongin, aún recuerdo ese día, cuando llegó de Japón después de varios años. Fuimos los cuatro junto con Hyunjin. ¿Recuerdas esas hamburguesas?

Notó como su amigo se estaba poniendo serio, relamió sus labios intentando no ver directamente a los ojos brillantes. — Hyunjin me pegó con una servilleta.

Jisung río bajito, sentía su mirada... La sentía pero no sé atrevió a bajar la cabeza. — Yo... Creía estar enamorado de él, quizá lo estaba , ya no lo sé. — Jisung continúo unos segundos después. — Quería demostrarle que lo amaba. Quería decirle lo que sentía por él. Cuando llegamos a casa, estaba listo para decirle. Me había mentalizado durante todo el día. Era fácil ¿no? Pues Jeongin se adelantó. Me dijo, que era a la primera persona que lo diría aparte de su familia, entonces me contó. Que había ganado una audición en Japón, que por eso estaba en Corea porque cambiaría de recidencia y empezaría su entrenamiento. Me lo dijo con una gran sonrisa con esos brackets brillando así como sus ojos rasgados. Lo decía tan rápido tan emocionado, simplemente no pude hacerlo... No logré decirle porque no quería arruinar su felicidad, no podía decirle que me gustaba, no podía alejarlo de su momento. Me quedé callado y lo felicité. Simplemente lo hice y le dije que estaba orgulloso de él.

Se quedó callado, tragó el nudo en su garganta sin saber que decir, se sintió familiarizado con la historia, le pasó algo similar con Jisung. Aquellas mariposas en el estomago le hizo sentir cosas extrañas. Sentía celos pero deseaba que Jisung sonriera cómo suele hacerlo y que grité con felicidad que está bien después de eso.

— Creo que te entiendo.

— Cómo te dije, estoy orgulloso de Jeongin. Después de estos años ahora solo puedo pensar en él como mi mejor amigo. Espero no estés celoso, puede tener dos mejores amigos.

Jisung lo codeó, no pudo hacer otra cosa más que sonreír. — ¿Celoso yo? De un tipo que nisiquiera se le entiende lo que dice. Dime una broma mejor.

— Estoy orgulloso de mis dos mejores amigos. — Jisung terminó con una leve palmada en su pierna, el menor se levantó con tranquilidad estirándose un poco. — Es tarde y estamos asquerosos. Me daré un baño. ¿Quieres tomarte uno? Te prestaré un poco de ropa.

Lee se alzó de hombros mostrándose despreocupado.

Los dos comenzaron bajando hacia una de las tantas habitaciones que tenía ese gran lugar.

— Por cierto, Minho. Te diré algo.

— ¿Qué cosa?

Pudo ver cómo esa gran sonrisa de Jisung se borró de un instante a otro. — Si le dices a alguien sobre lo que te acabo de contar, te mato.

Gay también se haceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora