Prólogo.

77 12 0
                                    

Hace ya una década de lo ocurrido, específicamente en el año 2026, ocurrió un acontecimiento bastante trágico para la ciudad. Todo empezó cuando me dejaron retirarme de la Armada de Estados Unidos, terminé siendo General de la Fuerza Armada Estadounidense a los 32 años. ¿Mi nombre? Soy Ellis Klarck, y decidí en ese entonces tomarme unas buenas vacaciones en Miami, ya saben, playa, un buen clima y las hermosas mujeres de la ciudad.

Tenía bastante dinero, o bueno, sigo teniendo; me hospedé en un hotel de cinco estrellas cercano a la playa. Mis planes eran quedarme como mínimo uno o un mes y medio en ese hotel. Ese era muy conocido por las fiestas brutalmente buenas, su exclusivo restaurante y por una que otra velada romántica que salió a la luz. Por supuesto, yo no me iba a perder nada de eso.

Una madrugada, más o menos a las dos de la mañana, regresé a mi habitación. Estaba un poco ebrio, por lo que decidí irme de la fiesta temprano. La mañana siguiente, como a las nueve de la mañana, estaba acostado en mi cama, con mi pijama aún puesta, viendo las noticias. Parecía ser un día ordinario en Estados unidos, hasta que...

— Interrumpimos su programación para enviar un mensaje de alerta nacional. — Habló el reportero de dicha noticia, con notable preocupación. Ahora se veía un logo extraño en una de las esquinas del televisor, aparentemente de una organización científica que trabajaba para el gobierno o algo así... — Se ha descubierto un virus aún desconocido, nacido en el Laboratorio Nacional de Brookhaven de Nueva York, y se está esparciendo a marchas aceleradas. — El periodista tomó una pausa, para mostrar luego una grabación desde las calles de dicha ciudad. Había gente tirada en el suelo, siendo atendida por médicos; otros estaban tosiendo demasiado, a tal punto de expulsar una flema negra y rojiza de la boca. — Se estima que hay aproximadamente quinientas personas infectadas desde la semana pasada. Según científicos, se dice que se esparce por...—

Antes de que el periodista siguiese hablando, decidí apagar el televisor. — Son casi dos kilómetros de distancia de ahí hasta aquí... Además, ¿Por qué avisaron justo el día en que nació? De seguro es para mantenernos en casa... Una simple y muy mala mentira. — Dije, pareciendo un total ignorante. Me levanté de la cama para sacar una botella de agua que había dejado en el refrigerador. Sin embargo, algo me interrumpió, parecía que estaban tocando la puerta de la habitación, lo que me extrañó bastante. No conocía a nadie en esa ciudad, además de que el servicio a la habitación llegaba a las once de la mañana. Se trataba de un tercero desconocido.

Fui a abrir la puerta, y quien tocaba era un cartero, con un paquete para mí, de procedencia desconocida. — Eh... ¿Gracias? — Agradecí un poco confundido, tomando aquel paquete. El cartero ya se había ido apenas le quité la vista de encima para ver el paquete. Era un poco pesado, del tamaño de una caja de celular. Tenía dudas sobre su contenido, así que lo primero que hice fue pegar mi oído al paquete para confirmar que no fuese una bomba; tengo mis motivos para hacer esas cosas. Decidí abrir el paquete, y lo primero que escuché fue el sonido de algo liberándose. Vi que un pequeño seguro metálico había quedado colgando de la caja por una cuerda delgada, y eso que no había terminado de ver qué había dentro de la caja. Cuando vi el contenido de la caja, me percaté de que había una nota que decía "¡Buenos días! O... ¿Buenas noches?" Era confuso. Pero no era solo una nota, porque si no el paquete no pesaría nada. Por debajo de la nota había un contenedor cilíndrico verde, parecido a un mini spray. — ¿Esto no es...? Ay no... —

Perdí la noción del tiempo y mi vista por unos segundos. Se trataba de una bomba de gas que detonó justo en mi rostro. Por eso, una gran cantidad de aquel gas tóxico entró a mis pulmones, lo que hizo que cayese al suelo casi al instante. Mi vista se nublo, a tal punto de solo ver a tres siluetas oscuras frente a mí. Segundos después... Me desmayé.



La tos escarlata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora