Doppelgänger/Jenlisa(G!P)

D‐19

Pov. Lisa

El lunes al mediodía caminé hacia la puerta lateral de mi oficina con mi cita de las once.

-Te veré la próxima semana, Helen. Llámame si necesitas algo.

-Gracias, Dra. Kim. Lo haré, pero estoy mucho mejor.

-Lo sé. Por si acaso, estoy aquí-cerré la puerta privada, luego crucé mi oficina y salí por la otra puerta hacia el área de recepción-¿Lista para el almuerzo, Sarah?

-Dra. Kim, la Sra. Manoban está aquí para verla.

-¿Lisa?-miró alrededor y la veo sentada en una silla al otro lado del área de recepción.

¿Lisa o Priya?

Venía a un lugar público a la mitad del día.

Seguramente Priya, no haría eso.

Cerró la revista en su regazo y la dejó sobre la mesa de la lámpara, luego se puso de pie y me miró.

-Pensé que podríamos almorzar-dijo, en voz baja y tentadora.

No debería estar aquí.

No debería estar hablando conmigo en ese tono.

No debería alegrarme de verla.

-Voy a almorzar ahora-dijo Sarah.

Quería detener a Sarah, pedirle que se quedara.

Pero no pude.

-Está bien.

-Soy yo-dijo Lisa en voz baja, como si leyera mi mente.

Me hice a un lado y Lisa pasó junto a mi, hacia mi oficina.

Por el rabillo del ojo, vi a Sarah desaparecer por la puerta exterior.

Lisa y yo estábamos solas.

Involuntariamente cruzó por mi mente la idea de que nadie sabría si me sentaba al lado de Lisa, si tomaba su mano o le tocaba la cara.

Nadie sabría si Priya aparecía, colocaba sus manos alrededor de mi garganta y cumplía sus sueños.

"Esta chica era Lisa" me aseguré tratando de silenciar la voz molesta dentro de mi cabeza.

Priya nunca había venido a mi oficina.

Lisa se sentó en el sofá, no en el sillón reclinable.

Interpreté la acción como indicativa de que ella estaba aquí en calidad de social, no como mi paciente.

Me acerqué a la ventana y abrí las cortinas para que no sintiera claustrofobia, luego rodeé mi escritorio y me senté en mi silla.

-Es muy bueno verte, Lisa. Pero ¿Crees que es una buena idea que vayamos a almorzar?

-Creo que es una excelente idea. Ya no soy tu paciente ¿Por qué no deberíamos?

Tomé un lápiz de mi escritorio, sosteniendo un extremo en los dedos de cada mano, girándolo de un lado a otro, estudiando a la mujer frente a mí, queriendo confiar en ella, queriendo ir a almorzar con ella.

-¿Por qué?-repeti.

Podía pensar en una docena de razones por las que no deberíamos ir a almorzar juntas, no deberíamos volver a vernos nunca más.

Por lo general, era Lisa quien expresaba esas razones.

Algo no estaba bien.

Lisa estiró su brazo a lo largo del respaldo del sofá y sonrió.