Ninguna de las obras presentes en esta historia son de mi pertenencia créditos a sus respectivos autores.
El dolor era como una daga clavándose una y otra vez en su pecho. No podía creer que ya no estaría más a su lado. Que nunca volvería a ver su sonrisa o escuchar su risa contagiosa. Un vacío enorme se abrió paso en su interior, tragándose toda felicidad.
Los primeros días fueron una nebulosa de confusión y negación. Se sorprendía buscándolo en cada rincón, esperando que en cualquier momento apareciera diciendo que todo había sido un error. Pero con cada día que pasaba, la cruda realidad se iba asentando dentro suyo como un bloque de hielo.
La casa se sentía fría y silenciosa sin su presencia. Cada pequeño detalle le recordaba a él. Sus pertenencias abandonadas, como fantasmas de una vida pasada. A veces creía verlo de reojo, pero al voltear no había nadie.
Por las noches la angustia la invadía. Lágrimas amargas mojaban su almohada mientras el insomnio la consumía. Añoraba escuchar de nuevo su risa, ver su rostro una última vez. Daría cualquier cosa por un momento más al lado de su padre.
Con el tiempo, el shock fue dando paso a una profunda tristeza. La pena se convirtió en una compañera constante, opacando los colores del mundo. Deambulaba como un fantasma, sintiéndose perdida.
Cada fecha importante, cada momento que antes compartían, ahora eran como puñaladas en su alma. Había un vacío imposible de llenar, un hueco donde antes latía su corazón...
Sumi se despertó sobresaltada en medio de la noche, el corazón acelerado y la garganta seca. Desde la muerte de su padre hace unos días, el sueño la eludía. Las imágenes del entierro plagaban sus pensamientos cada vez que cerraba los ojos.
Resignada, se levantó de la cama y se dirigió sigilosamente a la cocina para beber un poco de agua. La lluvia golpeaba fuertemente contra el techo. De pronto, un trueno retumbó en la distancia, haciéndola estremecer. Odiaba las tormentas desde que era niña.
En la oscuridad de la cocina, encendió una vela con manos temblorosas. El débil resplandor iluminó tenuemente la estancia, proyectando sombras inquietantes. Sumi sintió un escalofrío recorrer su espalda. Tomó un vaso de porcelana y lo llenó de agua fresca del cántaro.
En ese momento, le pareció oír pisadas provenientes del exterior. Se quedó paralizada, aguzando el oído. Ahí estaban otra vez, crujidos amortiguados por la lluvia, como si alguien estuviera caminando alrededor de la casa.
Sumi sintió que se le erizaban los vellos de la nuca. ¿Y si era un ladrón aprovechando la tormenta? No, no podía ser. Seguramente estaba sugestionada por el insomnio y la pena.
Las pisadas sonaron más cerca esta vez, y luego un golpe seco contra la ventana de la cocina. Sumi ahogó un grito, el vaso de agua se deslizó de sus dedos temblorosos y se hizo añicos en el suelo. El corazón parecía que se le iba a salir del pecho. Rogó en silencio que sólo fuera el viento y la lluvia jugándole una mala pasada.
Sumi estaba paralizada por el miedo cuando sintió una mano sobre su hombro. Ahogó un grito mientras se giraba sobresaltada, para encontrarse con los rostros preocupados de sus hermanas Naho y Kiyo, quienes también se habían despertado con el estruendo.
-Sumi, konna jikan ni nani shiteru no? (Sumi, ¿Qué haces levantada a estas horas?)- susurró Naho con reproche, pero su expresión se suavizó al ver el vaso roto en el suelo.
Kiyo estaba a punto de decir algo, cuando un crujido sobre el techo las sobresaltó a las tres. Contuvieron la respiración, mirándose con ojos desorbitados. Más pisadas, como si algo o alguien estuviera caminando sobre las tejas bajo la tormenta.
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Legado: "Búsqueda De La Redención" [Goku en Devil May Cry]
AçãoEn los callejones grises de este desolado escenario, mi paso se torna un lamento silencioso en medio de la eterna guerra contra el infierno que ahoga nuestras esperanzas. Este es mi legado, un mundo marcado por el estruendo constante de la contienda...