11; Le vas a creer.
Últimamente, las cosas en la vida de Julián encajan a la perfección.
Su grupo de amigos está unido; sin peleas, en su familia hay tranquilidad y en cuanto a su vida amorosa no hay otras dos palabras que la describan mejor; Enzo Fernández.Enzo Fernández, sin duda, es el primer amor de Julián. Ese que lo deja en las nubes cuando se besan, ese que lo hace sentir un partido de fútbol en la panza, ese que lo hace sentir esperanzado y le hace creer que el amor es real.
Si el cordobés tiene que ser honesto, nunca se sintió tan querido como desde que está con Enzo. El azabache se había encargado de repetirle las mil y una veces que lo amaba, que era precioso y un sin fin de cursilerias que todos queremos que nos digan.
Las cosas parecen ir tan bien porque en la escuela no hay un trabajo desaprobado, porque las discusiones entre mamá y papá cesaron, porque ver a Julián y Paulo en, prácticamente, la misma situación que él le hace bien. Las cosas parecen ir bien porque aquél morocho de sonrisa linda está a su lado.
— A veces pienso que no es real. — comenta Julián mirando el cielo anaranjado.
Lisandro ríe con suavidad.
— Todo parece demasiado bueno, ¿No? — pregunta mirándolo de reojo.
— Todo va a la perfección, Lis. — comenta sonriendo hasta que las mejillas le duelen.
El tridente se había juntado en la plaza de la esquina de siempre. Las charlas parecen nunca acabarse con esos tres, siempre fueron esa amistad que la gente suele envidiar.
Se complementan desde hace mucho y esa relación parece ser inquebrantable.— Se está haciendo tarde ya. — comenta Dybala mirando el cielo.
— Cada chancho a su rancho. — dice Julián con su característica tonada y ríen.
Empiezan a levantar lo que llevaron y después de despedirse una y mil veces cada uno empieza a caminar a su hogar.
Es viernes, los novios de Lisandro y Julián habían sido invitados a una joda en un barrio que los menores desconocían con totalidad.
Enzo había invitado al castaño, pero este había sido designado como el niñero de uno de sus primos aquella noche por lo que no podría asistir.
— ¡Hola, ma! — saluda Julián entrando al lugar y Mariana contesta desde la cocina.
— ¡Hola hijo! Te tengo buenas noticias — comenta y Álvarez se acerca.