|CAPITULO ~ VIII|

109 9 0
                                    

AYLA

8 años

Sentada en el borde de la cama, mecía mis cortas piernas bajo la mirada despectiva de Thomas hacia el pelirrojo que estaba de pie frente a nosotros junto a la señora Lauren, quien curaba sus pequeñas heridas luego de la pelea.

—Entonces dices que aquellos tontos te siguieron y este debilucho termino siendo golpeado por ti —Concluyó Thomas.

Su cabello rubio estaba desordenado y no contaba con un buen semblante, por lo tanto, ese día no había asistido a clases y, por el contrario, estuvo todo el día en cama.

—Thomas, ¿Qué te he dicho de tu vocabulario? —Reprendió Lauren.

—Tranquila señora Lauren, yo reprenderé a su hijo por ti —Informé con orgullo.

—Ojalá fueras mi hija —Dijo con una sonrisa—. Eso es todo, iré a comunicarme con tus padres Ayla.

Sin más se fue del cuarto, dejándonos solo a nosotros tres. Miré nuevamente al pelirrojo quien se hallaba algo nervioso, pero al menos ya sus heridas fueron tratadas, Thomas tenía razón en algo, era un debilucho, pues era bastante delgado y no era muy alto, su cara llena de pecas destacaba junto a sus rizos. Lo traje aquí luego de que aquellos mocosos se fueran  y le di las gracias por ayudarme.

—¿Cómo te llamas? —Pregunté.

—Jack, mi nombre es Jack.

—¿Has traído a un completo extraño a mi casa?

—Él me ha ayudado —Aclaré.

—¡Pero ni siquiera te sabes su nombre! —Refunfuño de nuevo Thomas.

—Claro que no tonto lo acabó de conocer.

—Debería irme... —Propuso Jack entrelazando sus dedos con nerviosismo.

—Ya has tardado

—Thomas —Rodé los ojos con molestia—. Mi nombre es Ayla tengo ocho años, si quieres podemos ser amigos.

—Ayla, no te amistes con desconocidos.

—Él es buena persona, solo está de mal humor —Le susurré a Jack.

—Pues normalmente nadie debería traer un desconocido a casa.

—¡Oh, vamos! —Exclamé—. También te vas a unir al señor gruñón.

—No soy gruñón, soy alguien racional.

—Ni siquiera sabes que significa —No puede seguir con mis reclamos, pues una risa se escuchó.

Jack nos miraba con diversión mientras trataba de contener su risa, sonreí y me acerqué de nuevo a él.

—¿Qué es tan divertido? —Reclamó Thomas.

—Solo recordé a mi hermana, ustedes se llevarían muy bien con ella.

—¿Tienes una hermana? ¿Podremos conocerla? —Interrogué.

—Tal vez, aunque tan solo tiene cinco años.

—¿Cuántos años tienes?

—Tengo doce años —Respondió un poco más relajado.

—Es un viejo con cuerpo de niño —Murmuró el rubio.

—Esa guitarra ¿Es tuya? —Pregunto Jack señalando la guitarra junto a la cama.

—¿Sabes tocar? —Curioseé.

—Un poco —Respondió bajo rascando su mejilla.

Lo miré emocionada sin pedir ningún permiso, tomé la guitarra y se la extendí. Era consciente de la mirada atenta de Thomas, pero decidí restarle importancia.

—Thomas la compro, pero no la utiliza, aun así, está afinada —Expliqué—. Quiero escucharte tocar ¿Puedes?

—¿Primero no deberías de pedir permiso al dueño?

—¿Entonces tocarás? —Insistí nuevamente mirando de manera suplicante al pelirrojo.

—¿Puedo? —Pregunto Jack dirigiéndose al rubio.

—Has lo que quieras.

Aplaudí emocionada, tomé lugar de nuevo en la cama y palmeé junto a mí invitando a Jack.

—¿Qué quiere oír?

—Sorpréndeme.

—Lo haré.

Moví mis pies impaciente, Jack acomodó algo en las cuerdas mientras Thomas lo observaba con recelo, aunque ya un poco menos que antes. Al cabo de unos minutos hizo sonar el primer acorde, captó mi atención de inmediato, luego más acordes le siguieron, sus ojos marrones, estaban fijo en sus dedos, una melodía armonizada que parecía casi como una caricia, llenó la habitación. Desvíe un segundo mi mirada a Thomas el cual había cambiado su semblante a uno más relajado y hasta curioso por nuestro nuevo amigo, el ambiente era ameno, moví mi cabeza de lado a lado siguiendo el ritmo de la canción disfrutando cada nota. Sin embargo, un sonido en seco rompió el ambiente, al parecer se había equivocado.

—Perdón —Se disculpó avergonzado de manera rápida y dejo la guitarra a un lado.

—Estuvo genial —Animé aplaudiendo.

—Pero me he equivocado —Su expresión parecía más una de miedo a una avergonzada.

—Eso no le quita valor a todo lo anterior —Me miró sorprendido por unos segundos para luego colocar su mano en mi cabeza frotándola.

—Gracias, Ayla —Jack, me sonrió una sonrisa abierta que dejaba ver son dientes y los hoyuelos que se formaban en sus mejillas parecía extrañamente muy feliz.

—¿He dicho algo raro?

—No es nada aquí, el raro, soy yo.

—Ya es suficiente —Intervino Thomas apartando la mano de Jack.

—¿No deberías decir algo? —Insistí provocando al rubio.

—No estuvo mal —Murmuró casi que para sí mismo.

Los escuché en silencio en como Thomas halagaba a Jack, pero diciendo que había escuchado mejores, mientras Jack tan solo asentía a  cada cosa que decía con un acopio de paciencia impresionante. Un clic se oyó de la puerta, la cual fue abierta con vehemencia.

—Tus padres están por llegar Ayla —Dijo Lauren para acto seguido marcharse.

—Deberías volver, mañana queremos escucharte más —Propuse.

—¿Quién dijo que yo quería? —Reclamó Thomas.

—¿No quieres?

—No he dicho eso —Reí un poco ante la poca sinceridad de mi amigo.

—Hasta mañana Jack.

—Entonces... hasta mañana chicos.

De un salto me levanté de la cama, camine con rapidez, pero recordé una duda que tenía por lo que frené mi andar.

—¿Cómo se llamaba la canción que tocaste?

—I'm Like A Bird.

PLENILUNIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora