IV

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—¿Por qué no vamos hoy también a la playa? —sugirió Johnny mientras picaba su tazón de fruta en el comedor del hotel.

—¿Te encuentras bien? —su hermana le tocó la frente —Desde que llegamos aquí no quieres hacer nada y ahora estás sugiriendo ir a la playa.

—Hay una playa que es más bonita que la que visitamos ayer. —le ignoró.

Jessica rodó lo ojos, Johnny era bueno para evadir sus preguntas.

—¿Cómo sabes eso?

—Lo investigué.

—A veces no te entiendo Johnny, pero vamos antes del almuerzo.

Ahora que su hermano parecía estar más entusiasmado no podía negarse a su petición, quería disfrutar con el todo este viaje.





Si fuera por Doyoung estaría dormido todo el día, pero su madre lo quiere activo. Entonces arregla junto con ella el pequeño jardín, hace más mandándos, le ayuda con la comida y después para que no lo viera en casa como un perezoso frente a la televisión decide aprovechar la energía que le queda en emprender un viaje a su lugar favorito.

El mismo que le mencionó al extranjero de ayer, probablemente no le compartiría el dato a nadie pero está vez lo hizo porque el chico frente a el no lucía lo más mínimo interesado en bajar largas escaleras, ni siquiera estaba interesado en estar ahí. Así que no resultaba un peligro para su pequeño secreto.

Preparando una pequeña mochila con aperitivos, toallas y sus lentes de sol. Doyoung emprendió camino escaleras abajo y una vez en la playa acomodó todo con paciencia.

Adoraba que ese lugar no estuviera tan concurrido y que el sol no fuera tan directo. Sentado frente al mar, cerró sus ojos para poder sentir la brisa y el aire casi fresco.

Era un buen lugar para meditar o para quedarse dormido si no fuera porque alguien pronunció su nombre.

—Doyoung...

Abrió sus ojos lentamente, llevaba lentes de sol, los hizo hacia arriba para ver quién le llamaba.

—Ah, Tonny.

—Johnny. —corrigió.

—Decidiste venir, que coincidencia.

—¿Se conocen? —preguntó la chica de vestido blanco a lado de el.

—Desde que llegó. —respondió con una leve sonrisa.

—Tu eres el que-

Johnny le tapó la boca a su hermana.

—Tu eres el que me ayudó a comprar las botellas de agua. —cambió la versión.

Doyoung volvió a colocarse sus lentes y después le vio a través de ellos riendo —: Claro, claro.

Entendió que no quería que se hablara del tema. Jessica mordió la mano de su hermano, mirándolo enojada.

—Ni siquiera recibí mi botella —reprochó —Doyoung ¿Verdad? —este asintió —¿Podemos sentarnos a tu lado? —preguntó amablemente.

La expresión de Johnny cambió, su nombre se le había salido de la nada y terminó en una conversación entre Doyoung y su hermana. No tenía intenciones de pasarla con el, solo alojarse en otro lado de la pequeña playa con Jessica.

—No creo que quiera que lo interrumpamos... —empezó a decir.

—No tengo problema. —contestó desinteresado.

Jessica agradeció emocionada colocando sus cosas y su toalla al lado de Doyoung. Johnny no tuvo de otra que acomodar sus cosas y sentarse a lado de su hermana quedando ella enmedio de los dos.

Positano | JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora