Capítulo 35.

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Lexa pasó prácticamente toda la mañana del domingo encerrada en su habitación, sin ganas de hacer nada, salvo pensar en bucle en el apasionado encuentro que habían tenido Clarke y ella el día anterior.

De cualquier forma, tampoco tenía nada mejor que hacer, teniendo en cuenta que su novia pasaría el día en familia en la casa de su abuelo paterno y Raven y Octavia también se encontrarían todo el domingo fuera de línea.

Así que después del desayuno, volvió a su habitación, se puso los auriculares y reprodujo la misma lista de Spotify que llevaba escuchando varios días mientras hacía la cama y ordenaba su cuarto; una lista de reproducción que, por cierto, ahora se le antojaba perfecta para tener sexo.

Miró satisfecha la cama recién hecha y se tumbó boca arriba en ella mirando al techo para seguir reviviendo cada una de las sensaciones que había experimentado el día anterior.

Por defecto, revivir el encuentro la hizo pensar inevitablemente en el momento en el que Maddie entraba en la habitación y las sorprendía justo cuando se llevaba a la boca el turgente pecho de la rubia para saborear su exquisito y duro pezón.

La escena no podría haber sido más vergonzosa (e incluso cómica) y, aunque era muy probable que con el tiempo riesen al recordarlo, a Lexa aún le llevaría un poco de tiempo poder mirar directamente a los ojos a la pequeña de las hermanas Griffin.

Por suerte, Maddie no hizo un escándalo de ello, pero, en frío, a Lexa le preocupaba más la idea de que la próxima vez que estuviesen a solas las sorprendiera alguien menos receptivo o tolerante que Maddie.

Era consciente de que sus sesiones eran cada vez más intensas, más ruidosas y un poco más serias que esos primeros encuentros y Lexa reconocía que le empezaba a resultar muy difícil controlar la forma en que todo su cuerpo reaccionaba necesitando cada vez más de Clarke, de sus manos o de su boca (la que simplemente imaginar en su sexo hacia que todos los músculos de su pelvis se contrajesen al mismo tiempo); más después de saber que Clarke también estaba preparada para dar el siguiente paso.

Con ese pensamiento, se levantó de la cama un par de veces, sintiéndose un poco intranquila, para asomarse por la ventana, tras creer haber escuchado ruidos en el jardín de la casa de Clarke, solo para descubrir que se trataba de un gato que había saltado la valla persiguiendo a un pájaro.

Volvió a la cama un poco frustrada y por un momento pensó en llevarse la mano a su sexo para aliviar algo de esa tensión, pero rápidamente cambió de opinión, decidiendo que reservaría esa necesidad para saciarla con Clarke. Además, no quería que su madre la pillase masturbándose, quien por cierto había subido varias veces para preguntarle si se encontraba bien y si no tenía planes para el día de hoy, mostrándose algo preocupada tras encontrarla todas las veces en la misma postura inerte.

En el almuerzo, su madre volvió a insistir, llamando la atención de su padre, que también se interesó por conocer la razón por la que Lexa decidía pasar el domingo sola en casa en lugar de hacerlo con sus amigas.

Lexa frunció el ceño, notando cómo Becca la miraba mientras servía el pastel de verduras recién horneado en los platos, pero se limitó a darle a Gustus la misma respuesta que ya le había dado a su madre la última vez, sin entrar en demasiados detalles.

Él asintió satisfecho y empezó a comer, animando a su esposa e hija a que hicieran lo mismo.

La castaña comió todo lo que había en su plato con prisa y se excusó, asegurando que ya se encontraba satisfecha, y subió a su habitación, cerrando la puerta tras ella. Cogió el teléfono de la mesita de noche y se tumbó en la cama, comprobando que tenía varias notificaciones de publicaciones de sus redes sociales, aunque ningún mensaje de Clarke.

The Rainbow ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora