kid in love; roberto cein

regreso

Las gotas de lluvia crean un gran caos en la mayoría de las entradas del aeropuerto, los servicios de taxis estaban saturados y parecía que llovería por al menos una hora más.

— Que linda bienvenida a la Ciudad - mencionó con ironía hacia mí.

— Lamentó el mal clima.

Dirijo mi vista hacia la persona que había respondido a mi comentario, solo para encontrarme con Roberto. Era más alto, su cabello había crecido y ahora llevaba barba, pero era inconfundible la sonrisa ladina que le caracterizaba siempre que conversábamos.

— ¿Qué haces aquí?

Dejo escapar una enorme sonrisa mientras siento que mi corazón palpita mas rápido de lo habitual.

— Mi madre me envió por ti, estuve como una hora vagando por el aeropuerto hasta que camine por acá para revisar si de casualidad estabas esperando un taxi o algo así.

— No puedo creer que estes aquí - vaciló un poco - Me da mucho gusto verte.

— A mí también - se acerca un poco - ¿Esta bien si te abrazo o prefieres que no lo haga?

— Hace mucho que no te abrazo, Beto.

Puedo notar de inmediato que se ha sonrojado, no importaba cuantos años pasaran, ese siempre sería el apodo que más le gustaría que yo dijera.

Sus brazos rodean mi cintura y los míos van sobre sus hombros, el contacto es cálido y familiar. El tiempo no había eliminado la sensación de tranquilidad que sus abrazos me trasmitían, es como si el ruido en el aeropuerto hubiera cesado de forma abrupta.

— Será mejor que regresemos a casa, mi mamá se va a preocupar si tardo más.

Se aparta y aleja apenas unos centímetros.

— ¿Quieres que te ayude con tu equipaje?

— Claro - sonrió - Aunque es bastante, ¿Hay espacio en tu auto?

— Seguro - rasca su nuca - Aunque no entiendo porque traes tanto equipaje si solo estarás un par de meses en lo que termina el proyecto.

— En realidad me mudaré de nuevo a la Ciudad. La empresa a la que entre a trabajar es algo pequeña, así que todavía no se expanden a otros países o algo así.

— Supongo que... es algo genial.

Su comentario me genera desánimo.

— Andando - cuelgo mi mochila en uno de los hombros - Si pasó más tiempo sin comer me voy a poner de mal humor.

Roberto acelera el paso al escuchar eso último mientras ríe.

El resto del camino hacia el estacionamiento (incluido el breve tiempo que estamos en elevador) y cuando salimos del aeropuerto permanece en un silencio sepulcral.

No sabía bien qué clase de conversación iniciar con él. Podría preguntarle si tenía trabajo o... novia, o amigas.

— ¿Y tienes novia?

Comienza a reír descontroladamente y trato de encontrarle el chiste a la pregunta que acabo de hacer.

— ¿Te sientes bien? - agregó una vez que ha terminado de carcajearse.

— Sí, lo siento - abanica su rostro con una de sus manos - Es que me parece muy divertido que me preguntes si tengo novia cuando antes de que te fueras nosotros éramos una pareja.

— Solo quería sacar plática - me cruzó de brazos - Tú podrías preguntarme lo mismo.

— ¿Tienes novio?

La rapidez con la que la pregunta sale de su boca me sorprende.

— No, y tampoco tuve en la escuela - hago una mueca de desagrado - Era muy desagradable la forma en que trataban a los extranjeros, así que preferí llevarme bien con ellos pero jamás acepté salir en una cita.

— Me alegra saber eso.

Me giro para poder apreciar su rostro ruborizarse después de su comentario.

— Entonces, ¿Tienes novia?

— Tenía - responde - Pero me engaño y termine con ella, así que no.

— Que bien - vacilo - Es decir, que mal que te haya engañado pero es genial que no tengas novia.

— ¿Y por qué es bueno que no tenga novia? - cuestiona con una sonrisa ladina.

— Por la misma razón que te alegra saber que nunca salí con nadie y que tampoco tengo novio. 

...

lux.