Extra final

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Hola de nuevo querido lector, prometí contarte cómo fué la revelación de la verdad acerca de lo que Magnus había hecho a través de los años por Alexander y estoy aquí para hacerlo.

Acompáñame a ver la reacción de nuestro sexy enfermero, quizá descubriremos la razón del cambio tan radical en Alec.




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Alexander se dejó caer en la alfombra del cuarto al lado de la cama, respiraba como si hubiese corrido escapando de un oso, en realidad se sentía como si hubiera jugado al caballito con uno. Mover a Magnus del sofá en la sala hasta la cama en su habitación había sido tan complicado como un turno doble en el hospital.

Con ayuda de la cómoda se puso de pie y volteó a verlo, el hombresote tenía problemas para respirar, lo hacía en ráfagas cortas, temblaba, apretaba lo ojos con fuerza y murmuraba. Alexander le quitó el calzado, acomodó sus pies y lo arropó de la cintura para abajo.

Buscó un par de toallas chicas, fué a empapar una en el lavabo y la puso en la frente del moreno.  Salió a la cocina y tomó un gran cuenco blanco, en él sacó agua del baño y la puso al lado de la cama, empapó la otra toalla y cambió la que tenía Magnus, estaba caliente.
Le puso la toalla fría y mojó la otra.

Después de tres cambios fué por más agua fría, volvió a la cocina y metió hielos a cuatro bolsas, las envolvió en diferentes toallas y le puso dos en las piernas y dos entre las costillas y los brazos. Magnus estaba peligrosamente cerca de convulsionar por tan altos números de su temperatura.
Meterlo al baño de agua fría directamente no era una opción, el hombre pesaba demasiado y podían tener un accidente si se resbalaba en el baño.

A las 3 am la fiebre bajó lo suficiente para que Alec fuera por una caja de leche, un par de botellas de agua y el cereal.
Tomó la cabeza de Magnus con un brazo y le dió poco a poco agua en pequeños sorbos, tenía que mantenerlo hidratado.

El enfermero buscó en el enorme botiquín, había una bolsa de suero en el fondo así que volvió al cuarto y se la puso directamente en el brazo, tuvo que maniobrar para pegarla en la pared y pudiera bajar el líquido. Alec consiguió bajarle un par de grados casi para el amanecer, entonces pudo comer un tazón de cereal, la preocupación tenía un nudo en su estómago.

Fué ya entrada la mañana que Magnus abrió los ojos, pero Alec notó por su pupila que no estaba consciente.

– Ale...xander

Murmuró suavemente

- Estoy aquí

Dijo el enfermero tomando su mano y apretando con suavidad. Le costaba y sentía culpa al ver su rostro, la nariz había quedado con un gran hematoma.

- Lo siento, tanto

Le dijo con profunda tristeza y Alec pensó que se estaba refiriendo al secuestro pero no estaba de más preguntar.

- ¿Por qué te disculpas, Magnus?

Preguntó quitando el cabello humedo que tenia pegado en la frente con tanta suavidad cómo si el hombre fuera a romperse.

- Quisiera disculparme con él, decirle cuánto lamento todo lo que hice por cobardía

Alec cayó en cuenta que pensaba que hablaba con alguien más sobre Alexander. Y esa era una buena oportunidad para sacar información, quizá en base a las respuestas sería más sencillo para él darle una oportunidad al moreno.

- ¿Qué fué lo que hiciste? ¿Qué es lo que lamentas?

Magnus cerró los ojos y Alec se despidió de sus respuestas, pero no pasó un minuto cuando el hombre habló aún con los ojos cerrados.

- Lo seguí, día y noche, contraté un investigador privado para que no le perdiera el rastro, desaparecí a su antiguo jefe de enfermeros y soborné a Catarina para entregarme reportes suyos, para que su trabajo no volviera a ser excesivo y se enfermara. Alejé a todos los idiotas que querían acostarse con él y lastimarlo, a los  pacientes groseros les dí una lección, la bibliotecaria gruñona no volvió a ser un problema después del soborno semanal para dejarlo llevarse cuántos libros quisiera, hice lo que pude para mantenerlo a salvo, no sólo su integridad física, también la emocional.

Alec hasta el momento no sabía que una persona delirando podría decir tantas cosas tan coherentes pero revisando nuevamente sus ojos, el moreno estaba perdido en el limbo entre la consciencia y el subconsciente.

Analizando lo que había dicho el hombre, le causaba más intriga y ternura que paranoia. Lo hecho, hecho estaba, no se iba a poner a gritar por eso, pero, joder, cuánto le había encantado escuchar todas las veces que desde las sombras lo protegió sin esperar nada a cambio, ni siquiera su compañía.

- ¿Por qué hiciste todo eso?

Preguntó con un nudo en la garganta.

Magnus suspiró gruñendo un poco y Alec puso sobre su frente un nuevo paño fresco.

- Por qué me enamoré de él. Desde el primer momento en que ví esos hermosos zafiros, se convirtió en mi razón de existir. - el hombre hizo una breve pausa - No hay nada que no haría por él, pero gracias a mi estupidez él me tiene miedo, él quiere escapar de mí y yo... Yo...

Magnus derramó lágrimas y Alexander lo acompañó con las suyas.

- Quizá sólo tiene miedo a no tener el control de su vida

Le dijo pasando el enorme nudo en su garganta y limpiando con un pañuelo el rostro del hermoso hombre.

- No entiendes - Magnus pareció frustrado con esa persona con quién hablaba sobre Alec - Él me tiene enredado en su dedo meñique, no importa si se supone que es quien está secuestrado, Yo soy quien no tiene escapatoria, podría ordenarme cualquier cosa y lo haría encantado sólo por complacerlo. Soy un simple esclavo y ni siquiera se da cuenta. No solo tiene el completo control de su vida, sino también de la mía.







Ese fué el preciso momento, entre enfermedad, lagrimas y sentimientos que Alexander Lightwood se enamoró completamente del hombre que lo secuestró.

¿Qué opinas de eso, querido lector?

Me atrevo a decir que todos habríamos caído tarde o temprano por Magnus.










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Fin

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Bye

Las estaciones del Estocolmo #malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora