Capítulo 8:
Robb Stark se limpió el sudor de la barba con la manga de su túnica sin despegar su mirada de los miles de hombres que marchaban frente a él.
Había pasado una luna desde que el mensaje de Jon Arryn solicitando la ayuda del Norte llegara a Invernalia. Una luna de frenéticos preparativos en la que se había movilizado a casi un tercio de la fuerza militar del Norte. Unos 12.000 hombres, 10.000 infantes y 2.000 jinetes, que ahora se dirigían, a marchas forzadas, hacia el Valle.
Robb paseó su mirada de acero por los hombres del Norte una vez más. Había sido él quién había pedido el mando de la campaña a su padre, argumentando que era mejor que el Señor de Invernalia permaneciera en el Norte ante el incremento de los ataques de los Salvajes de Más Allá del Muro. Le había costado convencerlo, pues Ned Stark no era hombre que cediera con facilidad, pero lo había conseguido. El hecho de que ya no fuera un niño y hubiera visto ya su buena dosis de combate mientras lideraba a los hombres de armas de Invernalia contra las partidas de exploración Salvajes habían sido el argumento definitivo que le había convencido.
Aún así, habían tardado bastante en reunirse desde que su padre mandara cuervos reclamando hombres y suministros, y no había sido hasta el día anterior que habían llegado, y cruzado, Los Gemelos.
Lo habían hecho con rapidez, no sólo por la gravedad de la situación, sino también porque Robb no pensaba pasar ni una noche bajo el techo de los Frey, las historias de su madre sobre el viejo Walder no eran nada halagüeñas, y no pensaba estar ni un momento más de lo estrictamente necesario en ese maldito puente .
Sin embargo, tras cruzar Los Gemelos, una serie de rumores habían inundado el campamento. El primero hablaba de la llegada de La Manada de Lobos al Valle para combatir del lado de Lord Arryn, el otro, sobre el nombramiento de Robert "Robin" Arryn, como caballero.
La segunda noticia le había llenado de orgullo. Él no era un caballero, ni quería serlo, pero era consciente de lo importante que el título era para su primo, a quien había ayudado a adiestrar desde que cogió por primera vez una espada. Que además, siempre de acuerdo a los rumores, fuera un nombramiento merecido y no otorgado sólo por el nombre familiar, aumentaba su orgullo.
La primera noticia, sin embargo, le había transmitido sentimientos contradictorios. Expectación, ansiedad, preocupación y culpa, todo a la vez. Su hermano, Jon Nieve, estaba en El Valle.
Expectación ante la oportunidad de ver a su hermano por primera vez en años. Ansiedad por no saber si seguirían compartiendo ese vínculo de hermandad pura, pues había visto cómo la guerra cambiaba a los hombres, y su hermano llevaba cuatro años de perpetua guerra. Preocupación y culpa porque no sabía qué hacer.
Para él Jon siempre sería su hermano, había llegado a esa conclusión mucho tiempo atrás, y siempre tendría su lealtad, pero, ¿De verdad estaba dispuesto a empujar a los Siete Reinos a una nueva guerra civil? Su hermano merecía conocer la verdad, pero decírselo acercaba a Poniente a un nuevo conflicto civil apenas una generación después del último, lo que podría tener un impacto devastador e irreparable para todos ellos, y, sin embargo, cuanto más lo pensaba, más consciente era de que sí eso era necesario para ver a Jon en el lugar que le correspondía por derecho de nacimiento, estaba más que dispuesto a ello.
Fue ese día, con el sonido de miles de pasos resonando en su cabeza, que tomó una decisión.
Al igual que Thorren Stark se arrodilló frente Aegon I Targaryen, cuando llegase el momento, él lo haría frente a su hermano, y al igual que en tiempos de Creggan Stark los lobos surgirían de entre la nieve, porque en los Siete Reinos se acerca el invierno... a sangre y fuego.
ESTÁS LEYENDO
Bastardo
Fanfiction"¡Soy el señor de Invernalia!" Exclamó como había hecho antes en cientos de ocasiones. Pero aquella vez, aquella vez, la respuesta de Robb fue muy diferente. "No puedes ser el señor de Invernalia, porque eres bastardo. Mi señora madre dice que...