IV

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Tardó para procesar lo dicho por el moreno, intentó pensar que tal vez fuera una broma pero él no tenía amigos para que le hicieran bromas, él no tenía a nadie.

- Ésto no parece un secuestro.

Dijo con los nervios a flor de piel, no tenía idea de dónde estaba y todo le era desconocido al igual que las sensaciones que ahora tenía por el hombre frente a él, quería golpearlo por hacerle eso y abrazarlo por todo lo que había sufrido pero como aún no tenía ninguna pista de lo que le haría, no podía actuar.

- No soy como cualquier secuestrador, yo no quiero que te sientas como mi prisionero, más bien como mi invitado, aunque ésta es nuestra casa, es también tu casa.

Todo se volvía más confuso conforme pasaba el tiempo.

- ¿Mi casa?

Alexander se puso de pie, necesitaba salir de ese lugar con ese hombre guapo y loco.

- La hice para nosotros, Alexander tranquilo.

Alec fue hasta la puerta pero no podía salir, estaba cerrado, se acercó hasta otra puerta y también estaba bloqueada.

- Déjame salir

A Magnus su chico le parecía hermoso estando enojado, pero no quería que se molestara en serio con él, debía calmarlo.

- Eso no será posible, yo quiero una oportunidad contigo y no puedo lograrlo cuando no estás aquí, además estamos un poco lejos de Nueva York.

Alexander empezó a pasearse de un lado a otro sin poder salir y sintiéndose atrapado.

- ¿Cómo que una oportunidad? ¿Una oportunidad de qué? ¿Y qué tan lejos estamos?

Con la última pregunta Alexander se detuvo y esperó la respuesta.

- Yo te quiero, Alexander, quiero que estés a mi lado, quiero que seamos felices, quiero que seas mi pareja y vivamos juntos. Respecto a tu otra duda; estamos en otro continente.

Y Alec se dejó caer de vuelta al sofá, estaba conmocionado, no podía creer que el hombre al que salvó hace años estuviera de regreso y ahora lo hubiera secuestrado, no solo eso, parecía un loco obsesionado con él, lo había llevado a otro continente y lo quería como su pareja.

- Pero yo, yo no te conozco, ni siquiera sé quién eres, no puedes hacerme esto, no puedes alejarme de...

Y ya no supo que decir, cualquier otra persona hubiera reclamado a su familia, a sus amigos, a su hogar, pero Alexander no tenía nada de eso.

- Magnus Bane, y no te estoy alejando de nada, éste es nuestro hogar, tu lugar está aquí, yo estoy aquí para lo que necesites y cuando seas mi pareja yo seré tu familia.

Mentiría si dijera que Alexander no lo deseó, por un segundo su corazón anheló aquello que nunca había tenido pero luego su cerebro retomó el control, claro, no antes de que Magnus se diera cuenta de su titubear.

- No, eso es absurdo, no puedes secuestrar a alguien y esperar que se convierta en tu pareja, no tengo síndrome de Estocolmo y no pienso quedarme aquí y hacer lo que quieres, ésta no es mi casa y tú no eres mi familia.

Se cruzó de brazos terminando su discurso, esperó la respuesta con incertidumbre, pensó mientras esperaba que tal vez había sido demasiado cruel con el hombre, él sabía el poder de las palabras y quería pensar que no la había cagado y ahora estaba en problemas.

- Alexander, yo mismo diseñé y construí ésta casa para nosotros, desde que salí del hospital trabajé duro para darte una vida excelente y por fin estás aquí, no te dejaré ir, no tienes nada por lo que regresar, ésta es tu casa, espero que lo entiendas.

Las estaciones del Estocolmo #malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora