Albert ese era su nombre, así llamaban al chico que al pronunciarlo se me llenaba la boca de sentimientos, dudas la mayor parte del tiempo cuando se trataba de él la incertidumbre me consumía.
Lo conocí cuando cursaba el primer año de bachiller en las primeras semanas la escuela organizo un cursillo para ayudarnos a establecernos en nuestros deberes, entre tantos estaba el, me llamo la atención porque de verdad estaba loco, después de ese día lo seguí viendo en los pasillos de la escuela, saludamos de lejos no sé qué pensaba de mí y esa atracción como fuego bajito se ocultó por dos largos años.
Paso el segundo año me interesaron otras personas viví experiencias extraordinarias y me reencontré con mi primer amor platónico no había tiempo ni fuerzas para andar pensando en Albert que aunque me topaba con el posiblemente todos los días solo pensaba que era atractivo.
Así transcurrió el tiempo entonces, pero a partir del tercer año las cosas empezaron a cambiar. Lo vi de nuevo con ojos de deseo pero no era lo suficientemente fuerte para que me preocupara aun. Recuerdo como si fuera hoy cuando les dije a mis amigas que me gustaba, sabia en que problema me estaba metiendo lo supe desde que escuchaba los rumores de él y como se comportaba con las chicas.
Escuchaba decir que no buscaba compromiso y que muchas de forma discreta habían pasado por su lista, tenía bastantes admiradoras no quería ser parte de sus fanáticas sofocando mis emociones mientras eran débiles.
Llegaba la primavera y mis esfuerzos fueron inútiles porque mientras yo deprisa hacia unos deberes que debía entregar después de receso quedaban pocos minutos y levante la vista y choque con esos impactantes ojos café que me miraban no sé qué manera, quizá no se dio cuenta, pero a mí me había partido el alma.
Ahí comenzó el problema no podía ocultarme a mí misma que me gustaba, me gustaba mucho era inevitable el choque, casi siempre me lo encontraba de casualidad en los pasillos.
No podía tener nada con él ni acercarme mucho saldría sufriendo de todas formas me gustaba tener esto que sentía como una fotografía, intacto aunque me hiciera daño suprimirlo. Los días en la escuela se volvieron un reto emocional; yo empezaba a desgastarme por esos nuevos sentimientos, comencé a sentirme extraña, visitaba a escondidas psicólogos porque el silencio y auto protegerse tenían un alto precio.
Llegue a pensar por momentos que también le gustaba, de cierta forma mi opinión no era objetiva y les pedía consejo a mis amigas, ellas sabían lo que se escuchaba y los comentarios sobre él, todas eras conscientes de ello. Nunca hice nada para que se diera cuenta, pero ciertas actitudes me daban esperanzas hasta que escuche en mi salón que al le gustaba alguien y que estaba enamoradísimo de esa chica aunque la opinión de ella la desconocía odiaba meterme en las historias de los demás y menos como un personaje secundario o la villana que estuviera falta de amor.
A veces estaba feliz por actitudes que él tomaba conmigo, otras veces estaba triste porque lo veía con otras chicas. En una pequeña parte de mi subconsciente creía que el sentía algo por mí, llegue al punto que era el visitante preferido en mis sueños despertaba con esta cara de tonta, pero en minutos aceptaba de nuevo la realidad, a veces si, a veces no, posiblemente con él nunca sabía dónde estaba parada. Como si me regalara una flor sin pétalos no sabía si me quería o no.
Ese verano del tercer año fue el peor, mi solución fue irme de la ciudad, pero los sentimientos, las dudas me perseguían. Cada canción que escuchaba me lo recordaba:
Debes buscarte un nuevo amor que no guarde sus problemas, que no tenga como yo tantas heridas en el alma...
Si fuera más guapa y un poco más lista si fuera especial si fuera de revista tendría el valor de cruzar el vagón y preguntarte quien eres...
Tantas cosas por decir pero tú no te propones, no lo entiendo y todo va pasando así...
Por eso esperaba con la carita empapada que llegaras con rosas con mil rosas para mí...
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Amar En Medio Del Caos
Ciencia FicciónPara Albert la monotonía era inevitable y asfixiante pero no actuaba para cambiar eso. Ignoraba la importancia de las pequeñas cosas y quería cambiarlo todo tan fácilmente como suspirar. No se percató que todo lo que conocía iba a cambiar y que la...