No sean estúpidos! -dijo Liv antes de reflexionar un momento, darse la vuelta y salir corriendo.
No se detuvo hasta que consiguió despistar al tropel de periodistas que la seguían calle abajo. Respiró profundamente, miró a su alrededor y aligeró el paso: los paparazzi habían desaparecido. La escena le había resultado enervante, ya que no estaba acostumbrada al acoso de los medios de comunicación. Su rostro había aparecido en las revistas tan sólo dos veces desde su matrimonio con motivo de un par de fiestas privadas que había dado para obtener fondos para su refugio. Le impresionó que Carlos estuviera sometido a ese tipo de acoso todos los días.
Por primera vez, consideró el sorprendente hecho de que Carlos había preferido correr el enorme riesgo de dejarla embarazada antes que perderla. En el fondo, Carlos era muy simple. Y también demasiado inocente, pensó Liv. Por lo que había leído, era bastante normal que las parejas tuvieran que pasar hasta un año entero intentando tener un hijo. El mismo libro le había enseñado que, aunque no había cumplido todavía los treinta años, ya había pasado hace tiempo su edad de mayor fertilidad. Considerando esos hechos, Liv pensó que no había la menor oportunidad de que se hubiera quedado embarazada después de un único encuentro amoroso.
Cuando llegó a su cita con George, lo encontró con un aire tan alicaído como el que ella misma tenía.
-¿Qué es lo que ocurre? -le preguntó Liv.
-Me encontré con una amiga de Stella en la conferencia. Me dio a entender que Stella tenía una cita esta noche con un tipo... No sabía cómo decírmelo. Creo que pensaba que me iba a disgustar saberlo.
Liv dio un respingo y le tocó el codo con la mano.
-Oh, George. Piensa que lleva dos años sola...
-Lo sé -George la miró con ojos frustrados-. Me gustaría que me aconsejaras desde el punto de vista de una mujer. ¿Qué puedo hacer ahora?-¡No puedo! Eres tú el que tiene que tomar una decisión.
cision.
-Pero tengo tanto que perder -suspiró George-. Mira, vayamos a cenar antes de volver. No tengo nada mejor que hacer.-¿Qué tal te fue con Carlos esta tarde? -le preguntó por fin a Liv mientras consultaban los menús en el restaurante.
Liv intentó que sus labios esbozaran su habitual sonrisa, pero no lo consiguió. Recordó que su relación con Carlos estaba hecha pedazos. Pensó que estaba intentando forzarla cruelmente a rechazar el matrimonio que en cierta ocasión le había ilusionado de una manera inocente y estúpida. Horrorizada y sin previo aviso, estalló en lágrimas que se derramaron por sus mejillas.
-Liv... -George quedó espantado y tomó la mano que Liv tenía sobre la mesa-. ¿Quieres que nos vayamos?
-No. Estaré bien dentro de un rato. Lo siento... -le dijo mientras buscaba un pañuelo al tiempo que intentaba devolverle una sonrisa entre las lágrimas.
De repente, saltó el flash de una cámara. George parpadeó y, soltándola de la mano, se puso en pie de un salto.
-¡Ese tipo nos acaba de sacar una foto! ¿Qué es lo que ocurre? -dijo George.
-Deben de haberme seguido. Creí haber despistado a los periodistas que me esperaban a la salida del apartamento de Carlos, pero está claro que me equivoqué -suspiró Liv limpiándose la cara de lágrimas.
-Debiste habérmelo advertido... -George seguía de pie, dejando claro que prefería marcharse-. No tenía idea de que atrajeses tanta atención cuando venías a Londres.
-Normalmente no la atraigo, pero debe haber empezado a circular el rumor acerca del divorcio y, evidentemente, todo lo que tenga que ver con la vida privada de Carlos es noticia. Los paparazzi lo adoran.

ESTÁS LEYENDO
Dinastía Española
RomanceTERMINADA ---------------------------------------------ADAPTACIÓN--------------------------------------------------------------------- Hacía ya ocho años que Liv se había visto obligada a casarse con Carlos Sainz, pero siempre habían vivido separado...