IV

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Mi respiración se cortó al momento de escuchar su tono serio. Sus ojos se clavaron en el suelo para luego levantar la cabeza y mirarme tratando de sonreír aunque falsamente.

—Es difícil... pero pude ocultarte —susurró dejando un hilo de silencio detrás.

—¿De qué hablas? —pregunté nervioso.

Inhaló profundamente. Sus ojos grises seguían sobre mí. Instintivamente entrelace mis dedos en forma de plegaria.

—Fui al centro comercial a pedirle al encargado principal de las cámaras de seguridad para corroborar lo que pasó ayer. Al inicio no me dejaron porque... —tomó mis manos entre las suyas. Un gesto de acompañamiento— ya las habían pedido, un secretario de Cha Wookyung.

Sentí como mi cuerpo se sacudió ante esa oración. No podía creer lo que escuchaba pero ella apretó aún más mis manos y continuó.

—Tranquilo, me encargué de las cámaras ayer. En realidad, uno de mis empleados se encargó. Fue muy difícil pero logramos sacar la parte en la que nos encontramos y también eliminamos unos segundos antes de que las seis cámaras principales te apuntaran cerca del estacionamiento. También revise un par más hasta hace unas horas, por eso llegué tarde. Así que borré cada rastro de ti sonrió tiernamente.

Esa sonrisa en conjunto a su rostro que se mostraba cansado con ojeras visibles y un pelo despeinado; me hicieron caer en cuenta que hasta ese punto me ayudó. Mientras sentía como se me hacía un nudo en la garganta, hablé.

—¿Entonces, por qué fuiste al centro comercial? — sin darme cuenta en ese momento, me había acercado a su rostro.

—Porque quería saber si él se pondría en tu búsqueda. Por suerte, no pudo averiguar bien con las cámaras porque se le ocurrió muy tarde —sopló mi rostro con una risita, pero seguí cerca—. Como a la madrugada se registran las cintas pudimos modificarlas a tiempo. Al parecer buscaban las cámaras de salida.

Volvió a soplar mi rostro y ahí me percaté de lo cerca que estaba de su cara y mi mente me trajo de recuerdo ese sueño húmedo. Me aparté de ella y miré hacia otro lado.

—¿No les pareció raro que fueras a preguntar por las cámaras al mismo tiempo que él? —pregunté como mínimo razonamiento.

Un silencio se hizo presente. Dirigí mi mirada disimuladamente hacia ella. Su cara estaba pintada de un rosa fuerte, sonrojada hasta sus orejas. Como respuesta a ese rostro, el mío se tiñó del mismo color.

—Me imaginé que... —bajó la voz susurrando algo inaudible. Rápidamente sacudió su cabeza y se rió nerviosa—. Ja, ja, ja.... —desvío la cabeza para un lado contrario—. Les dije que una joven robó mi celular y quería encontrarla para que me lo devuelva. Después de pelear un poco por las cámaras, les dije que se fijaran a la salida del baño. Me dijeron que revisarían y que mañana me comunicarían si lo encuentran. Así que funcionó rió orgullosa.

Mi estómago sintió algo que no podía creer: mariposas.

No, no y no. Esto no puede ser así, apenas la conozco y ya estoy confundiendo la situación. No es Doona, no es ella. Es una desconocida. Una desconocida que se queda todo un día despierta para ayudarme...

—¡Agh! —exclamé.

—¿Pasó algo? ¿No estuvo bien mi mentira? —me preguntó inclinando inocentemente su cabeza.

—No, no es eso.

Contesté en seco. Me estoy confundiendo. La amabilidad más dulce me está acorralando.

—Si es por tu miedo, estoy elaborando un plan completo. Aunque es obvio que necesito saber tu opinión.

—Dime —seguí sin mirarla directamente.

SB: Diente de LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora