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Eras soldado y preferías el trabajo al descanso. El trabajo te mantuvo intacto, mantuvo tus preocupaciones alejadas y tus pensamientos enfocados en lo que estás haciendo en lugar de pensar demasiado en detalles pasados y en algo que preferirías no recordar.
Usted era un sargento que trabajaba en la Task Force 141 junto con Price, Gaz, Soap y Ghost. Siempre te llamaron la persona más trabajadora del equipo y Soap te llamó en broma "Price 2.0" por lo mucho que te concentrabas en el trabajo y en mantener todo bajo control.
Pero un día todo se salió de control y ni siquiera tú lo predijiste, por lo que no estabas preparado para que el enemigo reuniera una tecnología tan avanzada. La misión fue cuesta abajo desde el principio, tuviste problemas para entrar al edificio para cortar la electricidad y dejar que otros entraran para una redada exitosa.
Es por eso que ahora que acabas de regresar de la misión, arrojaste tu equipo sobre la cama y te quitaste la camisa empapada que llevabas puesta, sabías que tenías que esperar con la ducha por ahora. Poniéndote tu camiseta vieja, te sentaste en el suelo sin querer ensuciar tu cama aún más de lo que ya lo hará tu equipo.
Finalmente cambiaste tu atención a tu pierna, tuviste que cambiar las correas que sostenían tu arma de tu lado derecho a tu lado izquierdo, para ocultar el corte en la tela que te hiciste cuando uno de los soldados enemigos te esperaba en la esquina y usó su cuchillo, tratando de eliminarte. Eras más hábil en el combate que él, por lo que lograste reaccionar y desarmarlo, eliminando la amenaza, pero él tenía el elemento sorpresa, por lo que logró cortarte el muslo por el costado, dejándote un gran corte sangrante.
Cambiaste las correas para mantener unida la tela de los pantalones, afortunadamente eran pantalones cargo oscuros que ocultaban la sangre a la perfección. Ninguno de tus compañeros de equipo se dio cuenta de eso y no les mostraste ni les informaste de tu lesión, ¿por qué lo harías? Podrías aguantar hasta el final y ahora que estabas solo, te encargarías de ello.
Perdiste una gran cantidad de sangre, tu cabeza se mareó un poco y tu disparo se volvió más lento, pero en tal viento de disparos nadie se daría cuenta de eso, incluso si se señalara. Has aguantado hasta el final, has tenido éxito en la misión, has hecho el trabajo, pero ahora era el momento de dejar el enfoque en el trabajo y prestar atención a tu pierna cortada.
Te quitaste las correas que sujetaban tu arma, tus dedos inmediatamente se ensuciaron con tu sangre. No te diste cuenta por los pantalones, pero la sangre los empapó y ahora estaba ensuciando el piso a tu alrededor. La tela del pantalón estaba empapada y no querías ni imaginarte la cantidad de sangre que perdiste y seguías perdiendo. Las correas también hacían su trabajo como presión sobre el corte, manteniéndolo un poco más apretado, pero ahora salía con toda su fuerza.
Para cualquiera que te hubiera visto en este momento, se vería como una escena de una película de terror cobrando vida, sangre manchada y acumulada alrededor de tu pierna.
