3. Palme y Vicktor.

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Han pasado dos semanas desde que encontré el dinero y me reuní con Palme para presentarle la propuesta. Sin embargo me di cuenta de que nuestra ida del país no será tan fácil y que el dinero que tenemos hasta el momento no es suficiente. Aunque odie hacer esto, estaré de camello vendiendo droga que me ha proporcionado Palme.

En estas últimas dos semanas solo he hecho sesenta dólares y eso no es suficiente para reunir un dinero que alcance para irme de forma legal. Un pasaporte ronda los trecientos dólares y aun me falta para ello.

Son las 12:00 Am y estoy un poco alejado de mi barrio en una esquina esperando a un cliente que me ha citado para que le de 400 gramos y me pagará 250 dólares por ello.

—Dame la droga —, dice al llegar tiene una chaqueta muy poco visible y esta encapuchado.

—Sabes que esto es entregando y recibiendo —, le afirmo.

— ¡Dame esa mierda! —. Alza la voz y hace un movimiento inesperado, busca algo con su mano derecha en el bolsillo de su chaqueta. Sé a qué va con ese movimiento, empiezo a correr adelantándome pateándole los granos rápidamente. Cae quedando sin aire, soltando el cuchillo que ha sacado.

—Que idiota y predecible fuiste —, digo pateándole ahora en el estómago— ¿Dónde está el dinero? —. Pregunto pateando su mandíbula— ¡Responde escoria, sino te mueres! —, con todo el dolor que tiene va metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón y saca un trecientos dólares en billetes de 100 que tiene entregándomelos; me acerco al cuchillo, lo agarro, camino hacia su pierna derecha y se la entierro sin aplicar tanta fuerza—. ¡Eso es para que aprendas a no ser pajuo, mamahuevo! —, agrego mientras camino, saco una caja de cigarrillos del bolsillo de mi camiseta, enciendo uno y me voy.

Ahora estoy caminando en dirección a mi casa me he metido por el callejón de siempre. Ahí un grupo de hombres en un rincón fumando hierba, algunos me saludan pues lo conozco. Al mismo tiempo vienen dos motos a toda velocidad en sentido contrario también me saludan; son cuatro y están armados.

— ¡Vete de aquí rápido! —. Me grita uno de los que conduce y no entiendo a qué se refiere. Lo hago cuando escucho el primer disparo, ni siquiera pensaré en voltearme, comienzo a correr mientras los balazos siguen y en ese momento su sonido es la mortal música que llena el lugar.

Voy asustado corriendo como si no hubiera mañana, los minutos parecen pasar más lento, no sé cuanta distancia me queda para llegar a casa, mi pulso y respiración es acelerada, llena de miedo.

Sé que son ajustes de cuentas, pero uno nunca se acostumbra a los balazos, eso es lo peor.

Por fin puedo divisar la casa, estoy cansado pero no dejo de correr, no me voy a sentir a salvo antes de llegar.

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Después del susto de anoche ha amanecido tan rápido que siento que he dormido solo minutos cuando realmente lo hice por horas. Luego de ir al baño, lavarme la cara, cepillarme y hacer lo demás he ido a la cocina para ver que puedo desayunar.

Hay un bullicio que puedo escuchar desde adentro, salgo sin darme cuenta que estoy en short y sin camisa.

—Buenos días —, digo caminando hacia mi madre mientras me froto los ojos.

—Buenos días¸ dios te bendiga —, expresa acercándose a mí, dándome un beso en la frente.

— ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanto alboroto? —. Pregunto al ver a los de la vecindad cotorreando entre ellos.

Lost Souls: El juego de los perdidos.(Editando) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora