Iba mirando la lista de compras mientras caminaba hasta que choco con alguien. Le pido disculpas y sigo caminado.
— ¡Hey! Se te cayó esto —volteo y veo a Daiki caminando hacía mi.
—Gracias —le sonrió.
Cuando voy a tomar el paquete, nuestras manos se tocan. Mi vista va hacia ellas y me paralizo al instante. Daiki tenía un hilo blanco alrededor de su muñeca.
—Daiki, tu muñeca —susurre asustada.
—La tuya...
Miro la mía y también había un hilo blanco atado. Seguimos el hilo con la mirada. Mi respiración se detiene. En la esquina, a treinta pasos de nosotros, estaba la Andrea de once años. Vestía lo mismo que tenía puesto el día del accidente y se veía en su remera la mancha roja de sangre por donde el tubo la atravesó. Su pelo castaño rojizo caía por su cara, pero no la cubría, aún podía ver sus ojos color ámbar. A su lado se encontraba Laura, pero una versión más adulta. Su pelo rojizo naranja se encontraba atado en una cola alta. Sus grandes ojos verdes nos miraban divertidos y tenía una sonrisa de oreja a oreja. En su mano llevaba el otro extremo de los hilos.
—Tanto tiempo, chicos, Andrea y yo estamos felices de verlos, ¿ustedes no?
Sentía como temblaba cada parte de mi cuerpo y trataba que el pánico no se apoderada de mí. Dirigí mi vista a Daiki y se podía notar que estaba tenso.
— ¿Qué pasa, Crystal? ¿Te incomoda ver lo que tú provocaste, lo que tú hiciste?
—Yo no hice nada.
—Esto —señaló a Andrea— fue tu culpa.
—No es así, fue un accidente.
—Tú la empujaste.
—Nadie sabía lo que pasaría después —retenía las lágrimas en mis ojos.
—Es tú culpa —se rió— Debo darte las gracias, igualmente, siempre quise que Andrea se alejara de ti y te odiara. Al fin lo logre y ahora quiero hacerle un favor a mi querida amiga.
No entendía de lo que estaba hablando, pero no tuve mucho tiempo para procesar. Daiki tomó mi mano e hizo que corriéramos en dirección contraria a ellas. Doblamos en una esquina y nos pusimos detrás de una pared.
—Hay que cortar los hilos o siempre sabrán donde estamos.
Tomó mi hilo y con un poco de fuerza, lo rompió con las manos. Yo hice lo mismo con el suyo y seguimos corriendo. Llegamos a una pequeña plaza y nos escondimos detrás de una de las estatuas. Me senté en el piso e intente regular mi respiración.
—Ya no puedo correr, no tengo fuerza.—Lo mismo digo.
Pudimos escuchar el sonido de engranajes girando, acercándose a nosotros. Nos miramos a los ojos y tomamos nuestras manos. Suspire antes de cerrar los ojos.
Me desperté exaltada y respire profundo. Cuando quise moverme, note que había hilos sobre mi cuerpo. De manera desesperada intente quitármelos, pero apenas si podía moverme. Dejo de removerme cuando siento que me miraba. Al girar mi cabeza hacia la izquierda, puedo ver sus ojos verdes mirándome. Estaba sentada al lado de la mesa de luz. Escuché como mi mamá golpea la puerta. Intento gritar para llamarla, pero no puedo, no sé porque no puedo y mis ojos se llenan de lágrimas. La sonrisa de ella aparece y yo solo siento como las lágrimas caen por mi cara. Decido cerrar los ojos, no quería ver lo que pasaría. Me levanto agitada y siento como las lágrimas caen por mis mejillas. Ryu se acerca a mi asustado y Daiki solo me observa.
— ¿Estás bien?
—Si yo... ¿Qué paso? ¿Qué hacen aquí?
—Vine porque debíamos terminar el trabajo final de la materia. Daiki ya estaba aquí cuando llegue. No paso ni una hora desde que te dormiste —miró su celular— Cuarenta y cinco minutos dormiste. Dijiste que te dolía un poco la cabeza y te acostaste un rato.
—Creo que la pesadilla me afecto un poco, dame un momento.
Vi a Daiki y él movió los labios. "¿Otra vez ella?". Asentí y él suspiró.
—Iré por un poco de agua.
—Voy yo, Ryu, no te preocupes.
—Puedo ir, no hace falta que te pares. Revisa el trabajo si está bien.
—Vale.
La puerta es golpeada y cuando Ryu la abre, mi madre está del otro lado. Cuando ella abre la boca para decir algo, lo único que sale es un grito desgarrador. Veo como algo atraviesa su estomago y ella cae al piso. Luego Ryu grita y también cae. Daiki y yo nos levantamos rápido y vamos hacía ellos. Sentía como mi ropa y mis manos se manchaban, pero poco me importaba.
—Mamá, mamá resiste, resiste por favor —ella colocó una mano en su mejilla y me sonrió.
—Ryu, Ryu no te atrevas a dejarme, resiste —la voz de Daiki se escuchaba entre cortada.
Ambos miramos en dirección a la puerta y la vimos a ella con su típica sonrisa y el machete en su mano. Daiki me abraza y hace que esconda mi cara en su pecho antes de cerrar los ojos. Me despierto gritando y me siento rápidamente. A mi lado se encontraba Daiki en la misma posición, respirando rápido. Ambos nos miramos para luego abrazarnos con fuerza.
— ¿Estás bien?
—Sí, ¿tú? —Él asintió.
Cuando nos separamos, él me toma por los brazos, pero al instante me suelta y se mira las manos. Yo dirigí mi vista a uno de mis brazos y veo la marca de su mano con sangre. Lo miro a él y luego su ropa. Estaba manchada de sangre. Luego miré mis manos y la ropa que llevaba para notar que yo también tenía sangre. Mi respiración se corta y el pánico inunda mi cuerpo. Él me mira aterrado y luego mira la puerta cuando esta es golpeada. Ambos intentamos tranquilizarnos mientras lentamente nos levantamos. Escucho la voz de mi mamá. Respiro hondo. Daiki toma mi mano y nos miramos una última vez. Él toma la manija y al momento de abrir la puerta, escuchamos el sonido de engranajes
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Nuances D' Darkness
Horror"Ni en tus sueños estás a salvo" Antología de fantasía oscura, thriller, terror y suspenso