Capitulo 4: Invitación.

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Uno a uno comenzaron a presentarse, él profesor ni siquiera levantaba la miraba cada vés que esos se paraban a decir sus nombres, hasta que me toco a mí.

— Mi nombre es Daniel Torres, tengo 16 años y desde hoy detesto el álgebra— dije de pie y mirando fijamente a ese profesor.

— Pues estoy seguro que Nadie pidió tu opinión. — respondío este sentado mirándome fijamente. — Además creo que con un buen profesor como yo podrás o quizá amar el álgebra. — Añadió.

Todos me miraron, De verdad no sabía que decir. Desde entonces supe que mi relación con este profesor sería una calamidad.

— ¿Pues quien nos asegura que no nos Choque, como usted nos explique la materia? — pregunté.

- Dicen que no hay que juzgar un libro por la portada. Y primero tengo que asegurarme que el alumno no me choque a mí primero. Así que ya te puedes sentar - contesto muy sarcástico.

Entendía claramente lo que me quería decir él muy idiota, pero la culpa de aquel inconveniente, fue totalmente de él. No podía aguantar la rabia que sentía. Su mirada era muy pesada al mirarme. Prácticamente me humilló adelante de todos.

- ¿Oye que fue todo eso? - pregunto Frank. Yo lo mire de reojo.

- Nada...

El miró a Beth y con cara de que no me creía. Tenía que estar atento que este sujeto de Frank no sospechara de mi. Conozco a este tipo de gay que sale del closet y que ya quiere comenzar a ayudar a salir a barios para no sentirse mal por lo que a él ya le paso.

A penas terminamos la hora de álgebra me fui directo a buscar a Jeremías. Además tenía mucha hambre. Él a penas estaba saliendo de su salón, cuando depronto sentí un fuerte golpe en mi hombro, Gilbert me había golpeado con su cuerpo al pasar.

- ¡Fíjate! - Me dijo éste muy resentido por la cachetada de ayer. Yo solo le saque el dedo y me fui ignorando lo.

Cuando volví a dirigir la mirada a Jeremías ya no estaba. ¿A lo mejor fue a la cafetería?. Caminé allá y lo vi sentado con una chica. Y si, era esa misma chica que Gabi me había hablado, esa tal Jessica. Esta le acariciaba su cara muy cerca de él. No tenía idea si lo que comencé a sentir era depresión o rabia o hasta la misma envidia. En especial cuando mire que estaban sentados en la misma mesa donde Jeremías y yo nos sentámos.

De un momento a otro ya no tenía habré. Jeremías me miró de lejos y me saludo. Al parecer quería que fuera a donde ellos estaban. Yo en cambio le di una sonrisa hipócrita. Y me fui a las gradas del campo de fútbol. Pasé casi toda la hora del desayuno en esta sucia banca de las gradas con la mente totalmente en blanco. Mirando a lo lejos como un grupo de chicos corrían en la pista de atletismo.

- A un espero que me pidas disculpas por aquello - dijo él profesor detrás de mí.

Yo miré atrás y este estaba desayunando 5 filas más atrás.

- ¿Si sabía que hay una sala especialmente para que los profesores desayunen no? - respondí cambiando el tema.

- ¡Si lo se!. Pero no me gusta estar donde me miren con ganas de arrancarme la camisa un par de profesoras sedientas de colágeno. - dijo éste él cual hizo que sacara una sonrisa.

- ¿Y tú que haces acá? - pregunto.

- Profesor con mucho respeto le digo que eso a usted no le interesa. Así que ¡buen provecho! y ¡Adios!. - dije tomando mi mochila la cual había dejado en la banca de alado.

- Deberías hacer las pases conmigo. Digo eso te combine, ya que soy tú profesor de álgebra. - Añadió este asqueroso profesor correcto y presumido.

Pero que se cree este sujeto. No dejaré que mi orgullo y dignidad caer tan bajo.
Así que me fui sin dar una palabra. Este sonrió y siguió comiendo lo que sea que era lo que comía. Ya le estaba cojiendo rencor a éste. Cuando estaba caminando por el pasillo alguien me sujeto de mi cuello.

DIVIDIDO A LA MITAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora