VII

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El beso escaló con rapidez. La humedad de su boca se mezcló con la mía. Su mano derecha me acarició la mejilla con la suavidad de un sentimiento correspondido, la mano izquierda se posó sobre mi hombro apretando ligeramente sobre mi camisa. Esto me incentivo, no sabía cómo controlar todo eso.

―Uhm... ―gimió con delicadeza.

Ese ligero sonido me generó una euforia indescriptible. La tomé de la cintura y la senté sobre mi regazo. El cielo sabrá cómo habré hecho para que ella no se golpeará la cabeza contra el techo. Quizás un deseo explotado surgió de tanto sueños con ella.

Detuvo el beso queriendo respirar, pero mis ansias eran tales que no permití darle mucho tiempo y volví a besar sus hermosos labios. Sus uñas arañaban mi ropa y de un momento a otro, Ahn me mordió el labio inferior tratando de detener esta situación.

―Minho... Yo... ―su respiración agitada solo me provocaba más, pero decidí escuchar estando en la misma situación― Tengo ganas.

Acto seguido, me acorraló contra el asiento y se incorporó un poco para estar a una altura un poco mayor. Me miró con una sonrisa que solo la vi el día que amenazó con desquitarse contra el loco, quizás e inconscientemente desee esa sonrisa hacia mí. Quizás y ahora puedo admitir hacia mi mismo: me gusta esto, me encanta y me entregaría una y mil veces a ella.

―Hazme tuyo ―pronuncié sin pensar, avergonzado y excitado.

Se rió ligeramente y me tomó el mentón con un poco de rudeza. Nunca pensé que una persona que acababa de llorar, alguien tan sensible se convertiría en una persona tan dominante.

―Sin arrepentimientos, Min ―me besó con la misma intensidad que yo apliqué al inicio.

De un sentón chocó contra mi pene que estaba erecto debajo de la ropa. Sin dejar de besarme movió sus caderas hacia delante y hacia atrás estimulando mi pene.
Desabrochó los primeros cinco botones de mi camisa y masajeó mi pecho dándole toques en mis pezones que, eventualmente, se elevaron.

—Ahn~ uhm~ —atrapó uno de mi pezones y lo apretó con fuerza.

El movimiento de sus caderas, sus manos y su lengua me envolvían armónicamente. Quería más, mucho más. Tres semanas me bastaron para tenerle tantas ganas.

—Min~ —dejó de lado mis labios y comenzó a bajar lentamente dando besos y lamidas breves hasta llegar a mi pectoral izquierdo—. Me gustan... mucho... —apenas terminó de decirlo lamió mi areola en círculos sin dejar de jugar con mi otro pecho.

—Ah~ ah~ Ahn~ —exploté ante esa sensación. Mis gemidos solo la incitaban más, tanto así que comenzó a chupar y morder mi pezón.

Mis gemidos se colaron por todo el auto mientras los sonidos de fricción y succión se mezclaban con suavidad. Sentía que allí abajo no iba a aguantar mucho.
Coloqué mis manos en su trasero y presioné con fuerza imitando los movimientos de ella pero con aspereza. Los gemidos y jadeos de  los dos comenzaron a sincronizarse.

—Min, no... así... ah~ —dejó mi pecho por un momento para abalanzarse en un abrazo mordiendo mi hombro.

Fue una prueba suficiente para mover más rápido mis caderas. No me importa si manchó esta ropa que ella me regaló, quiero correrme pensando que no es un sueño y no soy el único. Su cuerpo se tensaba en cada choque de caderas, me imaginó que estimulaba mucho su clítoris.
Me dio sus besos mojados como señal de estar llegando al límite.

—Min~ un poco más~

Me miró con esos ojos preciosos y volvió a besarme. Con un poco de fuerza, le di varias estocadas y cuando estaba ya en lo último tome uno de sus pechos y lo apreté amazandolo hacia arriba.

—Min, yo...

No pudo terminar de hablar, sus piernas temblaron sin generarme resistencia, moví mi cadera un par de veces más y me corrí. Mi semen caliente brotó dejando una leve mancha en el pantalón.

Ambos, agitados, buscábamos respirar correctamente. Nos miramos y sonreímos. Saqué mi mano de su pecho pero no saqué la otra de su cola.

No sé cuánto segundos o minutos pasaron hasta que nos relajamos nuevamente, aunque relajarse era una mentira.
Ella abrió la puerta del copiloto bajándose y teniéndome la mano para bajar.
Respiré profundamente muy profundamente hasta que pude calmar el cosquilleo de mi entrepierna; tomé su mano y bajé.

Nos dirigimos al interior de la casa y apenas atravesamos la puerta principal, Ahn se me abalanzó apretando sus labios nuevamente con los míos. Atrapé su piernas y las coloqué a mi alrededor y ella respondió cruzando sus piernas para apoyarse más en mí.
El roce nuevamente se hacía presente en nuestros cuerpos, caminé hasta la sala para recostar a mi benefactora en el gran sillón.

Me detuve a verla. Su respiración agitada, sus brazos extendidos, su pecho, antes manoseado por mí, subía y bajaba. Cada detalle en ella me excitaba como nadie, más que aquella mujer por la que tanto me humille.
En poco tiempo... ¿cambié de dueña o cambió mi corazón ante una pizca de humanidad? No lo sé y siento que solo lo sabré si Ahn va más allá.

Desabrochó su camisa dejando ver un sostén deportivo que, lejos de quitar el calor del momento, me hizo sentir una necesidad de sentir la fricción entre esos pechos, el sostén y mi pene. Sin embargo, con su mano derecha me dirigió hacia sus tetas. Apreté uno suavemente y, ante mi lujuria, busqué el pezón que estaba erecto. Levante la ropa que lo cubría y comencé a chupar y morder desesperado. Ella jalaba mi cabello y gemía con intensidad. Quería más y mi dueña decidió dar ese paso.
Me empujó para que me acostara yo y ella me montó. Desabrochó mi camisa, me sacó mi cinturón y a continuación tironeó mis brazos indicando que abrazara su cintura. Estába por bajar mi pantalón junto a mi bóxer.

Jadee suavemente, quería ver el cielo.

Quería sentirlo, al menos una vez, sin sentirme miserable. Sin que me traten como la mismísima mierda, aunque yo también lo fui. Me lo merecía, pero ¿realmente merecía todo lo que me pasó? ¿Hice todo mal? Si ella bajaba más y se decepcionaba, se reía como aquellos sádicos. Si me abandonaba por el tamaño o si mi complejo de inferioridad me inundaba, si me vuelvo a quedar en plena soledad, si me quiebro, si el loco me encuentra, si tan solo no me dejas caer, pero eres un ángel al que adoro por pura amabilidad.

"Probablemente yo no te merezco".

Mis pensamientos me desviaron del momento, cosa que la hizo detenerse.

—Min, ¿Qué pasa? ¿N-no te gusta? —preguntó tomando mi rostro en sus manos, al parecer mi cara apagó el momento...

—No... —susurré en un tono quebradizo.

—¿Seguro? —su tono de voz bajo me hizo dar una puntada en el pecho. Quiso levantarse y apartarse pero la tomé entre mis brazos y la abracé con fuerza—. ¿Min?

Suspiré.

Sé que debía hablar las cosas, ella siempre me dio esa oportunidad. En esta sociedad horrible, había alguien que me daba mi lugar.

—Me gustas, en serio —afirmé mirándola a los ojos—. Pero tengo miedo, no quiero que me alejes, sin embargo —me senté sin soltarla colocándome en su pecho— quiero aferrarme a ti. Tengo sentimientos retorcidos, sentimientos asquerosos, tengo miedo que esas emociones te alejen. Que me abandones, que me veas como un parásito, un idiota asqueroso. Que vayamos más allá y te burles. Quiero gustarte, quiero ser normal —las lágrimas salieron de mis ojos humedeciendo su pecho— pero mis gustos y mi carácter se forjaron... —ella me escuchaba y acariciaba mi espalda con suavidad—. Todo lo que soy ahora, todo es por los abusos. Me gusta ser dominado pero me da miedo, miedo que te asustes de eso. No me gusta que me hagan daño, que me...

Su cuerpo tembló un momento interrumpiéndome y decidió contarme algo. Su respiración agitada se hizo evidente en cuanto un hilo do voz salió de su boca.

—Soy horrible —me apretó aun más fuerte—. Lo sé. Sé que quieres decir porque —se apartó un poco y me miró a los ojos, ambos estábamos llorando— vi todo.

Me paralice automáticamente.

SB: Diente de LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora