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Diez de la mañana y Johnny sentia que el sol lo atacaba particularmente, quería dormir un poco más pero su hermana era como una bolita que emitía mucha emoción más de la que el poseía. Lo despertó de manera todo menos delicada y demasiado temprano, él ya se había negado a ir pero Jessica nunca aceptaba un no.

Ambos desayunaron, y salieron para el lugar citado. Caminando con desgano hacia el centro pudo ver a lo lejos a Doyoung, estaba sentado en un pequeña banca, parecía que en cualquier momento se quedaría dormido mientras recibía los rayos del sol en su rostro con los ojitos cerrados y la expresión relajada.

—¡Doyoung! —gritó su hermana haciendo que ese buen retrato se deshiciera.

Jessica se adelantó y Johnny no se inmutó en seguirle el paso quedándose a atrás. Ella de un día para otro le agarró confianza a Doyoung porque lo saludo con un fugaz abrazo, incluso el mismo Doyoung se puso tenso.

—Hola Jessica, Johnny. —al fin se aprendió su nombre.

—¿Que lugar nos tienes preparado? —preguntó curiosa.

Barrio de Liparlati o también llamada la ciudad muerta, fue el lugar que eligió Doyoung para ese día y no estaba excepto de cientos de escaleras para seguir molestando a Johnny quien estaba a nada de dar la vuelta y regresar a dormir al hotel.

El lugar aún conservaba bastante de su patrimonio arquitectónico, otro barrio que poseía una pequeña iglesia y calles como si se tratara de un laberinto que por suerte tenía salía. Ya sabía que si algo le gustaba a Doyoung era caminar.

—No creí que tú lugar favorito fuera un cementerio, ya tenía una idea de que eras raro pero no tanto.

Ese fue el último destino de barrio, un cementerio en lo más alto encima de los acantilados.

Doyoung rodó los ojos, ambos estaban sentados en un pequeño escalón mientras Jessica leía las inscripciones de las lápidas con curiosidad y cierto respeto.

—Es parte del barrio. Lo dice quien no quería entrar al mar y después se fue corriendo a el.

—Hacia mucho calor. —se excusó.

—¿Y por qué no entraste primero con nosotros?

—Que te importa.

—Que molesto. —Doyoung lo miró con fingida molestia.

Lo que para colmo era adorable. Johnny solo le guiño un ojo.

—Pero la vista no era molesta ayer. —dijo pícaro acariciando su abdomen por sobre su playera.

—Ya te dije, no había nada interesante.

Johnny se acercó bastante quedando a centímetros de su rostro.

—Tu cara no decía lo mismo.

Doyoung bajó la mirada poniendose tímido, una reacción muy inesperada y que hizo sentir a Johnny superior.

El pelinegro trato de sostenerla, empezó a recorrer el rostro del americano sin llegar al final que quedándose en la pequeña curva de sus labios y... ¡No!

El celular de Doyoung vibró, salvandolo —: Mamá —se alejó de ahí tomando la llamada como excusa —Estoy con... En realidad son unos turistas que conocí hace poco y querían que les mostrará otro lugar. ¿A casa? Oh, ¿en serio hiciste eso? —preguntó con emoción —¿Qué? ¡No! No creo que sea buena idea llevarlos.

Jessica volvió donde estaba Johnny ni el ni ella entendían lo que decía pero eran graciosas su expresiones, las voz le cambiaba al hablar el idioma local y extrañamente era atractivo para Johnny quien sacudió su cabeza antes de que el pensamiento abarcará completamente su mente.

Positano | JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora