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Ni siquiera voy a esforzarme en poner una nota antes de comenzar la carta, sé que jamás te llagará esto y que nunca volveremos a vernos... nada será lo mismo aunque regreses.
Nunca me había detenido en pensar sobre el amor o alguna de esas cosas hasta que te conocí y me prestaste uno de esos libros cursis que te encantaba llevar en la escuela y leías en los descansos, fue como un despertar de todas esas emociones que había evitado por tanto tiempo.
Creo que contigo experimente tanto que no sabría por dónde comenzar a enumerarlo para saber específicamente desde cuando me enamore de ti... aunque podría ser aquella vez en que gaste casi todo mi dinero de la semana en comprarte cosas para hacerte sentir bien durante tu período, puede que sea extraño, pero recuerdo que desde ahí comencé a hacer preocuparme por alguien más, en poner atención a los detalles y saber que no debía comportarme todo el tiempo como un idiota.
Es estúpido releer lo que escribo porque parece que te estoy agradeciendo por ayudarme a madurar, y creo que no hay nada más patético que la forma en que aprendí a comportarme como una persona decente fue meramente porque quería agradarte y que vieras que las personas podían cambiar. Aun así, la mejor experiencia de mi vida ha sido sentarme contigo y pasar el resto de mi tiempo a tu lado.
No sé si disculparme porque todo esto haya terminado tan rápido, pero ojalá pudiera regresar el tiempo para disfrutar del tiempo a tu lado.
