Capítulo 4:
Tymott entró en su tienda totalmente exhausto y se sirvió una copa de vino tras quitarse el tahalí y arrojarlo junto a su espada encima de su jergón.
Muy a su pesar, ya no era el poderoso y joven guerrero que había sido cuando cargó junto a Barristan el Bravo contra la compañía dorada en Los Peldaños de Piedra, y la batalla del día le había exigido un esfuerzo casi sobrehumano para mantenerse con vida, solo la experiencia y su propia habilidad para hacer frente a la juventud, energía y fuerza de los caballeros de la Compañía Dorada.
"Puede que sea viejo, pero sigo siendo capaz de destrozar a esos capullos arrogantes". Pensó con una sonrisa, y no era para menos. Sí, la batalla había sido brutal, y el estaba ya en el ocaso de su vida militar, tal y como sus huesos insistían en recordarle, pero había derrotado a la Compañía Dorada décadas después de enfrentarse a ellos por primera vez.
"Sabes perfectamente que el mérito es de Jon, sin su planificación habríamos sido aplastados...y es condenadamente bueno con la espada, además". Se recordó a si mismo mientras bebía calmadamente de su cáliz.
Mientras degustaba el vino, proveniente de la tienda de uno de los caballeros de la Compañía Dorada, se permitió una sonrisa de satisfacción, que se amplió aún más al escuchar el alboroto feliz montado por sus hombres, apenas mitigado por las pieles de su tienda.
De pronto, ese sonido incrementó en intensidad, solo para volver al volumen anterior.
Alguien había entrado en su tienda, y Tymott sabía quién era, no necesitaba ser un verdevidente, Jon Nieve quería explicaciones.
"¿Desde cuándo lo ha sabido, Lord Comandante?" Preguntó el joven, serio, sereno, directo.
"Un verdadero Stark". Pensó Tymott.
"No estamos tan desligados del Norte como uno podría pensar. Siempre ha sido tradición que los hombres sin familia o los veteranos ya envejecidos abandonen sus hogares antes del invierno para aumentar las posibilidades de que sus familias sobrevivan. Por eso siempre los ejércitos norteños luchan con tanta saña, por eso el Lobo Hambriento se impuso a los Ándalos cuándo ningún otro pudo frenar su caballería pesada, por eso los hombres de tu antepasado Creggan Stark no necesitaron más de unos meses para terminar con la Danza. Los ejércitos norteños, los hombres del Norte luchan con una desesperación, una rabia, que es incomprensible para los sureños". Contestó con calma el veterano guerrero, mientras le tendía otro cáliz lleno de vino a su joven interlocutor.
Jon lo aceptó, y le dio un sorbo tentativo, a pesar de no ser un gran consumidor de vino, prefiriendo la cerveza, no le disgustaba, y el que llenaba su boca era, sin duda, de una calidad inmejorable.
"Nos llegó un cuervo de Lord Manderly, a Cregan, quiero decir. Son tío y sobrino, y se escriben semanalmente, en su carta contaba como el Norte entero se hallaba buscando a Jon Nieve, hijo natural de Lord Eddard Stark, desaparecido unos días antes".
Tymott observó al joven hombre, casi niño, frente a él, tratando de ver algo, encontrar alguna emoción en su rostro, pero fue incapaz de ello, a pesar de estar ponderando su respuesta, el lobo del desierto no dejaba traslucir nada que delatase sus pensamientos.
"¿Por qué?" Preguntó el bastardo de Invernalia finalmente.
"Porque sabemos muy bien lo que es no tener un lugar en esta tierra". Fue la respuesta que le dio, entendiendo exactamente qué quería el joven. "Somos mercenarios Jon, quizás no como otros, pues estamos casi permanentemente contratados por Braavos, y siempre respondemos a la llamada del Norte, pero mercenarios igualmente. Soldados profesionales, caballeros errantes, segundos hijos, bastardos, inadaptados. Todos nosotros acabamos en esta vida por el mismo motivo, no tenemos otro sitio al que ir".
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Bastardo
Fanfiction"¡Soy el señor de Invernalia!" Exclamó como había hecho antes en cientos de ocasiones. Pero aquella vez, aquella vez, la respuesta de Robb fue muy diferente. "No puedes ser el señor de Invernalia, porque eres bastardo. Mi señora madre dice que...