Carlos traspasó el umbral de la habitación sosteniendo a Liv en sus brazos. Colocó el cuerpo de su esposa sobre la cama con dosel. Ella se deshizo de sus zapatos con la vista fija en el techo de tela.
-Mi sueño se ha hecho realidad -dijo entonces-. Toda mi vida he querido tener una cama como ésta... ¿cómo sabías que era esto lo que deseaba?
-Lo intuí por la forma en que estaba decorada tu habitación. Eres una romántica.
Al escuchar ese adjetivo, Liv hizo un mohín y se sentó de rodillas sobre la cama.
-No lo soy.
-No es un crimen -respondió Carlos posando sus ojos en el rostro de Liv. Las largas pestañas de Liv escondían su expresión, pero su forma de elevar la barbilla hablaba por ella.-Eres demasiado susceptible -dijo Carlos-. ¿No confías en mí?-Liv negó con la cabeza.
Carlos se sintió mal por la velocidad con que su esposa había respondido. -Pero, por lo menos, crees en mí un poco... Liv negó por segunda vez. -Eso es insultante... -Carlos la censuró con la mirada-. ¡Eres mi mujer!
-No olvides cuál es el motivo que me ha traído hoy aquí.
-Estoy intentando luchar por nuestro matrimonio... -la mirada de Carlos ardía como una llama-. ¿Es que no puedes apreciar eso?-Tal vez no me gusten tus métodos.
-Un día recordarás todo esto y te sentirás feliz de que luchase por ti, mi amor -declaró Carlos con total seguridad en sí mismo.-¿Así que crees que estás luchando por mí? -Liv se sintió agitada por la convicción con que Carlos había hablado. Se dio cuenta de que el secreto de su éxito con las mujeres radicaba en su forma de hablar contenida y segura. ¿Acaso debía sentirse impresionada por el hecho de que estuviera presentando su intento de chantaje como si fuera un acto heroico?
-¿Qué piensas? -Carlos echó hacia atrás su arrogante rostro.
-Todavía no me has explicado por qué has hecho tanto esfuerzo en salvar nuestro matrimonio -puntualizó amablemente.
Carlos la miró con frustración, como si no pudiese comprender por qué todo era un misterio para ella.
-Eres mi esposa -dijo finalmente-. ¿Qué otra razón necesito?
Liv se encogió de hombros como diciéndole que si él no tenía idea de sus motivos, ella tampoco.
-¿Te lo has pasado bien hoy? -le preguntó Carlos.
Al encontrarse con su impresionante mirada, Liv sintió cómo el corazón se agitaba dentro de su pecho: Carlos le parecía increíblemente atractivo.
-Mucho más que el día de nuestra boda... -respondió.
-Pues, espera, porque la noche va a ser espectacular -le prometió Carlos, inclinándose sobre ella para quitarle la chaqueta estilo bolero.
De repente, el cerebro de Liv dejó de pensar. No podía dejar de mirar los resplandecientes ojos de Carlos y respirar empezó a convertirse en una tarea imposible. Con tan sólo mirarlo, Liv sentía un deseo desesperado. Intentando sobreponerse a tal sensación de debilidad, Liv reclinó a Carlos sobre la cama y empezó a deshacerle la corbata.
-De repente siento la necesidad de que me arranques la ropa -le confió Carlos, sin poder apartar los ojos de ella.
Aunque tenía el rostro ardiendo, Liv no había perdido todavía su sangre fría. Irguiéndose sobre sus rodillas, ayudó a Carlos a deshacerse de la chaqueta y empezó a desabotonarle la camisa con dedos torpes.
-Quizá tenga menos práctica de lo que estás acostumbrado... -se excusó.
-No subestimes lo que siento por ti -desconcertado por el comentario que acababa de hacer Liv, Carlos la tomó de la mano-. Lo nuestro es diferente.
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Dinastía Española
RomanceTERMINADA ---------------------------------------------ADAPTACIÓN--------------------------------------------------------------------- Hacía ya ocho años que Liv se había visto obligada a casarse con Carlos Sainz, pero siempre habían vivido separado...