Prologo

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"INCRÉDULO, Carlos Sainz miró a su padre.

-No es verdad. No puede ser verdad. ¡Poseemos una de las empresas másgrandes de España !  Sainz, un hombre apuesto de sienes plateadas, no lucía su mejor aspecto. Su complexión era  cetrina y profundas arrugas de cansancio marcaban su rostro.

-Asumí un riesgo y no dio resultado. De hecho, fue un desastre. La empresa está endeudada  y el banco se está poniendo muy nervioso. Me hicieron hipotecar todo lo que poseemos pero  aun así no están contentos. Si nos aprietan las tuercas ahora, ¡lo perderemos todo!

Carlos no dijo nada. «¿Todo? ¿Hasta la casa de la familia?». Estaba tan enfadado, que no se  atrevía a hablar. Su abuelo, Orestes, le había enseñado que un hombre debía anteponer por

encima de todo el honor y la seguridad de su familia. En vida del anciano la fortuna familiar  había estado en manos protectoras y seguras. Pero Sainz no trabajaba de esa manera.  Aunque había cumplido ya los cincuenta, todavía estaba desesperado por probar que podí a  dirigir la empresa y hacer negocios con tanto éxito como el que había tenido su legendario  padre. Sin embargo, había perdido millones persiguiendo transacciones de alto riesgo.

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