D‐11

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Pov. Lisa

Por segundo día consecutivo, salí temprano del trabajo.

Una carrera exitosa no importaría si fuera a prisión por asesinato o si un día Priya, se apoderara de mi-su-cuerpo y ella misma nunca regresara.

Ambas posibilidades eran igualmente aterradoras.

Conseguí las direcciones de la casa y del trabajo de Jay Lee, llamando a Patsy a Executive Styles.

Se mostró reacia a decírmelo y me advirtió que Jay, era grande y podía ser malo.

Pero finalmente cedió, cuando reiteré lo mucho que necesitaba averiguar qué le pasó a Sunmi.

"Irónico" pensé.

Que Patsy estuviera preocupada por mi seguridad, cuando podría ser una asesina.

Lee's Paint and Body Shop, estaba ubicado entre una librería para adultos y un terreno baldío en una sección sórdida de la ciudad.

El sonido de un molinillo y los olores acre de la pintura, y otros productos químicos me saludaron, cuando entre al lugar.

Un hombre con pantalones de mezclilla rasgados, camiseta manchada de sudor y anteojos de seguridad levantó la vista, mientras lijaba una reparación grande que parecía la calcárea del guardabarros de un sedán modelo antiguo.

Miró hacia el otro lado de la habitación y luego volvió a su trabajo.

Seguí la dirección de su mirada y vi a un hombre grande con un mono manchado de pintura, que dejaba el pulverizador en el suelo y se levantaba la visera del casco.

La expresión del hombre era sombría, sus pobladas cejas asomaban sobre sus ojos marrones inyectados en sangre.

-¿Qué quieres?-el demando.

-¿Eres Jay?-yo pregunté.

-Sí, soy Jay.

-Quería hablar contigo sobre Sunmi... sobre tu esposa.

Jay golpeó con un enorme puño el capó del coche en el que había estado trabajando, aparentemente sin darse cuenta de la pintura húmeda y del hecho de que acababa de hacer otra abolladura en el metal.

-Maldita sea, ella era mi esposa. Supongo que lo olvidaste, cuando te la estabas tirando.

Me encogi.

Supuse que Jay no sabría quién era yo, esperaba poder hablar con él de forma anónima.

-Lamento la muerte de Sunmi. Lo siento más de lo que puedas imaginar ¿Hay algún lugar donde podamos hablar?

-¿La mataste?-exigió Jay-Si descubro que la mataste, iré tras de ti. Ella no tuvo ninguna posibilidad desde el inicio contra gente como tú con ese auto elegante, llevándola a esos lugares caros-Jay se quitó el casco y lo arrojó al suelo, acercándose amenazadoramente.

Esto no iba en absoluto, como yo había esperado.

Me acerqué un paso más a Jay, negándome a dejar que controlara la situación.

-¿La maté? Por lo que escuché, tú eres el principal sospechoso ¿Qué hiciste, cuando ella te pidió el divorcio?

El gran rostro de Jay, se arrugó desde dentro.

Por un segundo, pensé que el hombre iba a estallar en lágrimas, pero luego se abalanzó y agarró mi corbata.

-No creo que eso sea asunto tuyo, chica elegante-Jay no era tan alto, aunque probablemente me superaba en veinticinco kilos.

Doppelgänger/Jenlisa(G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora