Capítulo 7:
Jon Arryn recibió a sus más leales señores en su tienda personal al atardecer.
Hacía dos días desde que habían alcanzado los pies de la colina de Baecula, el lugar dónde el ejército de los Clanes de Las Montañas de La Luna se habían establecido y desde dónde enviaban sus brutales partidas de saqueo por toda la región.
Brynden Tully, el Pez Negro, había sido extremadamente preciso en su evaluación del terreno, tal y como pudo comprobar el Señor del Nido de Águilas de inmediato.
Una colina imponente, aunque no abrupta, que formaba una planicie natural flanqueada por un tupido bosque que formaba un cuello de botella que cualquier fuerza de asalto debía atravesar, a los pies de la ladera un río, no muy profundo ni ancho, pero de aguas rápidas.
Había situado su campamento detrás de dicho río a manera de defensa natural, y su caballería patrullaba la orilla para importunar todo lo posible a los aguadores de los hombres de los Clanes, negándoles el preciado líquido.
40.000 hombres y miles de bestias necesitaban una gran cantidad de agua diariamente, y aunque no podía negarles completamente el suministro de esta debido a la abundancia de arroyos de montaña en la zona, sin duda que complicarles el acceso a la mayor fuente de la misma en la zona suponía una molestia añadida.
Pero no sería suficiente, allí arriba los hombres de los Clanes podían aguantar por un tiempo indefinido, mientras que él no podía permitirse dejar sin defensa el resto del valle ante el riesgo de que más salvajes saquearan pueblos y aldeas, en el peor de los casos, si su asalto era rechazado, lo haría, pero tenía primero que intentarlo.
Además estaban las ramificaciones políticas, internamente, sus propios abanderados lo verían débil e incapaz al no poder mantener la paz y seguridad en sus dominios, quizás incluso demasiado anciano para gobernar el Valle, su imagen ya estaba seriamente deteriorada por sus largas ausencias y la indecorosa actitud de la que su esposa había hecho gala aprovechándose de la libertad que esas mismas ausencias le habían otorgado.
Externamente, mostraría a los otros reinos lo realmente debilitado que estaba el Valle, algo que podría incluso amenazar la corona de Robert, quién sólo contaba realmente con el apoyo del Norte, las Tierras del Oeste, las Tierras de la Tormenta y el propio Valle. Hoster Tully, que no había creído en la locura de su hija se mantendría muy seguramente neutral a pesar de la sangre que compartía con los herederos del Norte y del Valle. El Dominio, dejado de lado por Robert, apoyaría a cualquiera que les diera lo que en verdad anhelaba, poner su sangre en el Trono de Hierro. Dorne odiaba a Robert con fiereza, llevaban años siendo, a todos los efectos, independientes, y se unirían a cualquier rebelión contra la corona sin dudarlo. Las Tierras de la Corona estaban divididas entre lealistas Targaryen y aquellos que apoyaban a Robert, mientras que Las Islas del Hierro simplemente aprovecharían un conflicto para volver a sus viejas formas.
Y eso sin considerar a los dragones que aguardaban en Essos, aparentemente sin fuerza alguna para respaldarlos, pero eso bien podría cambiar si una guerra civil estallase.
No, no podían esperar.
El señor del Valle paseó su mirada por los adustos rostros de los hombres que iban entrando y acomodándose en la tienda.
La determinación de Yohn Royce, la controlada ira en los ojos de Brynden Tully, la ligera y callada aprehensión en la mirada de Horton Redfort, la fría y dura profesionalidad que borraba todo rastro de juventud en el acero Stark de los ojos de Jon Nieve...
Sin embargo, hubo una última mirada que lo sorprendió y llenó de orgullo,
La de su hijo, Robin Arry.
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Bastardo
Fanfiction"¡Soy el señor de Invernalia!" Exclamó como había hecho antes en cientos de ocasiones. Pero aquella vez, aquella vez, la respuesta de Robb fue muy diferente. "No puedes ser el señor de Invernalia, porque eres bastardo. Mi señora madre dice que...